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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, domingo 28 de febrero de 1999


"Zoy andalú, cazi ná..."

En el 28-F, "El Mundo de Andalucía" ofrece unas páginas especiales, en las que diversos escritores comentan "Los siete pecados capitales de Andalucía". A.B. glosa en este monográfico el pecado de soberbia de Andalucía.

"Zoy bético, currista y macareno...cazi ná"
"Zoy bético, currista y macareno... cazi ná"

--Decid, niño: ¿qué cosa es soberbia?

--Apetito desordenado de ser a otros preferido.

--¿Son pecados capitales todas las soberbias?

--No, padre, en cuanto el más pequeño pueblo de la Andalucía, aun sin ser capital, la tiene.

--¿Es Sevilla soberbia?
-- Sí, padre.
-- ¿Por qué?
-- Por el centralismo sevillano y otros miramientos del ombligo.
-- ¿Es soberbia Cádiz?
-- Sí, padre, puesto que allí hay que mamar.
-- ¿Hay en Córdoba soberbia?
-- Sobre todo en Manoletes y materias califales.
-- ¿Granada lo es?
-- Si, en cuanto hasta los reyes moros al tener que abandonarla lloran.
-- La soberbia de Huelva, ¿qué es?
-- Tres cositas que no las tiene Madrid: La Rábida, Punta Umbría y ver los barcos venir al amanecer del día.
-- ¿Y la de Jaén?
-- Mirarse en el espejo del Santo Rostro de Cristo.
-- ¿Málaga es soberbia?
-- Más cuanto en lo suyo a Sevilla sin que se lo reconozcan aventaja.
-- ¿Y lo es acaso Almería?
-- Si en cuanto alcazabas y cultivos de primores.
-- ¿Y son los andaluces soberbios?
-- Una jartá, padre, una jartá...

Y así, como en el diálogo del Catecismo del Padre Ripalda, podríamos seguir preguntando y respondiendo sobre este capital pecado colectivo de los andaluces. Al igual que los mandamientos de ley de Dios se encierran en dos, el pecado andaluz de la soberbia en uno se resume: "Zoy andalú, cazi ná..." Hablando de Dios, el andaluz es tan soberbio de su nación y tierra que en una de sus ciudades empadrona nada menos que a la Madre del Creador, cuando la llama "La Tierra de María Santísima". Hasta podría llegar a pensarse que Dios es andaluz. Soberbia comparable a la de aquel vasco que hablando de las perfecciones de Dios dijo:

-- Mira, Pachi, si Dios es perfecto de humilde, que habiendo podido nacer en Neguri, nació en Belén...

Aquí mejoramos al vasco de Neguri. No admitimos la posibilidad de que la Virgen haya podido nacer en otro lugar que no sea Sevilla, razón por la cual Jesucristo, su Hijo, es medio paisano nuestro. Andalucía es toda, en su conjunto, la tierra del cazi ná. El escudo que diseñó Blas Infante es como un azulejo de riadas de los que existen en las casas de las zonas inundables de las ciudades ribereñas del Guadalquivir. El lema del escudo andaluz es como un "hasta aquí llegó el agua" de la soberbia: "Andalucía por sí, para España y la Humanidad". De casualidad no añadió el Padre de la Patria Andaluza: "Y para el Universo y para todas las galaxias".

Si Andalucía como tierra y como pueblo es tan perfecta que cazi ná puede igualársele, transmite esta altanería a todas y cada una de sus partes, de sus ciudades, de sus pueblos, de sus comarcas, de sus fiestas, de sus devociones, de sus aficiones. Los adhesivos de los automóviles son una letanía de la soberbia andaluza y un catálogo de la excluyente proclamación de la excelencia de lo propio : "Andaluz, rociero y de Huelva, cazi ná". "Soy bético, currista y macareno, cazi ná." Claro que a estos últimos se les puede apear de la soberbia en un instante, en un barroco abrir y cerrar de ojos, como a mí me bajaron de la soberbia de mis predilecciones cuando me dijo un compañero de abono en la plaza de los toros:

--- Tengo entendido que usted es bético y currista... ¿Y usted cuando disfruta?

Pues, por ejemplo, cuando se proclama la excelencia verderona. El "Mucho Betis es" representa una codificación de la soberbia andaluza, que supera muy ampliamente al catalán "el Barsa es más que un club". El Barcelona tiene que ser más que algo, más que un club, más que el Real Madrid. Al verdiblanco Betis le basta la propia esencia de su soberbia, sin segundo término de comparación alguno: "Mucho Betis es". Podrían haber añadido: "Y punto". Que es la misma soberbia sevillana de Manuel Machado: "Y Sevilla". Quizá por efecto de la soberbia cordobesa de Rafael El Guerra, cuando dijo: "Después de mí, "naide", y después de "nadie", Fuentes." "Mi Huelva tiene una ría"... y que le vayan dando a las Rías Altas y a las Rías Bajas. No hay levante como el Tarifa, ni langostinos como los de Sanlúcar, ni mantecados como los de Estepa, ni aguardiente como el de Rute, ni puesta de sol como la del mirador de San Nicolás, ni jamón como el Jabugo, que hasta inventa una soberbia de cinco jotas. Igualmente, en Andalucía, todo marco es incomparable. La Alhambra es un marco incomparable, la Mezquita es un marco incomparable, el Alcázar de Sevilla es un marco incomparables. Los marcos que rodean el cuadro de la soberbia.

Chauvinismo, también dicho ombliguismo, se llama el efecto más inmediato de la soberbia andaluza. "Ad utrumque paratus", pone en latín el león de la puerta del Alcázar sevillano. Y el bético lo traduce: "Manque pierda". La soberbia puede a la adversidad. El referéndum del 28-F fue un colectivo ejercicio de soberbia, ¿quién, los catalanes y los vascos van a ser más que nosotros? Bastó que Lauren Postigo nos dijera "andaluz, éste no es tu referéndum" para que lo fuera... por cojones. La soberbia se transforma en ira cuando al andaluz le tocan la entrepierna del agravio comparativo. Porque los andaluces siempre queremos volver a ser lo que fuimos. Y nos pavoneamos de ello. Nos enorgullecemos de dar emperadores a Roma, premios Nobel de Literatura a la cultura universal. Los mejores pintores, andaluces, Velázquez y Picasso, cualquier cosa, unos pintores de brocha gorda... Los más grandes poetas, andaluces, Bécquer y García Lorca, y Góngora, unos que escribían versitos de almanaque... Si no lo llegan a meter en una cárcel andaluza, Cervantes no escribe El Quijote, y así sucesivamente. Una soberbia de libro, de manual de pecados capitales : "Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás." En Sevilla hay que morir, en Cádiz hay que mamar, todo es posible en Granada, donde no hay desgracia como ser ciego. La soberbia granadina, por presumir, hasta ronea de mala follá y de tierra del chavico. Tenemos incluso la soberbia de los defectos, en la tumba del señorito Miguel de Mañara: "Aquí yace el más pecador de todos los hombres". Hacemos soberbia hasta de la humildad. Como aquel otro señorito terrateniente que presumía ante sus amigos del casino provinciano de que sus cortijos eran los mejores; sus cosechas, las más productivas; sus ovejas, las que más lana daban; sus toros, los más bravos. Hasta que vino un verano de incendios en los campos y los amigos guasones le pusieron un telegrama a los baños: "Grandes incendios en toda la comarca. No te preocupes. Los de tus fincas, los mejores".

Miguel Hernández llama altivos hasta a los humildes jornaleros de la aceituna de Jaén cuando les pide la escritura de propiedad de las tierras donde, naturalmente, no sólo hay los mejores olivos, sino que producen el mejor aceite. En arrogancia no hay quien nos gane. "Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es una corrida de toros", dijo Joselito el Gallo. El andaluz siempre cree que se queda corto en su engreimiento, "orgullo y pobreza todo en una pieza", porque se sabe habitante del paraíso. Sólo puede ser andaluz un poeta que gana el premio Nobel con un libro en el califica a su tierra malagueña de "Sombra del paraíso". Para otro Nobel andaluz, de Huelva, cuando recuerda a su pueblo, "cada casa era palacio y catedral cada templo". Por descontado que un palacio soberbio y una catedral soberbia. Aquí todo es soberbio, aunque no se dice más que cuando un toreo cuaja un toro: "Le dio dos naturales soberbios, y el de pecho, más soberbio todavía." Convencidos como estamos de la superioridad de todo lo nuestro, en el pecado de nuestra soberbia llevamos también la penitencia de nuestra intolerancia. Intolerancia que nunca se reconoce, pues presumimos soberbiamente de todo lo contrario: de tolerancia. Como somos tan intolerantes, presumimos soberbiamente de tolerancia. Que (en las raras veces que se da) suele ser el nombre que le ponemos a la pereza y cobardía a la hora de defender las propias ideas. Si somos tolerantes es porque ésta es la tierra del "hombre, no se ponga usted así". En la Andalucía que echa a los moros, a los que se fueron y a los que no se quisieron ir, que fundó cofradías-gueto para Los Gitanos y para Los Negritos, presumimos de plazas de las tres culturas, de que el epitafio de San Fernando está escrito en todas las lenguas de su tiempo, con traducción simultánea. Presumimos de que la Giralda es mora y cristiana y de que los arcos de la Mezquita cordobesa están levantados con fustes de columnas romanas. Estamos siempre entre la Constitución de Cádiz y el "vivan las caenas", pero, eso sí, las nuestras siempre son las mejores libertades y el mejor absolutismo, el nuestro.

Y es que aquí cazi tó es consecuencia del cazi ná.

 

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