Y vamos con Casillas, como el "vamos con la segunda" de las sevillanas. Antes que la Selección de España se viniera con honra y sin barcos de la aventura ultramarina del Mundial, Casillas ha marcado un gol. Ya sé: lo de Casillas, salvo casos desesperados de empate en la prórroga de una final, no es subir a rematar un córner y marcar un gol. Lo de Casillas es pararlos, aunque algunos se partan de risa ahora al recordar dos dígitos encajados: el 5 de Holanda y el 2 de Chile. Como pueden comprender, el Casillas del gol al que me refiero no es el Casillas de Sara Carbonero. Y no le ha marcado el gol ni siquiera a Australia, que está tirado, sino al Tío de la Coleta, al demagogo de Podemos, que es más difícil y meritorio, porque es un ídolo, un mito, un monstruo para todo el peluserío nacional. Para toda la Castuza. ¿Ah, no saben qué es la Castuza? Pues los que aseguran que la culpa de todos los males patrios es de la que llaman La Casta. Esos a los que no se les cae la palabra "Casta" de la boca no son gente: son gentuza. Por eso, la que ellos, a su vez, han creado, no es la casta radical, es La Castuza, en la que los antiguos antisistemas se disponen a mangar del sistema, pero por todo lo alto, incluido desayuno en el Ritz pagado por la oligarquía financiera y por todos los tópicos del capitalismo con el que dicen que quieren acabar. ¿Será que quieren acabar con el capitalismo a base de mangarle cruasanes en los desayunos del Ritz?

Y allí fue que llegó Casillas y, ¡hala!, le marcó el gol del siglo del Tío de la Coleta. El escrachador, escrachado. El Casillas que llegó es algo tan poderoso y efectivo como una cuña de la misma madera. Este Alberto Casillas que dio el mitin en el mitin proetarra del Tío de la Coleta ha pasado de héroe a villano para la Castuza en menos de horas veinticuatro. Fue aquel heroico camarero del Bar El Prado que cuando los pelusos del 25-S huían de la Policía en su "Rodea al Congreso" se puso con las manos extendidas a la puerta de su establecimiento para que la UIP no detuviera a los que se habían acogido a Fuero de Cerveza como en la Edad Media se metían los delincuentes en las iglesias para ganar el Fuero de Sagrado. Ahora me explico aquella foto del camarero con las manos extendidas a la puerta del bar, para impedir la entrada de la Policía como quien va a parar un penalti. ¡Era Casillas! Alberto Casillas, que se ha llevado 29 años currelando en Venezuela y se ha tenido que venir al llegar Hugo Chávez, dejando allí a su mujer y a su hija. Que las están pasando tan negras como denunció ante el Tío de la Coleta, el gran cómplice y beneficiario de la dictadura venezolana. Lástima que el Marqués del Bosque, en vez a los enanitos, no se llevara al Mundial a este valentísimo Casillas y no al otro, a Iker. Porque ahora Del Bosque tendrá que devolver al Rey el título de marqués como Suárez Illana devolvió el Toisón de su padre don Adolfo, ¿no?