ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 19 de abril de 2015                 
                                
 

El Puntillero

El Código Penal se renueva a cada momento. Igual que cada soldado de Napoleón llevaba dentro del petate su bastón de mariscal, cada español tiene dentro del alma un presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo o una Comisión de Justicia del Congreso. De modo que cuando se entera de algún deleznable o doloroso suceso en forma de fechoría cometida por alguien, al punto exclama:

-- A ese lo cogía yo y le...

Y dicta sentencia. Terrible. Rafaelita, una tata vieja que crió a mi hijo Fernando, cuando se enteraba de la comisión de un delito deleznable, dictaba inmediatamente sentencia en su tribunal popular unipersonal:

-- A ese lo tenía yo tres días comiendo bacalao sin probar el agua, y luego lo ponía otros tres días en agosto, a las 3 de la tarde, a picar piedras en una carretera...¡pero con el búcaro más cercano a diez kilómetros!

Nos hemos civilizado y estos tribunales populares vindicativos dictan sentencias más refinadas, cuales las nuevas penas no contenidas en el Código Penal: la pena de banquillo, la pena de telediario, la pena de paseíllo camino del juzgado... Hasta que vino Rodrigo Rato con lo suyo y le hemos inventado una a medida: la pena de acogotamiento. Consiste la pena de acogotamiento en que al presunto encausado, trincón o mangón, se le aplica una forma más refinada en la ejecución de la pena de telediario, también llamada "pena de primera página". Se le saca con una imagen de delincuente total, recurriendo a un modo policial de actuación reservado a los asesinos, a los violadores, a lo peor de lo peor. La imagen consiste en que se le retrata al gachó en el momento en que la pasma, o sea, los maderos, lo están entrullando en el coche policial. Y para que no se descuerne la criatura cuando lo meten por la puerta trasera del referido coche, al chori en cuestión el policía le pone una mano en el cogote, para que no se escoñe al entrar, y, ¡hala!, lo empuja al interior del vehículo.

Llamaría con toda propiedad "pena de acogotamiento" a esta invención que la justiciera España ha probado con fuego real en Rodrigo Rato. Viene avalada mi definición por las dos segundas acepciones de "Acogotar" en el DRAE: " 2. Acoquinar, dominar, vencer. 3. tr. coloq. Derribar o vencer a alguien sujetándolo por el cogote." Rato está completamente cautivo y derrotado, aunque no sé en el parte de qué victoria. Y por los mismos suyos, que tiene más mérito. Es la mayor víctima de fuego amigo que se ha conocido en España. El PP ha querido dar un escarmiento a todos los trincones del Reino, pero de camino ha brindado un argumento de oro a sus oponentes. ¿Cuántos votos ha dado al PSOE, a Ciudadanos y a Podemos la imagen de ese Rato acogotado introducido en el coche policial como un chori? Sí, ya sé: era de Vigilancia Aduanera. Más a mi favor de lo carajotes que son los del PP: de Montoro. Con la de veces que han pasado la Aduana de Andorra, así no han sacado nunca a ningún Pujol. Y de los ERE, ni te cuento: "Escarmientos, con los nuestros". Y de paso, le han hecho el favor del siglo a Chaves y a Griñán. De los ERE no se habla. Ea, en España no hay ya más mangón que Rato. Que es un prenda, cierto, pero que no crean que eso le va a dar votos al PP, la ejemplaridad en aplicar la ley a los nuestros, caiga quien caiga. Lo que va a quedar es que aquí sólo roban los del PP. Los otros, los del PSOE, no roban, porque no estaban enterados; y además, si roban, ¿qué passsa? Para eso son los nuestros, los de izquierda, y no como el facha de Rato. Lo que quedará es que aquí no roban más que los del PP. Con Rato, el PP se ha dado un tiro en el pie y van a tener que amputárselo. No han hecho nada ejemplar. Simplemente nos ha presentado una figura taurina que nos faltaba al final del presente festejo de la legislatura de Rajoy. Alberto García Reyes lo ha definido genialmente, mejor que nadie: Rato es el puntillero del PP. Sólo me queda el consuelo de suponer que todo esto no sea una triunfal operación de imagen diseñada por Arriola.

 

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