ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 8 de junio de 2015                 
                                
 

Fábula de Pineda

No le damos la debida importancia a la Sevilla de los clubes, casinos y círculos, cuando son una radiografía social bastante socorrida para conocer a esta Muy Difícil Ciudad. Dime a qué club o círculo perteneces y te diré de qué Sevilla eres. Punto en que estas organizaciones sociales de ocio o de deporte son tan útiles y definitorias como las cofradías. O más.

Suelo mantener que Sevilla no es un todo, sino la suma de muchas partes. En el campo sanluqueño dicen que "cá cosa son muchas cosas"; del mismo modo, en la antigua ciudad agraria que era el centro de ese campo andaluz al que ahora le vuelve la espalda podríamos afirmar: "Sevilla son muchas Sevillas". Juntas, pero no mezcladas. Yuxtapuestas. Sevilla no tiene esos 600.000 habitantes que nos han hecho perder dos concejales, dos, en las últimos elecciones. Sevilla, su Sevilla de usted, la que usted conoce, vive, frecuenta, la de su barrio, su profesión, su empresa, su círculo familiar, sus amigos, su cofradía y su club de deportes, tiene todo lo más los mismos habitantes que Écija u Osuna. Dos Hermanas mismo o Alcalá de los Panaderos tienen más habitantes que esa Sevilla de cada uno que frecuentamos y vivimos. Y lo que entendemos por Sevilla es la suma de todas esas Sevillas de cada cual. Dándose la circunstancia habitual de que, además, el integrante de cada una de esas Sevillas están absolutamente convencido de que la verdadera Sevilla, la chachi, la buena, la de verdad, es la suya. Y que las demàs no existen.

No es lo mismo la Sevilla de Los Remedios que la Sevilla del Cerro del Águila; ni la Sevilla del Sánchez Pizjuán que la del Benito Villamarín; ni la Sevilla de la cofradía de Las Penas de San Vicente que la Sevilla de la Hermandad de San Benito; ni la Sevilla de Antares que la del Galisport. Y ustedes mismos pueden seguir poniendo duales de estas mitades de los hemisferios, meridianos, paralelos y polos (el mío, que sea de fresa) de Sevilla. Y aquí entran los clubes, casinillos y círculos. ¿Usted sabe que existe un casinillo que se llama Los Cuarenta? ¿A que no? ¿Pero a que sí que existe el Círculo Mercantil, y que en su sede de la calle Sierpes monta unas exposiciones cofradieras que tiembla el misterio de los pasos de misterio? Y está el otro Círculo, al que sus socios llaman así, "el Círculo" a secas, y que mi admirado arzobispo, al inaugurar la exposición "Las huellas del Señor del Gran Poder" nombró con todos sus avíos: "Real Círculo de Labradores y Propietarios". Y está Pineda. Y está el Aero. Que a muchos les parecen lo mismo: que el Aero es Pineda con butacones y con sillas para ver las cofradías, y que el Pineda es el Aero con piscina, hipódromo y campo de golf. Pues no. ¡Anda que no hay matices entre Pineda y el Aero, que desde fuera y a mogollón a muchos les parecen lo mismo!

Bueno, pues en el Real Club Pineda ha habido unas elecciones el pasado 30 de mayo que son la mejor fábula de los pactos que estamos padeciendo en los ayuntamientos y autonomías. En Pineda ha salido reelegido presidente José Antonio García de Tejada Ricart, que se escribe así y se pronuncia Nono, a quien felicito muy cordialmente, y que se mueran los feos. Nono tomará posesión con una nueva junta en la que hay sevillanos tan notables como Manuel Román Silva, Juan de Pablo-Romero Carranza o Andrés Lasso de la Vega Porres. Bueno, pues si en vez de a presidente de Pineda se hubiera presentado a alcalde de Sevilla, aunque Nono hubiese sido la lista más votada, tendría ahora que andar pactando y negociando con el presidente del Mercantil, y con el del Club Náutico, y el del RACA, y el del Real Club de Golf. Con el absurdo de que aunque hubiera sacado más votos que nadie, como le faltaba no sé qué de la ley electoral, sólo si lo apoyaba el Círculo Mercantil podía ser proclamado presidente de Pineda. Esto de los pactos es como si se pusieran de acuerdo todos los socios de los otros clubes para echar a Nono y el que saliera de presidente del Club Pineda fuera el presidente del Mercantil. O el del Labradores. O el del Náutico. O incluso el de la Peña Bética de la Puertalacarne. ¿O no, señor Zoido y señor Espadas?

 

 

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