ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 12 de diciembre de 2016
                             
 

El Tonto del Claxon

Sevilla era una ciudad bastante silenciosa. Era. Hasta el punto de que una parte importante de la nómina de las cofradías son de las llamadas "de silencio", que no llevan música y cuando pasan por determinadas calles no se oye ni una mosca, sólo el racheo de los costaleros. Eran bulliciosos los bares. Un bar sin bullicio y sin servilletas de papel arrugadas y tiradas por el suelo es señal que el negocio va chungalé y que el dueño está queriendo traspasarlo. Pero los restaurantes, en cambio, eran bastante tranquilos y silenciosos. Eran. Yo no he visto restaurantes más ruidosos que los de Sevilla. Ruidosos hasta el punto de que no se puede hablar; que apenas oyes al comensal que tienes a tu lado y nada te digo si coincides con una Comida de Navidad de empresa. ¿No exige el Ayuntamiento a los restaurantes para concederles licencia de apertura salidas y luces de emergencia, extintores, rampa y baños para los minusválidos, extractores de humo y la Biblia en pasta de Medio Ambiente, Sanidad y Urbanismo? ¿Por qué no exige también la insonorización obligatoria, de modo que no acabes ronco en las comidas, de hablar a grito pelado con tus compañeros de mesa? A un amigo le he escuchado decir:

-- Me gusta ir a Oriza porque allí lo que compras no sólo es buena cocina, sino el silencio que hay, que se puede hablar...

Y si ruidosos son los restaurantes, nada les digo de la circulación. Me acuerdo que antes, a las entradas de Sevilla había unas señales de circulación que prácticamente han desaparecido: unas placas en las que estaba pintada una bocina con un signo de prohibición. O sea, que no se podía tocar el claxon en toda Sevilla. Y digo como lo de los permisos de apertura de los restaurantes: este Ayuntamiento tan preocupado porque no se circule a más de 30 o 40, ¿por qué no vuelve a poner esos carteles de prohibición de tocar el claxon, los de "no me toques el pito, que me irrito"? En Sevilla vamos todos ya irritadísimos al volante. Como antaño en Madrid. Será que con el Ave, por los vasos comunicantes, nos llegó el mosqueo continuo de los conductores. Cada vez se toca más el claxon de los coches. Lo vengo observando: cuanto más joven es el conductor que viene detrás, más le gusta pegar el bocinazo para imponer su ley, o para reprender lo que cree él que usted ha hecho mal.

Vas por una calle de circulación rápida, Luis Montoto, Eduardo Dato, el Paseo Colón o algo así, te desvías un milímetro, pisas un instante la raya blanca de tu carril y, ya está, ¡pitada que te pega el Tonto del Claxon que viene detrás! El Tonto del Claxon siempre viene detrás de nosotros. Los coches que circulan por Sevilla están fundamentalmente conducidos por Tontos del Claxon, que se creen árbitros de fútbol y censores de los modos ajenos de conducción. ¿Que no pusiste el intermitente en el momento en que ellos creen que debías y giras para una bocacalle? Pitada. ¿Que vas muy despacio y van a cerrar ese semáforo y el Tonto del Claxon quiere que corras más? Pitada. Y cuando te adelantan tras esta bronca sonora, claxonazo largo... Ah, y eso no es nada en comparación con la velocidad del claxonazo que te pega el Tonto si estás esperando que un semáforo se ponga en verde. ¿Usted ha oído hablar de la velocidad de la luz? Pues a mucha más velocidad te pega el bocinazo el Tonto del Claxon como el semáforo se ponga en verde y tardes en arrancar dos segundos más de los que él entiende? ¿Y los taxis? Se hartan de pegar claxonazos a todo el mundo. Pero pítale tú a uno de ellos si te atreves, que verás lo que te dicen a ventanilla bajada...

Hay coches camuflados de la Guardia Civil de Tráfico que si te pillan en la autopista de Cádiz en una infracción te adelantan y encienden un letrero luminoso que llevan en la trasera y dice más o menos: "Deténgase, Guardia Civil". Estoy por gastarme un dinero y en la trasera de mi Ford de pedales poner un letrero así. Y que cuando el Tonto del Claxon que viene detrás me pegue la pitada, yo le dé a un botón y se encienda en la trasera un panel luminoso que ponga algo tan sevillano como: "Úntale mierda al pito".

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