ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 31 de mayo de 2015                 
                                
 

Póquer de duquesas

Luego ya vendría la Ley 33/2006 de 30 de octubre de la Jefatura del Estado sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios. Que sería todo lo constitucional que ustedes quieran, pero que desde el punto de vista de la Tradición era un disparatón grande. Algo así como si la Iglesia tuviera que aprobar la existencia de Dios por sufragio universal y mayoría absoluta. Y sobre todo, el párrafo segundo de la exposición de motivos, que tenía un leer: "Las normas que regulan la sucesión en los títulos nobiliarios proceden de la época histórica en que la nobleza titulada se consolidó como un estamento social privilegiado, y contienen reglas como el principio de masculinidad o preferencia del varón sin duda ajustadas a los valores del antiguo régimen, pero incompatibles con la sociedad actual en la cual las mujeres participan plenamente en la vida política, económica, cultural y social". Párrafo equívoco, pues muchos se creerían que eso del Antiguo Régimen iba por Franco, cuando iba por el Absolutismo de Fernando VII.

-- O sea, jefe, que esa ley acabó hasta con las Cortes de Cádiz, ¿no es así? Vamos, que promoviéndola y firmándola, Don Juan Carlos I llegó con esa Ley donde no se hubiera atrevido ni Kichi el de Podemos, por no salir de la Cuna de la Libertad y del Viva la Pepa...

Luego, como digo, vendría esa ley. Absurda. Porque lo más democrático no es esto legal de ahora de que el nacido primero herede el título, sea chico o sea chica, lo cual es discriminatorio para los otros hermanos por razón de edad. Democrático de verdad sería que, a la muerte de un duque, un marqués o un conde, sus hijos se jugaran el título a los chinos. Pero antes de que viniera todo ese lamentable igualitarismo arrasadot de las propias raíces de la Tradición, hubo un momento en que la Historia de España fue la más feminista del mundo. Los cuatro títulos de los inmemoriales del Reino más importantes, que a su vez reunían muchas otras grandezas y dignidades nobiliarias, Medinaceli, Medina Sidonia, Alba y Osuna, habían recaído en señoras por azar de la Historia. En cuatro importantísimas señoras, a saber: XVIII Duquesa de Medinaceli, doña María Victoria Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa; XXI duquesa de Medina Sidonia, doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura; XVIII duquesa de Alba, doña María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva; y XVI Duqwuesa de Osuna, doña Ángela María Téllez-Girón y Duque de Estrada, Este Póquer de Duquesas, coleccionistas todas de grandezas de España, quizá haya sido único en la Historia. Pero, ay, es ya un recuerdo. Como si no fuera este afortunado póquer feminista de la Historia, sino un juego con fichas de dominó sobre la mesa, una tras otra fueron muriendo. La primera fue la más joven de las cuatro, la Medina Sidonia, la del topicazo espantoso de "la Duquesa Roja", que falleció en 2008, a los 72 años. Las otras tres se han acercado al siglo y han muerto una tras otra en los tres últimos años: en 2013, Mimi Medinaceli, nacida en 1917; en 2014, Cayetana Alba, nacida en 1926; y ahora, en este mayo de 2015, Angela Osuna, nacida en 1924.

Las cuatro fueron niñas o muchachas que conocieron en 1931 la llegada de la II República y la salida de la Familia Real al destierro. El final de aquella Corte alfonsina de largos velos, capillas públicas, días de santos, grandes de semana y gentileshombres de cámara. Las cuatro conocieron los horrores de la guerra y la postguerra, y vivieron luego el gozo de la Restauración de la Monarquía por Don Juan Carlos. Con la muerte de la última duquesa del póquer de la Historia, con Angela Osuna, se va todo una época. Esto sí que es un fin de raza en toda regla. Como a María de las Mercedes "cuatro duques la llevaban por las calles de Madrid" en su romance, a esta España rarita que estamos viviendo se la llevan las cuatro duquesas del irrepetible póquer vaya usted a saber por qué calles y hacia qué nuevo desastre sin 98...

 

 

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