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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, viernes 28 de mayo  de 1999


Mis cintas del Cesid

Perote, sin premio, y Manglano
Perote, sin premio, y Manglano

No tiene mérito que lo del escándalo de las cintas del Cesid ocurriera en tiempos de Rege Carolo, como dice Rocío Jurado, que es muy latinista de la Bética por la parte de Turris Scipionis, vulgo Chipiona, y se domina los ablativos absolutos casi tan bien como el poderío de la copla. Entonces teléfono móvil sólo tenían los que tenían que tenerlo: los ricos. Así no tiene mérito grabar a la gente... Así se las ponían a Fernando VII cuando estaba colocado de espía en el Ventorrillo del Chato para oír el trágala de los constitucionales doceañistas gaditanos. Lo de entonces de Manglano y de Perote, sin premio, no tenía mérito. Era como cuando Franco iba de montería por la parte de la Virgen de la Cabeza. Se echaba la escopeta a la cara el Invicto y, pum, le aventaba dos tiros al primer venado de dieciocho puntas que aparecía, que para ello Fuertes de Villavicencio se los iba soltando desde una jaula, como a Angel Cristo le sueltan los leones en el circo. Lo de Perote y Manglano, con la mano, lo mismo. Era como meter la caña de pescar en el acuario de una tienda de mascotas. Enchufaban el escáner y, hala, si no te salía el Rey llamando a la clínica de Navarra te salía Pedro J. Ramírez preguntando a Javier Ortiz a cuántas columnas llevaban por fin en primera el mangazo del día de aquellos señores de la mangoleta. Como entonces teléfono no tenían más que los ricos, pues estaba tirado espiar. Enchufabas y te salían los presidentes de los bancos, los grandes de España, los chicos de Banesto, que aunque eran chicos daban un por saco tremendo, te salían los secretarios generales de los partidos...

Ahora te quería yo ver, Manglano, aquí te quería ver, Perote, intentando grabar algo medio interesante con el escáner en esta España de los siete mil millones de teléfonos móviles con tarjeta activa, pasiva y perifrástica. Y no lo digo a humo de pajas, sino que lo he probado. Tengo un escáner de la señorita Pepis que me compré en Radio Shack en Nueva York, setenta dólares de vellón, lo he enchufado, y he aquí mis particulares cintas del Cesid, para que vean qué mierda sale ahora si va uno de Manglano y de Perote por la vida.

Voz de señora mayor.- "Niña, Encarni, ¿me se oye? Mira, que no se hablar por este cacharro, mira, niña, que no te preocupes, que compra en Alcampo lo que tengas que comprar, que a por la Vanessa voy yo al colegio si son las doce y no has llegado..."

Voz de puretona.- "Bueno, Pepe, cuelgo, que suena la puerta y creo que es Manolo..."

Voz de niño pijo.- "Que no, tío, déjame que te explique, que no es nada de ese mogollón, tío, mira, tú le dices a Cristina..."

Voz de puretona otra vez.- "Pepe, ¿estás ahí todavía? Que no, que no era Manolo, que era el del butano... Sí, deje usted dos bombonas... Bueno, Pepe, te dejo que tengo que colgar porque está aquí el del butano con las dos bombonas en la mano..."

Voz de muchacha.- "¿Y tú crees que lo tendrán de mi talla? ¿Pero es el mismo así de color azulito que vimos? A lo mejor voy y lo han vendido ya..."

Voz de parguelón grande.- "Ay, Juanito, no me digas esas cosas, que una no es de piedra..."

Voz de niño.- "Hola, soy Edu..."

Voz de hombre que responde.- "Vete a tomar por culo, Edu, no seas más jartible..."

 

 

 


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