ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 6 de noviembre de 2015                 
                             
 

Museo sin Andén

Los cambiantes itinerarios de las cofradías son como los anales de la ciudad: testimonio de tiempos idos. Un memorial de ausencias. Un breviario de nostalgias. ¿Te acuerdas cuando el Gran Poder volvía por Francos? ¿Te acuerdas cuando La Carretería bajaba desde la Puerta del Arenal y tiraba por Fernández y González? ¿Te acuerdas cuando La Paz, de ida a La Campana, entraba por la Avenida, por la carrera oficial, y la seguía a la inversa hasta coger García de Vinuesa? Este año la novedad es que nos quedamos sin El Museo por el Andén. Adiós, Andén, adiós. ¡Anda y que te andén! Yo ahora me acuerdo de cuando El Museo no llegaba al Andén por Hernando Colon y el Bancospaña, sino por Alemanes, Punta del Diamante y la Avenida. No sé por qué cambiaron ese itinerario. Bueno, sí: porque la Avenida, con las sillas de la carrera recién quitadas, era como un vertedero, donde toda basura tenía su asiento y todos los cristales de botellas rotas su peligro para los descalzos penitentes del Cristo de la Expiración. O de la Virgen de las Aguas. Niño Robles, coge la tiza del Rinconcillo y apunta otra para nuestra colección de duales: El Cristo de las Aguas y la Virgen de las Aguas; o sea, Las Aguas de Dos de Mayo y Las Aguas del Museo. Cofradía a la que gracias a Dios se le sigue llamando del Museo, y no cursiladas tipo "Expiración y Aguas", que sería lo propio en esta ola de afectación sensible que se nos ha entrado por las puertas en las cofradías, donde parece que dices una palabrota si pronuncias "Los Caballos de Santa Catalina" o "Las Cigarreras".

Iba contando que yo conocí al Museo llegando al Andén por la Avenida. Concretamente, por La Punta del Diamante, donde todos los años le tocaban "Nuestro Padre Jesús" de Cebrián y aquella lentísima vuelta del palio era un paraíso cerrado para pocos, y donde muchos hermanos de último tramo me recordarán contemplándola con la babita caída, de hermoso e íntimo que era aquello.

Y más adelante venía ya el niñateo del Andén, al que no fui ni cuando veía cofradías de pantalón corto con mi muy macareno amigo el doctor don Franciosco Fernández Palacios. El Andén del Museo era como una prueba olímpica de largas chicotás únicas: el "amargurómetro". Con ojeras hasta los pies haberla visto entrar cerca de las 4 de la mañana, la gente que había estado en el Andén te comentaba al día siguiente:

 

-- ¡Pues dieron una sola chicotá que duró tres "Amarguras"!

La minutación de la marcha "Amargura" era la medida de la lentitud y resistencia de las chicotás de la Virgen de las Aguas por el Andén. Palio en el que, sin tanta tontería de amargurómetros, me sigo quedando con la cartela interior. Una maravilla: "Omnes sitentes venite ad Aquas". Ante eso, que se quiten el deporte olímpico-cofradiero de las chicotás del amargureo, que te veo, así como el niñateo, que iba al Andén como a un espectáculo. Pero era la memoria de un tiempo. De un modo de ver las cofradías. Desde allí, por Tetuán, el Bar Flor y Alfonso XIII, con la Banda de Soria detrás tocando "Aguas", se inventó lo que ahora llaman "cangrejear": ir andando de espaldas delante de un palio, para paladear sus andares. Cuando lo bonito de un palio es todo lo contrario, según me enseñó el maestro Luis León: verlo desde detrás de la banda, contemplar cómo se va alejando. Pero eso no está de moda como estaba coger a la Virgen de las Aguas en el Andén e ir cangrejeando delante del palio hasta la mismísima plaza del Museo y las saetas en los balcones de Angela Osuna, la duquesa difunta que le prestaba las joyas para bordar efímeramente el azul terciopelo del manto. Este año, con el Andèn sin la Virgen de las Aguas, será como una pavana por una duquesa difunta, que tanto protegió a la hermandad cuando era, como todas las cofradías, pobrecita, pobrecita, pobrecita. No sé cómo resultará esa vuelta sin Andén y sin Campana, y con Compás de la Laguna, entre Montserrat y Gran Poder: por García de Vinuesa, Castelar, Molviedro, Bailén y Museo. Sea como fuere, marcará la memoria de un tiempo: "¿Te acuerdas cuando el Museo pasaba por el Andén del Ayuntamiento y a la Virgen le daban una sola una chicotá que duraba tres "Amarguras"?

 

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