ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC,  15 de enero de 2014
                                
 
Canelo cruza la mar
 
 Hoy hace un día de perros. Al menos en este artículo, donde suelen salir mis amos y señores los gatos. Que no creo que tengan la exclusiva de las siete vidas. Llega desde el otro lado de la mar oceana una noticia perruna que me hace pensar que también los perros tienen siete vidas. Que más allá de su muerte, del vacío irremplazable que dejan en las casas donde fueron señores, se reencarnan en otros perros. Si creemos en la otra vida de los hombres, ¿por qué no en la de los perros o de los gatos? Los ojos de ese abandonado perro callejero que te miran con una infinita tristeza, ¿no son acaso los mismos de otro que añora que en una vida anterior estuvo mimado y bien cuidado en una casa con niños y alegría?

Pienso en las siete vidas de los perros porque no sé si recuerdan la aleccionadora historia de Canelo de Cádiz. A Canelo, por su lealtad, de momento le hago los honores de quitarle las comillas en su nombre. ¿Entrecomillamos acaso el nombre de las personas? ¿Por qué entonces los perros han de sufrir la humillaciòn de ver aherrojado de esa forma su nombre? Canelo, sin comillas, fue un perro que conmovió a todo Cádiz, la Catedral, La Viña y el Mentidero. Era de un gaditano que estaba en diálisis en la Residencia. Cada día, el perro acompañaba a su amo hasta el hospital. Mientras el dueño se sometía a la sesión de hemodiálisis, el perro permanecía en la puerta esperándolo, y cuando salía regresaba a casa con él. Hasta que un día aquel gaditano de la diálisis no salió nunca más de la Residencia. Murió allí. Y entonces fue que Canelo no se marchó nunca de la puerta de la Residencia, esperando a su amo. Como esas hermosas historias cubanas de hombres vestidos de blanco que cada atardecer esperan en el muelle la llegada de un barco que nunca arribará, porque fue donde naufragó su amada, Canelo estuvo años y años a la puerta del hospital aguardando a su dueño. Hizo de la calle su casa. Los vecinos lo cuidaron y atendieron, conmovidos por la historia de su fidelidad más allá de la muerte. Hasta que el 9 de diciembre de 2002 el Volvo de un turista que se dio a la fuga terminó con la vida de Canelo, arrollándolo en el paso de peatones que tantas veces había cruzado a las puertas del Hospital Puerta del Mar. ¿Terminó aquel auto con la vida de Canelo de Cádiz? Quizá no. Porque he visto su reencarnación al otro lado de la mar, en Cochabamba de Bolivia. Allí, en una esquina de la Avenida Papa Paulo, está desde hace cinco años un perro que no se mueve del sitio. Sigue esperando a su amo. Era un estudiante que iba todos los días a la Universidad en moto, seguido por su perro como galopante escolta. Hasta que un día el muchacho fue embestido por un taxi en esa esquina. Lo metieron malherido en un taxi y murió camino del hospital. El perro quedó allí esperándolo. Allí sigue desde entonces. ¿Por qué? Tengo la clave. Porque como en un cante de ida y vuelta, como una Catedral indiana que se quedara por embarcar en Cádiz y se hiciera iglesia del Carmen, ese perro que cada día acompañaba a su dueño a clase era la reencarnación de Canelo.

A ese perro Muy Leal, como de lema de escudo de ciudad vieja, le han puesto Hachi los que lo cuidan en la esquina de Cochabamba. Hachi, en recordación de Hachiko, el perro japonés que en 1925 seguía esperando en la estación cada día a su amo, un profesor de Universidad muerto de un ataque cerebral mientras daba clase. A Hachiko le hicieron una película, "A Dog's Story", protagonizada por Richard Gere y le pusieron una estatua en el lugar donde esperó años y años a su dueño. También a Canelo le dedicaron el nombre del callejón donde su lealtad aguardaba y tiene su monumento: "A Canelo, que durante 12 años esperó en las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo de Cádiz como homenaje a su fidelidad. Mayo de 2002". Pero el mejor monumento lo tiene Canelo, como un cante de ida y vuelta, como un tango de Carnaval, como una habanera, en ese perro boliviano en el que se ha reencarnado. Allí le dicen Hachi. Y a mí eso me suena tan gaditano como La Uchi de La Viña... 

SOBRE ESTE TEMA:

Antonio Burgos: Tango para Canelo en su muerte

La historia de Canelo de Cádiz  http://www.gentedecadiz.com/?p=6237&cpage=1#comment-697

La historia de Hachi de Cochabamba  http://www.abc.es/sociedad/20140113/abci-perro-llora-dueno-201401130903.html#.UtO5yEQTeCw.twitter 

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