Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo,  lunes 4 de mayo  de 1998


La mañana sin voz

Antonio Herrero

Lo terrible es que hoy lunes, a las siete, cuando suene el despertador, pondrás la radio y su voz ya no estará allí, libre, rebelde. Apasionada.

Lo terrible es que hoy lunes, a las siete, cuando suene el despertador, pondrás la radio y su voz ya no estará allí, libre, rebelde. Apasionada. En periodismo no hay nada más subjetivo y manipulado que la objetividad pregonada. Como no hay nada más objetivo que la subjetividad en la visión de la realidad. Apasionado. Creo que la palabra, ahora que todos estamos tratando de buscarla. Era apasionado. Sí, Antonio Herrero era apasionado, ¿pasa algo? Demasiados pichas frías hay en el periodismo, y más aún en la radio, donde con fama e imagen de zonquitos y pastueños hay siete mil, iguales para hoy, que sí que son unos manipuladores bajo capa de objetividad e independencia. Tan independiente era Antonio Herrero que no podía dejar de ser independiente ni de sí mismo, y se aparecía en las mañanas tal como era. Mostrarse tal como se es, en estos tiempos de lo políticamente correcto y de lo socialmente aceptable y aceptado, no deja de ser una provocación.

Llamaba a las cosas por su nombre, sinvergüenza al sinvergüenza, y golfo al golfo. Y para los que no encontraba calificativos, un genérico que me encantaba, y que alguna vez escribí, tomado de sus palabras: "Esos turistas". Lo más terrible, Antonio Herrero, es que hoy lunes, a las siete, con el pan con aceite y el café, mientras se enciende el ordenador, estará aquí en el escritorio encendida la radio, y habrá en el dial una ausencia como de título de poema de Pedro Salinas: La voz a ti debida. La voz a ti debida, Antonio, era la voz de la libertad, ojú, qué palabra más bonita, y más antigua, pero qué rarita va siendo en el periodismo, hijo mío de mi alma, Antonio, compañero.

Y lo más terrible, Antonio, es que esos turistas se habrán alegrado de tu muerte. Esto que estoy poniendo aquí ahora en estas líneas, precisamente en estas líneas, es lo que no he visto escrito en los periódicos del domingo, pero que pongo aquí con todo honor y gloria, en tu memoria. Que quiero decir, Antonio, en homenaje a tu vida y a tu obra, que lo más terrible es que muchos de esos turistas a los que llamabas por su nombre, trincones, cogecosas, ladrones, asesinos, lo que fuera, estarán ahora contentísimos los muy malnacidos, porque la mar, el mar, Cabopìno, Marbella, el puente del 2 de mayo, te hayan quitado de enmedio, para su comodidad. El 2 de mayo. Buen día elegiste para morir, Antonio. Lo tuyo, cada mañana, es que armabas el 2 de mayo, que les daba la carga a los mamelucos del poder, de todos los poderes, desde el querer, el querer ser honrado y lograrlo, el querer ser independiente y conseguirlo, el querer ser subjetivo como la mejor forma de llegar a la objetividad.

Lo más terrible, Antonio, y perdona ahora por no haberme ido contigo, pero verás que seguí tus consejos y no me fui con nadie, que me quedé en casita a efectos radiofónicos, lo más terrible, te decía, es que tu programa, que se llamaba La Mañana, es ya el ayer. Tus mañanas tenían mucho mañana dentro y, ya ves, ahora sólo tienen este terrible ayer marbellero. Sí, he escrito marbellero, y no marbellí. Es lo que eras. Del pueblo de Marbella. Si por muchas cosas te admiraba, no menor causa era esta de tu fidelidad a un trozo de tierra andaluza, de mar marbellera. Marbella, tu cuna y tu sepultura. Pero una Marbella como tú, una Marbella de verdad, no un sarao agosteño para uso de madrileños. Eras marbellero, nunca marbellí. Si por muchas cosas te admiraba, también porque llegabas a Marbella e ibas a vivir la mar y los silencios de Sierra Blanca, no a pintar la mona como tantos de tus compañeros de los Madriles. Nunca nadie te vio en los gunileos al uso en la Costa. La mar o la escopeta, ¿habrá más verdad, que la del cazador o la de las aguas del mar? Así que cuando hoy, a la hora del café y la tostada de pan con aceite, ponga la radio y quede inaugurada esta honda tristeza de la mañana, pensaré que es un largo puente y que si no estás es porque te has ido por ahí con la escopeta y el perro. O en un barco de sueños, por la mar de verdad de tu Marbella.

 

Pinche para conectar con El Mundo, edición íntegra en Internet

 

   


Volver al comienzo de esta página

Regresar a la pagina principal


 

Enviar correoCorreo