¿Qué pensarían de Alvarez Cascos si en el Carnaval de Asturias se hubiera disfrazado de doberman? ¿Qué pensarían de Aznar si en el Carnaval de la Moncloa...?

-- Menudo Carnaval es la Moncloa, usted lo ha dicho...

Pues eso: ¿qué pensarían de Aznar si se hubiera disfrazado de Charlot? ¿Qué hubieran pensado de Soledad Becerril si hubiera cogido y se hubiese ido al Carnaval de la Alameda de Hércules sevillana disfrazada de Mariquita Pérez? Espere, que hay más: ¿qué hubieran pensado si Chaves hubiera acudido a la final del Teatro Falla gaditano disfrazado de escudo del Barcelona? Pensaríamos que eran unos señores estupendos, con un sentido del humor magnífico, sin el menor complejo. Pensaríamos que el mayor de los ridículos se hace a veces queriéndolo evitar, y que a los toros de las malas lenguas hay que cogerlos por los cuernos, en este caso por los cuernos del Dios Momo.

Otro cualquiera en su caso hubiera montado el cirio pascual (con calcio y desnatada), se hubiera cogido el cabreo del siglo. Román, digo, Franquito, lo ha encajado con el mejor de los espíritus, pues sabe que en estas cosas cabrearse es peor todavía. Y demostrando un sentido del humor que debería ser obligatorio para todos los políticos, ¿saben de qué se ha disfrazado en el Carnaval de Cádiz? Pues de Franquito. Un Franquito perfecto. Hasta el punto de que en el Diario de los Joly, al dar la noticia, titulaban, con la guasa chirigotera de la información: "Franquito se disfraza de Román". Viéndolo tan bien caracterizado de Franco, con sus dos rojos parchones chirigoteros en los cachetes, con una Doña Carmen Polo con sus collares al lado y acompañado por una Pilar Franco con sus estolas de visón, hay que entregar la cuchara y repetir la succionante frase atribuida a Jesús Quintero.

Yo que me suelo meter con los políticos, en este caso no me meto en absoluto con Rafael Román, sino que lo felicito, porque la realidad del Carnaval ha superado, imitándolo, al arte de las parodias periodísticas. Román se ha autovacunado directamente de Franquito y así ha ganado el primer premio de máscaras a pie. Estos políticos con humor que se disfrazan como la gente los ve no tienen el menor peligro. El peligro está en los serios. Esos jefes políticos de Román mismo que, aunque no se disfrazan de Franquito, son más dictadores que el Caudillo. Lo digo en Román... paladino.