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Memoria de Andalucía

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,   sábado 6 de marzo de 1998


Hermida hace llegar al hombre a la Luna

Los americanos del "Apolo XI" en la Luna, vistos por Idígoras y Pachi

Los americanos del "Apolo XI" en la Luna, vistos por Idígoras y Pachi
 

"Uno, dos, uno, dos, probando, probando... Houston, ¿me se oye?" Entonces no era todavía lo de "Houston, Houston, tenemos un problema". Ni siquiera había astronautas españoles incluso en las chirigotas gaditanas, que pudieran decir aquello de:

Cuatro, tres, dos, uno, ¡cero...!
A ver quién tiene cojone aquí
de cerrá Astillero...

Entonces todo era en Cabo Cañaveral, que también se le decía Cabo Kennedy, donde las cañas de la carrera espacial ganada momentáneamente por el Sputnik de los rusos y por la perra "Laika" fue finalmente resuelta por los Estados Unidos, de tacón, enviando dos hombres a la Luna. Era el mes de julio de 1969, un año y dos meses después del Mayo Francés de 1968. 20 de julio de 1969, así que estaban los astronautas americanos con la paga del 18 de julio de allí recién cobrada. Los americanos no solamente pedían lo imposible, como en el mayo del París un año antes (donde había estado por lo visto media progresía andaluza) sino que lo conseguían. Pusieron sobre la Luna a Armstrong y a Aldwin, "Adán pisa la Luna", tituló algún periódico como un apocalipsis bíblico del futuro que llegaba. Era, en realidad, un gol a Rusia. Toda la guerra fría nos la pasamos marcándole goles a Rusia. Primero vino el gol a Rusia de Marcelino, y estaba Matías Prats para cantarlo, nunca mejor dicho, porque Matías Prats fue siempre el cantor de la raza y de la furia, del gol de Zarra en Maracaná al gol de Marcelino a Rusia. Siempre hay un andaluz para cantar los goles a Rusia, uno de Córdoba o uno de Huelva. En el caso del gol americano a Rusia en la portería lunar de la carrera espacial, el cantor de la gesta de la raza (humana en este caso) fue uno de Huelva, Jesús Hermida. Jesús Hermida era de Huelva, pero lo disimulaba bastante. Todos los de Huelva lo disimulaban bastante entonces, porque si le cogían el acento choquero, ya no podían estar en Radio Nacional leyendo el parte de la victoria de los Planes de Desarrollo, como Jesús Quintero, o no podían estar en Televisión Española transmitiendo en directo la llegada del hombre a la Luna, como Jesús Hermida. Jesús, cuánto Jesús de Huelva había entonces en la radio y la televisión de Franco ocultando el acento choquero.

Jesús Hermida enamoraba mucho a las niñas de Preu cuando lo veían con su flequillo dando la crónica desde Nueva York. La contribución de Hermida a la cultura española ha sido más que notable. Gracias a Hermida supimos todos que Nueva York terminaba en k de Okal es un remedio superior. Pero bastante en k. Cada vez que Jesús Hermida se despedía, diciendo aquello de "les habló Jesús Hermida, desde Nueva Yorkkkkkkkkkk", se echaba la garganta abajo con la k final. Jesús Hermida ha sido el único de Huelva que a Nueva le ha dicho Nueva York. Su yo tenía k al final, porque andaba bien despachado de ego en el inicial divismo de los locutores-estrella. Y como era un corresponsal-estrella en Nueva York, ¿quién mejor que Hermida para retransmitir la llegada del hombre a la Luna? El lanzamiento fue en Cabo Cañaveral y la llegada fue a la Luna, pero para nosotros como si todo ocurriera en Nueva Yorkkkk, con mucha k al final, por aquello de Hermida. En Cabo Cañaveral había aquel día, sin exagerar, 3.400 periodistas. Para nosotros, nada más que estaba Hermida. Al dejar de ser secretos ahora los papeles del Pentágono y los papeles del pescado frito de la NASA, se ha sabido que las primeras palabras que le dijo Armstrong a Aldwing sobre la superficie lunar fueron:

-- Ten cuidado con dónde pones el pie, que esto lo está retransmitiendo en directo Jesús Hermida para Televisión Española...

A lo que Aldwing respondió con una famosa frase de la época, época... vergüenza:

--- Armstrong, enchufa el Askar...

Y el otro:

-- A mí, plin, yo duermo en Pikolín...

Y así sucesivamente. Porque gracias a Hermida, aquella conquista de los americanos es como si hubiera sido de Franco. La verdad es que en aquel verano nos armamos con el futuro un lío. Cuando todos los españoles estábamos literalmente en la Luna, Franco aprovechó la collá de la enajenación colectiva de las maravillas del futuro para arreglarnos el nuestro. "Después de Franco, ¿qué?", era la pregunta de aquella época de Matesa, de Salomé ganando la Eurovisión, del cierre de la verja de Gibraltar. Ya había muerto en Lausana, la Reina Doña Victoria Eugenia, aquella que un año antes, en el bautizo del Príncipe de Asturias, de madrina, le había dicho a Franco, delante del Conde de Barcelona, delante del entonces Príncipe de España, Don Juan Carlos, y delante del cristianado Don Felipe de Borbón: "Ea, general, ya tiene usted tres Borbones donde elegir..." Y estaban los españoles literalmente en la Luna, mirando la retransmisión de Hermida, cuando el dictador eligió a uno de los tres Borbones, a Don Juan Carlos, a quien nombró "Sucesor a título de Rey". Las Cortes de Franco empezaban a hacerse el largo harakiri que habría de culminar en le reforma política de 1975. Entonces nadie pensaba que desde la Luna podría contemplarse que a España sólo le quedaban seis años de dictadura.

 

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