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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, martes 5 de enero de 1999


San Pancracio y el euro

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San Pancracio con su dedo tieso

Como la cibernética la cargan los ángeles, San Pancracio en persona me ha puesto un correo electrónico. Aunque está contento porque gracias a la lluvia fina del PP cada vez tiene menos trabajo ( a más puestos de trabajo, menos trabajo para San Pancracio en su puesto), me muestra su preocupación: " Todo, don Antonio, por culpa del euro. Y no es que yo, como santo, esté en contra o a favor, sino todo lo contrario. Pero es que, mire usted, con las nuevas monedas que pondrán en circulación, los centavos de euro, me han creado un grave problema de marketing de milagros, cuando con estas cosas santas no se debe jugar. Lo diré: las monedas nuevas no tienen agujerito en el centro. Y si las monedas no tienen agujerito, ¿qué me van a poner en el dedo tieso de mis imágenes? Todos los españoles de bien que confían ciegamente en mi buen hacer y amorosa y devotamente me ponen una monedita, ahora de 25 pesetas, en ese mi dedito que trae la abundancia y la buena dicha al hogar que me acoge, ¿qué me van a colocar ahora? Y nada digo en los miles de comercios de la nación, donde soy más fijo de plantilla que la licencia de apertura puesta en un marco.

"Como ve, don Antonio, mi temor está más que fundado. En un país que organiza un motín tan sólo por unos centímetros de capa, qué no organizará cuando comprenda que a su San Pancracio no le pueden poner la monedita que requiere para que sus favores se cumplan. Y no es porque yo necesite de esa moneda, ya ve usted qué necesidad tengo de cinco duros en el cielo desde el que le escribo. Pero se ve que estos señores del Banco Central Europeo son unos descreídos, de los que confían más en los dones milagrosos del euro que en los verdaderos prodigios de mi santidad. Ya sé que son todos medio protestantes, calvinistas y esas cosas, Burgos, pero una cosa son los santos en general y otra cosa soy yo, San Pancracio. Por eso, don Antonio, desde su pluma, intente convencer a esos descreídos, que aún están a tiempo... Total: es sólo coger un taladrín y hacer un agujerito a la monedita de diez céntimos y todos seguirán creyendo en el euro que viene. Me dirá usted que también me pueden poner perejil, ¿pero quién sabe del futuro del perejil en la Europa verde? No, lo mío, lo cristiano, es que me pongan ustedes mi monedita con su agujero. Porque usted mejor que yo sabe que ni bonanza del PP ni nada. Esta prosperidad la alcanzaron los españoles a base de ponerme moneditas de cinco duros en mi dedo tieso."

 


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