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Gracias a la candidatura de Gil el de Marbella, el
PP se acuerda de Ceuta y de Melilla |
Salvo que a unos negros del Africa tropical en vez de colacao les den
haloperidol; salvo que se rompa una presa y mate a unas cuantas docenas de criaturas;
salvo que un presunto avión con un presunto piloto presuntamente borracho se estrelle y
la palmen otras cuantas docenas de criaturitas más; salvo estas cuestiones, o que toque
el Gordo de Navidad, o que alguien acierte el bote de la Primitiva, aquí no se habla de
Ceuta y Melilla más que cuando un moro notable se cabrea y va y dice en la ONU que
aquello es suyo, que a ver cuando lo devolvemos. Melilla celebró los quinientos años de
dolerle la boca de decir que era española, ¿y usted vio al Rey por allí? Porque yo no
lo vi. Ceuta pidió y obtuvo a duras penas su Estatuto, ¿ y usted vio al presidente del
Gobierno por allí? Porque yo tampoco lo vi. Es más: como no se había roto ninguna presa
ni había polideportivos empetados de ataúdes, ni siquiera fue una Infanta de España,
que suelen ser muy socorridas para estos casos.
Y yo no sé lo que ha pasado, que de golpe
todo el mundo se ha puesto a hablar de Ceuta y de Melilla. Anda, pues resulta que ahora
sí que existen, y que ahora sí que deben ser tenidas en cuenta, aunque no haya ocurrido
ninguna catástrofe. Y es que puede ocurrir otra. Que el GIL de Gil y Gil pueda ganar en
Ceuta y en Melilla no se presenta como una posibilidad del libre juego electoral, sino
como una catástrofe. Y como cada vez que ocurre una catástrofe en nuestras ciudades de
la otra orilla del Estrecho, allá que van todos, de bomberos, pero pisándose la
manguera. ¿De qué y de cuándo Javier Arenas iba a haber ido a Ceuta y a Melilla del
tirón, si no se hubiera presentado Gil? Habría ido lo que Aznar o lo que el Rey hasta
ahora: nada. A Ceuta y a Melilla le habrían echado la misma cuenta que cuando pedían su
Estatuto de Autonomía: ninguna.
Por eso me encanta que Gil se haya
presentado por ambas ciudades, para mí que no sólo españolas, sino andaluzas de la otra
orilla. Aunque Gil crea en la democracia menos que Pedro Almodóvar en el jurado de
Cannes, si no intentara poner a Ceuta y a Melilla como a Marbella, ni siquiera yo estaría
escribiendo este artículo sobre nuestros tradicionales olvidos. A Gil no le dejaron hacer
una isla frente a Marbella, y, mire usted por dónde, está construyendo sendos puentes
sobre el Estrecho para romper ese olvido. ¿Que las quiere transformar en Ceutella y en
Melella? Puede ser. Lo que es una pena es que la lección de Ceuta y de Melilla se la haya
tenido que dar al PP precisamente Gil.
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