ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  2 de septiembre de 2016
                             
 
Llegar a Sevilla

Gracias a Dios y a Santa Marta, Patrona de la Hostelería (de la que esperamos el milagro de que no echen al Grupo La Raza de La Raza), dicen que hemos tenido uno de los mejores veranos turísticos de los últimos tiempos, y el aeropuerto de San Pablo, más vuelos y viajeros que nunca. Peor. Contra más funcione el aeropuerto y más turistas vengan a San Pablo, más nacionales y extranjeros se dan cuenta de la mamarrachá que hizo Rafael Moneo "de cara a la Expo del 92". Que de cara le echó el tenido por genial arquitecto toda la del mundo y un cominito más: "Ea, vecina, ahí tiene usted un buen mamarracho de aeropuerto bien despachaìto, hija, que parece cualquier cosa, menos un aeropuerto..."

Luego entraremos en el interior, tanto en las salidas como, sobre todo, en las lamentabilísimas llegadas. Pero quedemos en el exterior. ¿Usted ha visto en el mundo un aeropuerto donde sea más difícil llegar coche particular? Los accesos al aeropuerto están más restringidos que los de llegar al aparcamiento de La Gavidia. Hay que dejar el coche en los chirlos mirlos de un estacionamiento en el que, con mucha suerte, te toca la bonoloto de la primera planta. Y si te metes por donde no debes con tu coche en lo que sería la entrada lógica, reservada al "rent-a-car", siempre hay al final un guardia municipal al aguardo que libreta en mano te casca el multón. Un cerco automovilístico a un aeropuerto no lo he visto así en parte ninguna.

Y vayamos al interior. A las salidas. Moneo quiso echarle la pata a la Mezquita de Córdoba y lo consiguió. Sobra edificio de salidas. No salen de Sevilla tantos vuelos para esa magnificencia y munificencia. Y total, en cuanto te escantilles, como vayas en línea de bajo coste, ni "finger" ni leches sin lactosa: por la puerta K o por la que está la última del pasillo, ya cerca de Carmona, para bajar por una empinada escalera a las propias pistas. En el caballo de San Fernando, si se trata de Ryanair, tienes que ir hasta el avión muy fuera de esa terminal que nos costó tantísimos millones para nada. Para que tengamos que llegar al avión baratito arrastrando la maleta por la pista. Esta es otra, que ya no hay maleteros ni en las estaciones ni en los aeropuertos porque debe de ser (como los betuneros) un oficio infamante. Todos somos maleteros de nosotros mismos. Tengas la edad que tengas y andes de los pinreles como andes, a arrastrar maletas de ruedas se ha dicho por la pista y subirlas a pulso por la escalerilla del vuelo baratito...

Claro que esto no es nada comparado con las llegadas. No creo que un aeropuerto tercermundista del África Profunda tenga unas llegadas tan churris y chungas como las que hizo Moneo para el costosísimo aeropuerto de San Pablo. Sevilla es el único aeropuerto del munido que no conoce dos grandes avances de la Humanidad, a saber: el pasillo rodante y la escalera mecánica. Cuando sales del avión y ves las palmeras, te crees que has llegado al aeropuerto de Borondongui, capital de la República de Burundanga de la Mandanga. No conocen las escaleras mecánicas, y has de descender por una mangá como la que tienen los Miura en Zahariche para embarcar las corridas. Lamentable mangá estrechísima y en pronunciada cuesta, donde no caben más de dos personas juntas, con un suelo de goma y una pendiente que creo que van a admitir como deporte olímpico la bajada con tacones por parte de las señoras de esa cagada de Moneo. ¿No podían reformar las llegadas, y poner unas escaleras mecánicas en condiciones, una amplitud que no hay, y luego, tanto en las salidas como en las llegadas, esos pasillos rodantes que hay en todos los aeropuertos civilizados?

Cada vez que llego a Sevilla en avión, aparte de acordarme de las castas todas de Moneo, me dan ganas de imponerle al genial arquitecto una penitencia por su jangá de las llegadas: tenerlo todo el día llegando una y otra vez a Sevilla, y bajando arrastrando una maleta de ruedas por su rampla del suelo de goma colorá. Que es como se le tenía que poner la cara, colorá, a los de AENA que no arreglan esto, por más turistas que lleguen a Sevilla y más uso que tenga San Pablo.

 

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