Cuando aquel 25 de octubre de 1881, terminado el parto, apamplada
aún por los dolores, doña María Picasso López preguntó si había sido niño o niña
lo que acababa de alumbrar, la comadrona le dijo:
-- Ha sido un andaluz
universal precioso...
En vez lo clásico de si
parece al padre o a la madre, todos decían:
-- Hay que ver lo que se
parece este niño a Picasso, así calvito...
Para corroborarlo, una paloma
se posó en la ventana. Y dijeron:
-- Mira, ha venido a verlo la
paloma de Picasso...
Desde su nacimiento, la vida
de Picasso es un largo camino hacia sí mismo, en rebeldía con cuanto le rodeaba.
Pudiendo haber sido un convencional pintor malagueño, en la rastra de su padre, José
Ruiz Blasco, acabó en genial pintor no se sabe bien de dónde, del universo quizá, del
mundo del Guernica, de los arlequines, de las señoritas de Aviñón, de la paloma
que no se equivocaba. Málaga perdió un gran presidente de la Real Academia de San Telmo,
pero la Historia del Arte ganó un genio. Picasso estaba predestinado a ser un pintor
académico, de medalla de oro de las exposiciones nacionales y de cuadros muy
costumbristas con nocturnos de la Caleta. Como era un Mozart con paleta, a los 10 años ya
le auguraban que incluso llegaría a pintar un retrato de algún Larios. Pero Picasso no
estaba por la labor. Estaba por el niño de Ciencia y caridad y estaba por coger el
portante y marcharse con ese cuadro bajo el brazo para ingresar con 15 años en la Escuela
de Bellas Artes de Barcelona. Emigración se llama la figura. Picasso fue el primer
emigrante andaluz a Barcelona, e incluso hay quien afirma que llevaba sus paletas y
pinceles dentro de una maleta amarrada con guitas cuando cogió El Catalán. Y como eran
los años del desastre y España había perdido las colonias, nuestro malagueño decidió
en 1898 que como ya no podía perder Cuba, Puerto Rico y Filipinas, él de momento iba a
perder el Ruiz del apellido paterno para empezar a ser Picasso. Llamándose Ruiz se puede
ser héroe del 2 de Mayo, pero no genio del arte. Antonio Ruiz Soler perdió el Ruiz y el
Soler para ser Antonio el bailarín a secas, y Pablo Ruiz Picasso perdió el Ruiz de la
pintura académica para encontrarse a sí mismo, de acuerdo con el lema que (de haber
vivido unos añitos más y haberlo hecho Don Juan Carlos I Marqués de la Paloma de la
Paz) hubiera figurado en sus armas heráldicas: "Yo no busco, encuentro".
Picasso fue un precursor que
encontró antes que nadie todo lo que buscaba. Tuvo que venir la guerra civil y tuvo que
venir el bombardeo de Guernica para que España llegara al periodo azul de la dictadura
del Movimiento Nacional, ¿no? Bueno, pies Picasso pasó ese trago mucho antes, y por
mucho menos tiempo. A saber: periodo azul de Picasso: 1900-1904; periodo azul de España:
1936-1952 (llegada de los americanos de las bases y las alturas de las bombas de
Palomares). Los cuadros de Picasso hay que mirarlos siempre considerando su fecha. Y
pensar en lo que en esa misma época se está pintando en Sevilla, en Cádiz, en Córdoba.
Picasso no pintó a la mujer morena bajo ningún concepto, sin dejar de ser por ello tan
andaluz como Romero de Torres, cuando Julio se pasea con su capa y su sombrero.
Para comprobar la andalucidad
de Picasso, por encima y por debajo de su universalismo, basta hacer una lectura del
lorquiano Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías teniendo delante una
reproducción del Guernica. El caballo, la antorcha, la mujer, la blanca sábana de
Federico fueron pintadas por Pablo para el Pabellón de la República Española en la
Exposición de París de 1937. Sus coetáneos artistas andaluces estaban entonces pintando
triunfales retratos, ora del General Varela, ora del General Queipo de Llano, ora del
Invicto Caudillo.
Picasso, quizá como Manuel
Machado, hubiera preferido ser banderillero de Luis Miguel Dominguín, de lo que se
desquitó pintando la Minotauromaquia. Si no hubiera estado en España el dictador Franco,
hubiéramos visto a Picasso en San Fermín, en la Goyesca de Ronda con Orson Welles y
Antonio Ordóñez. En este punto, Hemingway paseó sus borracheras por la España de
Franco como usurpador del puesto que le correspondía a Picasso. Quien se fue a vivir al
Sur de Francia quizá para estar más cerca del Sur de España. Su estudio era allí un
cuarto de los cabales donde, poco antes de su muerte en 1973, un día lo vemos torear por
verónicas con una toalla y otro día recogerse el pantalón corto y marcarse un bailecito
por fiesta que no se puede aguantar. Quien rompía con los cánones del arte es seguro que
tenía que saber darse su vueltecita flamenca con mucho arte. Todo lo cual refiero para
que conste en acta y para rescatar la memoria andaluza de un malagueño universal que para
algunos es un pintor comunista entre francés y catalán que sacó de pila a Miguelito
Bosé.