ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  27  de mayo de 2014                 
                                
 
Colgar balcones
 
Igual que hay unos pecados capitales sevillanos, como la ojana, también existen unas obras de misericordia sevillana. Una obra sevillana de misericordia es dar cobijo y hacerle un sitito al que viene angustiado en una bulla de cofradías en la delantera de un palio, arrastrado por una marea entre ciriales, llevado por un sunami humano. Y como esa obra de miswericordia existe, desde aquí he de dar las gracias a los oficiales de la mesa de la Hermandad de Montensión que cuando la Esperanza venía hacia la Plaza de los Carros y la bulla nos arrastraba, la ejercieron, pues nos dieron cobijo y un sitito entre ellos al redactor de pamplinas que suscribe, a Manuel Román, a Loli Reina, a Enrique Miguel Rodríguez y al marqués de Valencina. Gracias a la caritativa hospitalidad de la mesa de Montensión vivimos un momento irrepetible: ver frente a frente a la Virgen del Rosario, espléndida de Jueves Santo con su manto abullonado, y a la Esperanza, que estrenaba el bulloneo de concha de Venus en los pliegues de su manto. Coronada frente a Coronada. Allí, dentro de aquel suspiro hecho capilla, Antonio Santiago rompió las leyes de la Física. No sólo metió hasta el altar el palio de la Esperanza sino que...¡le dio la vuelta completa dentro de la capilla! Mientras fuera caía la dulce lluvia de las petaladas, la gente tocaba las palmas y el sol brillaba en la seda de los mantones de los balcones colgados.

Ay, los balcones colgados... En pocos sitios como en nuestra tierra existe el arte de colgar balcones. Colgar bien un balcón es tan difícil como poner bien una mantilla. Hasta la propia expresión es hermosa: "Colgar balcones". ¿Usted vio cómo estaba Sevilla de balcones colgados cuando el sábado la Esperanza venía hacia la Catedral¿ ¿Se imagina cómo va a volver a estar este sobado, cuando vuelva a San Gil? Toda llena de balcones colgados. Bueno, pues que la Santa Lucía de Santa Catalina le conserve la vista a la Real Academia Española, que en el Diccionario, al dar la definición de "colgar" dice que es un verbo "desusado". ¿Desusado, carnes mías? Cómo se ve que no tienen ustedes ni paladar ni puñetera idea del habla sevillana... Eso que ponen ustedes en el DRAE como "desus.", la séptima acepción de "colgar", es lo que sabe hacer Sevilla como nadie en el mundo: "Entapizar, adornar con tapices o telas". Y con mantones de Manila, hijos míos de la Española, con mantones de Manila...

Qué hermosa estaba Sevilla el sábado, con la vieja tradición de colgar los balcones. Así recibíamos a los Reyes cuando venían a casarse en el Alcázar. Así se ponen los barrios cuando Su Divina Majestad proclama en público la primavera de la Pascua Florida. Hay una forma de colgar balcones en el centro y otra en los barrios. En el centro se cuelgan los balcones con paños de damasco rojo, con galones dorados. Sobrias colgaduras, voz que sí recoge el DRAE tal como se entiende en Sevilla. "Colgadura: Tapiz o tela con que se cubre y adorna una pared exterior o interior, un balcón, etc., con motivo de alguna celebración o festividad". Pero en los barrios, en San Gil, en la Feria, en San Juan de la Palma, el pueblo llano sevillano no cuelga los balcones con costosas colgaduras de damasco hechas en Los Caminos o en Casa Rodríguez, las de Corpus y las del Domingo de Ramos, sino con lo mejor que tiene en la casa. Para colgar los balcones, en los barrios se abrían los arcones, las cómodas y los roperos y se sacaba lo mejor de la casa: los mantones que trajo el Galeón de Manila. Y si no hay mantones de Manila, se cuelgan los balcones con colchas nupciales, con la que se ponía en la cama del enfermo cuando iba a venir el médico. Hicieron bien los macarenos que el sábado colgaron su humilde balcón con la mejor colcha. Iba a venir la Divina Médica, la que, como su Hijo de San Lorenzo, cura hasta los resfriados. Y a mí, mientras nos acogían los hermanos de Montesión para ver de cerca la Perfección de la Belleza, me sonaba en el recuerdo de la Plaza de los Carros donde creció mi alfayate la reescritura de la sevillana de Paco Astolfi y Manuel Pareja Obregón: "Que se cuelguen los balcones/y las calles con romero,/ que a Montensión la Esperanza/nos trae un pedazo de cielo".

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