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                A
                la verdad, como siempre pasa en todas las guerras, también le
                han producido destrozos importantes los letales triquitraques de
                las bombas que tiran los fanfarrones sobre Bagdad. Los daños
                colaterales producidos en el cuerpo de la verdad no vienen en
                los partes de bajas. Por ejemplo, el monopolio del pacifismo.Si
                somos tantos los que estamos contra la guerra, contra todas las
                guerras, ¿por qué dejarlo en manos de los profesionales del
                pacifismo? A algunos nos causa tanto espanto la guerra como el
                pacifismo profesional de los que están contra ella. Porque así
                no hay forma de saber que quizá sean más los que están contra
                la guerra y contra esta guerra, pero que no se echan a la calle,
                no enarbolan banderas republicanas, no convierten los deseos de
                paz en carnavaladas con el monigote del Tío Sam y otras
                mascaradas de simulacros de bombardeos. Si los que se llaman a sí
                mismos pacifistas apedrean oficinas, queman contenedores,
                insultan a la gente, ¿qué harán entonces los belicistas?
                 Es terrible el ardor guerrero
                de los pacifistas profesionales.Les importa la verdad un
                pimiento. Todo vale. Es lo que ha pasado en Sanlúcar de
                Barrameda, donde la verdad ha quedado tan maltrecha como la vida
                en Basora. Iba Carlos Iturgaiz a apoyar la candidatura municipal
                del actual alcalde conservador de la Ciudad de la Manzanilla, y
                allá que estaban, voz en grito, los integrantes de la
                plataforma «Sanlúcar por la paz». Y se pusieron a llamar a
                Iturgaiz precisamente lo único que Iturgaiz no es bajo ningún
                concepto: «asesino».A Iturgaiz se le puede llamar de todo,
                menos asesino. Si quien hace mucho tiempo se esta jugando la
                vida y entregando cualquier atisbo de tranquilidad personal,
                cambiando de domicilio cada mes, en aras de la paz
                constitucional en las Vascongadas es un «asesino» para los
                profesionales del pacifismo, ¿qué son entonces los pistoleros
                de la ETA contra los que hace lustros que Iturgaiz da la cara?
                Si un asesino es quien permanece en el punto de mira de los
                criminales, ¿qué son pues los que lo tienen en la diana?
                 Claro que nada de eso le sonaría
                raro ni nuevo a Iturgaiz. Lo único que ocurriría es que tendría
                que preguntar si no se había equivocado de avión y en lugar de
                en Sanlúcar de Barrameda se había plantado en Rentería.
                Iturgaiz está muy acostumbrado a esos métodos de los
                pacifistas sanluqueños. En nombre del sagrado nombre de la paz
                cogieron en Sanlúcar la manzanilla de la libertad, le echaron
                la gaseosa de la violencia y les salió el rebujito de Batasuna.
                Es lo que suelen hacer muchos de los que toman el sagrado nombre
                de la paz en vano: acaban actuando con la violencia y la negación
                de la lógica de la guerra. Con todo, ojalá hubiera en España
                muchos asesinos como Iturgaiz y menos pacifistas como
                Llamazares, a los que no les importa ir del bracete de los
                asesinos de verdad, llámense Sadam, llámense Otegi.
                 
                Sobre
                la guerra,  en El Recuadro:  
                ¿Irá
                el Gafe en el "Galicia"?  
                "La
                falla del Bu" 
                "Azorados"  
                "Sadam
                Hussein vende cal" 
                "Don
                Tancredo en Texas" 
                "Los
                nuevos amos del mundo": opinión de A.B. en la encuesta de
                El Mundo, "Reflexiones ante la guerra"  
                "Suenmano"  
                "El Rey nos manda a
                los albañiles" 
                "Almodòvar
                se juega el Oscar" 
                "Guerra
                no, gracias"  
                "Memoria
                de la fragata Santa María"  
                "Pancarta
                contra la guerra"  
                "Sueño
                goyesco" 
                "Pegatinas
                a la andaluza" 
                  
                
                  
                
                 
                 
                    
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