ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 21 de septiembre de 2015                 
                                
 

Andar, deporte de riesgo

Hay deportes de riesgo clarísimos: tirarse con unas alas de plástico desde una montaña, imitando a Ícaro, y pegarse el vejigazo; meterse en una cueva, no poder salir y que tengan que ir a rescatar al loquito los especialistas de la Guardia Civil, que el Benemérito Instituto cuya Divisa es el Honor tiene especialistas para todo; irse a Tarifa y tentar al diablo desde una tabla a la que arrastra un paracaídas y tienen que recoger luego al tío por lo menos en Arcila, porque el levante se lo lleva a contramano de las pateras del Estrecho... Estos deportes de riesgo deberían estar limitados. No por nada, sino porque luego las locuras de los chalados que los practican nos cuestan un congo (belga) a los contribuyentes: en gasolina de los aviones del Servicio de Rescate, en horas extras de fuerzas del orden que podían estar dedicadas a otras cosas, en hospitales y en ambulancias...

Pero hay un deporte de riesgo que cada vez practica más gente, no federada y por tanto no asegurada, y que incluso recomiendan los médicos: caminar. Por Sevilla. Andar por la ciudad. Al paso, al trote o a galope tendido. ¿Usted ha pasado recientemente por La Palmera por la mañana temprano? ¿O por el Muelle de Las Delicias? ¿O por el nuevo Parque Guadaira, inaugurado muy pomposamente y donde por cierto aún faltan farolas que colocar? Todos esos sitios están de bote en bote de gente andando o corriendo. Para mantenerse en forma. Por prescripción facultativa. Para perder kilos. Para entrenarse para coger kilos bajo una trabajadera. Por mil razones. En cualquier semáforo puede usted ver a un corredor de fondo vestido con el uniforme del cuerpo al que pertenece, dando el hombre saltitos para no perder el compás ni enfriares mientras se pone en verde para los peatones. Y en muchos bancos del Parque de María Luisa, del Alamillo, de Amate o de Celestino Mutis, algo tela de clásico: un corredor de fondo haciendo estiramiento de las piernas. Colocándolas encima del asiento de un banco o a la puerta del Banco de Santander, exactamente igual que cuando mi gato Remo, que es un señor, de despereza elegantemente.

La gente para correr se pone vestida de Decathlon, o con marcas del taco, lo cual me parece lógico. Pero es que para caminar, para andar, a 3 kilòmetros por hora, no más, los hay que se ponen su camiseta de sudar, sus pantalones cortos, sus zapatos deportivos y sus calcetines negros, como si fueran alemanes en andalias (vulgo sandalias). O sea, vestidos no de deportistas, sino de mamarrachos.

Como caminante diario por prescripción facultativa, manque sin vestir de mamarracho, sino de señor normal con zapatos cómodos, advierto que este deporte de riesgo no está calificado como tal. Andar por Sevilla es un deporte de riesgo, tal como están las aceras, estés haciendo deportes o vayas de Zara al Cortinglés. ¿Espadas ha visto cómo están las aceras de la calle Méndez Nuñez, por ejemplo? Para matarse. Para darse un trompicón y romperse algo. Para caminar por Sevilla hay que ir mirando al suelo, no a los cielos que perdimos, porque como no veas bien dónde pones el pie, lo más normal es que te esbolilles un tobillo. ¿Cuántas losetas sueltas hay? ¿Cuántos adoquines con unas llagas entre ellos que son trampas peatonales? Pasen por Muñoz Oliver, y verán...si es que salen vivos de tropezones en los adoquines.

Y nada digo de la Avenida de la Constitución. Del embuste de la peatonalización de la Avenida, donde lo menos importante es el peatón. Ni se les ocurra caminar por la Avenida sin un seguro de accidente hecho. Si no te tropiezas con la vía del tranvía es que te arrolla el tranvía mismo. Y si no, te pilla una bicicleta. O te pegas en toda la espinilla contra la silla de un velador que está "a atajar la calle/que no pase nadie/ná más que mi abuelo/haciendo buñuelos". O te lleva por delante una niñata con patines. O esos turistas que alquilan en la calle Sánchez Bedoya unos extraños aparatos eléctricos de dos ruedas y que marchan en pandilla a descubrir Sevilla...y a llevarse por delante al que no se ande listo. ¿Deporte de riesgo el parapente, dice usted? ¡Deporte de riesgo andar por Sevilla sin romperse nada y atravesar la Avenida del Arquillo al Cristina y salir indemne!

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