ermítanme
una confesión, a modo de "composición de lugar" de los
Ejercicios de San Ignacio, cuyas máximas tenemos siempre tan en
cuenta los antiguos alumnos de la Compañía, como Bono o como
Rodríguez de la Borbolla. Que a Bono lo hagan ministro de
Defensa que nos llena de satisfacciòn a los antiguos alumnos.
Bono estudió con los jesuitas, estuvo en el noviciado y se le
nota. Para bien. Hombre, entre un jesuitón réprobo como Arzalluz
y Pepe Bono es que no hay color...
Permítanme una composición de lugar y de tiempo de este
artículo. Lo escribo más tarde que de costumbre, casi a sol
puesto. A la hora en que me meto en el escritorio para el
artículo nuestro de cada día, estaba ante el televisor, viendo
el impresionante funeral de Estado por las víctimas de la
matanza terrorista de Madrid. Y la verdad, viendo esas cosas,
viendo las lágrimas del Rey, a la Reina pidiendo pañuelos,
viendo a tanta gente desconsolada, hay que tener el corazón de
piedra para escribir de algo que no sea el dolor de España.
Tiempo al tiempo, pero cuando en esa misma Catedral tan chunga y
hortera, con esa imagen de la Milagrosa de Olot, con esa sede
arzobispal que parece el paso de la Canina pintado en color
caoba, con ese suelo de dolor de cabeza, con esa entrada donde
recibieron los Reyes el pésame mundial que parece la recepción
de un hotel-residencia de dos estrellas... Cuando en eso
espantoso que tienen en Madrid por Catedral veamos por mayo la
boda del Príncipe de Asturias, nos acordaremos de estas lágrimas
de ayer, de esos hombres como de campo, tan de pueblo, con
lágrimas de padres ante los Reyes.
Había un señor como de por aquí abajo, con un
chaquetón verde, en la esquinita del banco. Su mujer se abrazó a
la Reina y él contenía las lágrimas. Era una de esas caras que
hemos visto alguna vez en algún sitio y no recordamos dónde. Un
cara conocida. Una cara como agitanada. Con esa tez morena, yo
estaba viendo a ese padre con su dolor y estaba pensando por
dentro:
--- Este hombre tiene que cantar divinamente
por Jerez o por Utrera. Por fiesta desde luego, con mucho
compás. Y seguro que sabe darse una vueltecita con todo el arte
del mundo...
Seguramente era uno de tantos y tantos
andaluces que en los años 60 o en los años 70 se fueron al Pozo
del Tío Raimundo, a buscarse la vida que en nuestra tierra se
les hacía adversa. He dicho padre, pero a lo mejor es el abuelo
de ese muchacho estudiante que asesinaron los terroristas con
las bombas del tren. O el padre de uno de tantos y tantos
trabajadores cualificados que hemos visto en los terribles
obituarios colectivos, el bedel de la Biblioteca Nacional, el
suboficial del Ejército, el funcionario del Ministerio de
Economía...
Cuando dieron las listas de muertos y de
heridos, con tantos pobres ecuatorianos y rumanos, dije que por
suerte o por desgracia, esta inmigración de la antigua Europa
comunista o de la América hispana era la que había tomado el
relevo de los Salustianos andaluces que ya no tienen que ir con
su maleta amarrada con guitas camino de una estación. Pero
siempre el sino de la estación en los andaluces. Vi la cara de
dolor y lágrimas de ese hombre del chaquetón verde, seguro que
andaluz, y me acordé del triste sino de los trenes de nuestra
tierra, de aquellos trenes de la emigración a estos trenes de la
muerte.
Esta es la composición de lugar del artículo
que estoy terminando de escribir casi a sol puesto. Tenía
apuntado escribir de Javier Arenas, pero con esa Almudena, ay,
dolor, que he visto, que le vayan dando a Javier Arenas...
--- ¿Más todavía de lo que le han dado, usted?
Sobre el 11-M y el 14-M en El Recuadro
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11-M, con M de Madrid
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Madrid, del 28-F al 11-M
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"Ganas de esperar"
-
"La niña de Guadix"
-
"Dos bofetadas"
-
"Basta ya de jornadas
históricas"
-
"La almohada de Chaves"
-
"Por qué Gallardón no
fue Giuliani"
-
"Somos así,
señora"
-
"Un SMS de premio,
pásalo"