Si quien gana las elecciones no ocupa del tirón la Presidencia del Gobierno, sino que si es de derechas lo echan, ¿por qué a quien le toque hoy el Gordo le apoquinan la pasta de los millones sin pactos y sin nada?. ¿Y si los agraciados con el Segundo y con el Tercero se ponen de acuerdo para quitarle el Gordo a quien le tocó, eh? ¿Qué pasa entonces? Pero no hay que hacer cábalas sobre los niños de San Ildefonso, cuya cantinela, por cierto, suena muy malamente desde que hay euros, pues "ni llega ni pega", que diría mi maestro Beni de Cádiz. Con la misma música tienen que meter dos sílabas (eu-ros) donde antes se cantaban tres (pe-se-tas). No hay que hacer cábalas sobre el Gordo. El Gordo nos tocó a todos el domingo, cuando acabó el escrutinio. Menudo gordo. Esto pasa por poner las elecciones dos días antes del 22 de diciembre, pum, pum, pum. La política ha imitado a la Lotería de Navidad y el Gordo del Poder está muy repartido esta vez. Tan repartido que veremos a ver cómo acaba todo esto. De momento el Ibex 35 ya se pegó ayer el costalazo, cuando los inversores han visto que a Rajoy, aun habiendo ganado las elecciones, pueden echarlo del índice del poder como arrojaron a nuestra sevillana Abengoa. Y otra vez tenemos aquí la subida de la prima de riesgo, cuando durante los últimos años, gracias a la política económica de Rajoy, hasta habíamos olvidado que el señor Riesgo tiene una prima que está hecha una buena hijalagramputa contra España.
Esto pasa por lo que pasa. Porque hasta que Arriola no ha acabado con la derecha, no ha parado el tío, aconsejando una política de torear con el piquito de la muleta y de perfil, nunca citando de frente, ofreciendo a los rojos la femoral de la mayoría absoluta y pasándoselos por la faja, que es lo que el público de sombra le exigía a Rajoy. ¿Qué ha pasado? Pues que Rajoy ha gobernado para el "Financial Times" y para la Merkel, sin atreverse a tomar medidas que les silbaran en los tendidos de sol. ¿Y qué ha conseguido? Pues mosquear a su público de sombra. Si en las municipales y en las autonómicas se quedó en su casa de Los Remedios, ahora ha votado a Ciudadanos, a pesar de que, ya que hablamos de Los Remedios, es como el vino que vende Asunción: ni es blanco ni es tinto ni tiene color. No se sabe si Rivera es Ribera o es Rioja.
Esto pasa porque la autoridad incompetente no desalojó la Puerta del Sol aquel 15 de mayo. Ay, 15, 15 de mayo, cuando me encontré contigo, con los pelusos, en la Puerta del Sol. Si aquel 15 de mayo la autoridad incompetente hubiera taponado con la Policía todas las entradas a la Puerta del Sol, los perroflautas, desahogados y antisistemas no hubieran cogido esos aires que los han llevado en volandas hasta cuanto quieren desmontar, cual el bipartidismo, la Concordia de 1978 y la Constitución que deben jurar (o prometer) cumplir y hacer cumplir, cuando lo que quieren, a lo nonnato candidato Pérez Royo, es dinamitarla.
Esto pasa porque, encima, hubo un difunto marqués catalán, que Dios tenga en su gloria, de origen charneguete y berrendo en separatista, que por ganar audiencia entre la chusma les dio en bandeja su cadena de televisión para ellos solitos, haciendo fijo de plantilla al Coleta, al Repelemte Niño Errejón, a Monedero el del venezolano dinero y a toda esa gentuzocracia. Que en la mentada cadena daban miedo el domingo de madrugada con su celebración de bautizo de azotea del que ellos llaman "triunfo". Hablaban con el tono y el lenguaje de los estalinistas en Radio España Independiente, vulgo La Pirenaica. Un comunismo totalmente "vintage", que se dice ahora. Pero, vamos, de puño cerrado, echando una peste a Frente Popular y a odio de clase de 1936 que tiraba de espaldas.
Ea, pues entre unos y otros ya lo habéis conseguido, hijos míos. A España, "imposible la has dejado,/ para vos y para mí". El gordo del poder está muy repartido. ¿Gordo? Gordo, pero con aproximación y centena encima: gordísimo es lo que nos ha tocado a todos con esta desgracia nacional en forma de ingobernabilidad. ¿Que el pueblo es sabio y nunca se equivoca? Pues anda que si no llega a ser sabio, no sé qué hubiera pasado...
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