AHORA SÉ POR QUÉ se mata y por qué se muere: he salido en el
"Hola". Pero no he salido en el "Hola" como
escritor, ni por haber publicado un libro o por haber ganado una vez el
premio Cavia, que dicen que es el Toisón de Oro del periodismo. Tampoco
he salido en el "Hola" saludando desde el córner en una boda
de famosos; o sentado en cuarta fila en la conferencia de un político
en casa de Paloma Segrelles, vulgo Club Siglo XXI; ni en segundo plano
de una fotografía a amigas célebres como Rocío Jurado, Mimi
Medinaceli, Cayetana Alba, Cristina Hoyos o Ana María Abascal. Como no
se trataba de una página de modas, tampoco he salido en mi más
conocida faceta pública: el hermano que tiene en provincias la famosa
zapatera Pilar Burgos, la de la calle Claudio Coello.
He salido en el "Hola" como Dios manda: por la Iglesia, no
por lo civil. Quiero decir que he salido en el "Hola" como
padre del novio, en la boda de mi hijo Fernando Burgos con Stefanie Ohm,
en la capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral de un pueblo que
hay un poquito más abajo de la estación de Atocha y que se llama
Sevilla. Esto de salir en el "Hola" como padre del novio,
lejos de darte un enorme complejo de Spencer Tracy al lado de Catherine
Hepburn, que es lo que me creía que iba a producir, te da idea de por
qué la prensa llamada del corazón es lo que es y tiene la importancia
que tiene. Por eso digo que ahora sé por qué se mata y ahora sé por
qué se muere. Ahora sé por qué se llama a los famosos cuando se
inaugura una tienda, de modo que quienes bendicen los establecimientos
no son ahora los párrocos de la feligresía, como antaño, sino los
obispos sufragáneos de la conferencia episcopal de la prensa del
corazón. Porque no solamente he salido en el "Hola" sino,
gracias a la generosidad coterraña del portuense Javier Osborne y al
estilo de la familia Sánchez Junco, he aparecido como si fuera por lo
menos un grande de España: en color y sin pedirlo. Cuando Fernando se
casó, vinieron algunos amigos que son famosos. Tantos, que hasta a la
puerta de la iglesia nos hicieron fotos de las que llaman
"robadas". A la mañana siguiente me llamaron compañeros de
algunas agencias:
-- ¿Podrá usted darnos unos datos de la boda de su hijo?
-- ¿Por qué?
-- Es que tenemos unas fotos que hicimos a la salida a la duquesa de
Alba, y a Curro Romero, y al duque de Segorbe, y las queremos dar...
-- Yo se lo agradezco mucho, pero esas personas estaban allí como
amigos. Yo les rogaría que no publicasen esas fotos...
Me hicieron caso. Como me lo hizo Manuel Gallardo, el veterano
fotógrafo de "Hola" y privilegiado cronista gráfico de la
sevillanía de la Condesa de Barcelona, cuando me dijo que iba a mandar
al "Hola" las fotos que le encargamos para nuestro recuerdo.
Hasta que muchas semanas después, de broma, le comenté a Fernando mi
hijo que Gallardo quería mandar sus fotos al "Hola" y aunque
no es hombre de estas cosas, sino arquitecto serio y radical, me dijo,
rama guasona que al tronco sale:
-- Dí que sí, verás el pitorreo que me van a armar mis amigos...
De pitorreo nada. No hay nada más serio que salir en el
"Hola". Sobre todo si se tiene la delicadeza y el estilo de
los Sánchez Junco, que no pusieron a Fernando como "el hijo
de", sino que pusieron a Antonio Burgos como un señor que pasaba
por allí y que, anda, pues resulta que era el padre del novio que se ha
casado con esta chica alemana tan guapa, con ese fachón. He comprobado
por qué en revistas del corazón es como lo del escalafón taurino que
decía El Guerra: "Después de mí, aide y después de naide,
Fuentes". Después del "Hola", naide, y después
de naide, el "Semana", que por algo lo fundó mi
maestro, el novelista Manuel Halcón.
He ganado, como les he dicho, premios de novela. He publicado docena
y media por lo menos de libros. Llevo escribiendo en los papeles desde
que tenía pantalón corto. Pero ante la cajera del supermercado, ante
la antigua compañera de internado de Isabel, ante los vecinos del
tercero, ante la dependienta del Corte Inglés, sólo ahora he ganado
prestigio, respeto, consideración:
-- Que viene usted en el "Hola"...
No te dicen "que sales en el "Hola". Vienes en el
"Hola" como el nombre de los altos cargos en los nombramientos
del Consejo de Ministros; como Cela en la Enciclopedia Británica; como
Witiza en la lista de los Reyes Godos. No eres tú el que sale en el
"Hola". Es el "Hola" el que desde ese momento entra
en tu vida y te da el marchamo social de que eres alguien en España.
Tía Charo Ortiz de la Tabla y Spínola, que vive en Madrid, llama
corriendo a su sobrina Isabel, llena de orgullo:
-- ¡Que venís en el "Hola", guapísimos todos...!
Desde Guadalajara (México), la ganadera Carmelita Madrazo me pone un
correo electrónico: "Bien lindos os vi en el "Hola",
cómo se saben poner de bien la mantilla las sevillanas..."
Marivis, desde San Sebastián, es ahora más partidaria mía que nunca.
Y no vean la cantidad de gente que se nos ha enfadado. No por envidia,
ni porque no los invitáramos a la boda, sino porque perdieron quizá la
única ocasión de su vida para haber salido en el "Hola".
Así que, querida familia Sánchez Junco, querido Javier Osborne, ya
me puedo morir tranquilo. Como marca la tabla, en esta vida he plantado
un árbol, un jazmín lunero, esqueje de uno que Joaquín Romero Murube
tenía en el Alcázar de Sevilla. He escrito un libro; y, no conforme
con ello, luego otro, y otro, hasta el de Curro. Y he tenido un hijo:
"Ha sido un arquitecto precioso", me dijo la matrona cuando
nació poco después de mayo de 1968. Ese hijo querido, ahora, se ha
casado. Es como si Fernando me hubiera cruzado caballero de una orden
militar de nuestra hora. Porque he salido en el "Hola" como
padre del novio, suegro de la novia y marido de la madrina guapísima de
la mantilla blanca.