Debe de ser cosa de Sevilla. Una tradición municipal, como la conmemoración del voto del Cristo de San Agustín o la función principal de la Virgen de la Hiniesta, Patrona de la Corporación, actos para los que Espadas ha dado barra libre de asistencia a los concejales del PP y de Ciudadanos, sin el "numerus clausus" del Día de la Virgen, porque los de IU y los de la marca blanca de Podemos, como ustedes bien saben, no gastan procesiones, funciones religiosas ni nada que huela a Iglesia. Son de esos que no creen en Dios, pero que están encantados con el Papa Francisco. (Por cierto, leo que a San Julián, para la función de La Hiniesta, la corporación municipal fue bajo mazas. Esto es, con los maceros. ¿Señal de que ha protestado el Sindicato de Maceros porque Espadas los iba a mandar al paro? ¿O es que Espadas es más de La Hiniesta que de la Virgen de los Reyes? No sé.) Lo que quiero comentar debe de ser, como digo, asunto del propio Ayuntamiento. Más exactamente, de la inercia de burocracia municipal, que sostengo funciona por sí sola, aunque no hubiese ni alcaldes ni concejales, en plan máquina endiablada de "Tiempos Modernos" de Chaplin.

Los cambios de alcalde ni se notan en Sevilla. El alcalde que entra se parece al que sale como un sayón de Illanes o a otro sayón de Illanes. ¿Usted ha notado que, por ejemplo, esa pista para carreras peatonales de obstáculos llamada Avenida de la Constitución haya cambiado en algo desde que se fue Zoido y llegó Espadas? Pues ha cambiado lo mismo que cuando se fue Monteseirìn y vino Zoido: nada. November, Alfa, Delta, Alfa: n-a-d-a. Parece que junto con el sillón, el bastón y el fajín, los alcaldes de Sevilla se traspasan una cualidad: que el que viene hace bueno al anterior. Nos creíamos que no se podía hacer peor que Monteseirín, ¿no? ¡Pues vino Zoido! Y nos creíamos que no se podía gobernar más contra sus propios votantes que Zoido. Pues Espadas empieza a superarlo. Hablo del IBI. Me llega un arma peligrosísima de destrucción masiva, cual un periódico atrasado. Un diario con fecha 30 de abril de 2015, en plena campaña de las municipales. Y leo un título así de grande que dice: "El presidente de los empresarios apuesta por Espadas como alcalde". Este presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES) es don Miguel Rus, que se mojó tela apoyando al candidato del PSOE y largando contra Zoido. He aquí lo que dice el periódico atrasado del peloteo que le fizo: "La ristra de elogios a Espadas fue amplia. El presidente de la CES habló de sus "numerosas virtudes personales" de un candidato de considera "diligente y formado en la cultura del esfuerzo" y que "no pospone para adelante los asuntos, como otros políticos"." Óle ahí ese tío que va ahí...

Ya digo que esto debe de darlo el sillón de la Alcaldía. Al que se sienta allí le imprime carácter: el "si te he visto, no me acuerdo" como fórmula de agradecimiento por haberlos votado para llegar al cargo. Si Zoido gobernaba contra los vecinos de Los Remedios, Nervión y Casco Antiguo que le dieron la mayoría absoluta porque estaban hartos de Monteseirín, a Espadas le ha faltado tiempo para hacerle la puñeta a los empresarios que lo apoyaron en la campaña: les ha subido el IBI. No ha subido Espadas el IBI del piso del señor de Nervión que pese a todo apoyó a Zoido y le dio el respaldo del más votado, aunque luego le arrebatara la Alcaldía el habitual Pacto de Perdedores entre la izquierda y la ultraizquierda, no. Espadas le ha subido el IBI precisamente a los empresarios de la CES, de Gaesco y de la CEA que tanto lo apoyaron en la campaña electoral. ¡Contentos andan ahora con él! Bueno, igual de contentos que estaban con Zoido sus votantes de Los Remedios, Nervión, Triana o Casco Antiguo. Por lo visto, debe de ser una tradición municipal sevillana más esto de que los alcaldes gobiernen contra sus votantes. Una tradición como las Lágrimas de San Pedro, pero sin necesidad de que Trifón y la Banda del Sol la rescate. Porque los alcaldes, equivocándose ellos solitos, la perpetúan.

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