Este adjetivo del título, "barero" (perteneciente o relativo a los bares) lo he puesto como un homenaje a mi querido antiguo redactor jefe de ABC de Sevilla, a don Manuel Olmedo Sánchez, doctor en Químicas; el que se firmaba "Don Fabricio II" en sus crónica taurinas como homenaje a su padre, don Antonio Olmedo, que fue director de este periódico en sus inicios de la Huerta de la Salud. Don Manuel Olmedo es decano de los periodistas sevillanos y me parece que número 1 de la Asociación de la Prensa, y a quien tengo el gusto de saludar cada verano en cuantito llego a Matalascañas, que está siempre el hombre allí con su gorrita haciéndose largos de andadura por las instalaciones deportivas para mantenerse en forma a sus muchos años. Olmedo era divertidísimo en la Redacción. Buen cantante, con voz de tenor y mejor humor, nos cantaba la romanza del "Adiós, Granada, Granada mía", y añadía que era lo que decían los capitanes de Artillerìa cuando las piezas de la batería a su mando acababan de disparar sobre el enemigo; que se despedían de la granada que lanzaban, vamos. Y se sabía Olmedo un Tenorio en broma que recitar solía y que no sé si era el que escribió Manolo Barrios con Agustín Embuena en los tiempos del programa satírico "Piruetas" de Radio Nacional de España en Sevilla, u otra versión. El caso es que Olmedo recitaba el famoso dialogo de la Hostería del Laurel en broma:--¿La Hostería del Laurel?
-- En ella estáis, caballero.
-- ¿Está en el bar el barero?
-- Platicando estáis con él...
Bueno pues los bareros, o sea, los hosteleros, cuyas tecnologías punta como el toldo-calefactor, el paraguas a butano o el tanque de salmuera elogiamos convenientemente el otro día, están que no paran y que lo tiran. Un lector nos hace ver que en la ciudad de los 10.000 veladores los bareros han inventado el que llama "Invernadero de Acera". Es la versión local de las terrazas cubiertas de París o de Barcelona. Allí son construcciones definitivas, de mampostería, con su cubierta y sus cristaleras, dentro de las cuales ponen los veladores. Aquí en Sevilla, no. Aquí en Sevilla, capital de las arquitecturas efímeras, de las portadas de Feria o del Corpus, de los altares de quinario y de la "Statio Orbis" para la beatificación de Sor Angela, los bareros han encontrado la forma de crear terrazas cerradas efímeras sin necesidad de colocar un solo ladrillo ni de poner cubierta alguna ni pilares para sostenerla. Es un avance más de la Industria de Leopoldo Échame el Toldo, en su I+D+I de Currito Dale al Botoncito.
Currito no le da en este caso al botoncito. Currito lo que hace es que pone un toldo lo mayor posible, que llegue desde la fachada del bar hasta el borde mismo de la acera. Ea, ya tenemos la cubierta del invento hecha, y sin apoyos, en plan Puente del Alamillo. Una vez que el toldo cubre toda la acera, basta con cerrarlo, para que no entre el frío ni se escape la calefacción de los tubos de rayos infrarrojos o placas como solares que se han dispuesto bajo la lona, y para que nadie se moje si llueve. ¿Cómo se cierra? Muy sencillo: del mismo material que el toldo se hace una como cristalera de palillería, simulando ventanitas con el plástico transparente. ¿Usted no ha visto los cierros del Paseo Marítimo de La Coruña? Pues una cosa así, pero de lona y plástico. Como un cierro isabelino enorme, que hubiese sido bajado del piso principal hasta la acera, pero mucho mayor, de modo que allí dentro caben, y bien calentito todo el mundo, sin que se escape un duro de calefacción, ¿qué les digo yo?, diez o veinte veladores.
Por si son ilegales, no quiero citar sitios ni calles, no vaya a ser que les haga la puñeta a los innovadores bareros, lo cual no es mi intención. Es justamente la contraria: rendir homenaje a la capacidad de imaginación de los bareros hispalenses, que han inventado un modo de ampliar sus locales sin que el dueño les suba el alquiler, ni Hacienda les cobre más módulos de IVA, ni el Ayuntamiento más IBI y más tasa de basura.
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