ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 16 de diciembre de 2016
                             
 

Serva la Hispalense

Es curioso que el uso del gentilicio "hispalense" está prácticamente desapareciendo del habla sevillana. Ya ni la que fue gloriosa y doctísima Universidad Hispalense lo utiliza, y más desde que le quitaron como escudo el "Sigillum Universitatis Hispalensis", con San Fernando de charlita con San Isidoro y San Leandro, y le plantificaron como logotipo la estatua de la escultura de la Fama de la fachada de la Fábrica de Tabacos, que parece una alumna perroflauta fumándose un porro trompetero tamaño XXL, más que símbolo de Alma Mater tan respetable y centenaria. Si Maese Rodrigo de Santaella levantara la cabeza y viera que a su creación le han puesto por escudo una señora fumándose un porro, se recluía de por vida en su Capillita de la Puerta Jerez, aunque para ello tuviera que hacerse administrativo del Consejo de Hermandades y Cofradías. Parece que a la Hispalense le diera vergüenza llamarse así y se ha puesto de mote "Universidad de Sevilla", cuando de Sevilla también es la Pablo de Olavide.

Hispalense, por lo visto, suena a rancio. Yo lo asocié un día con la Sevilla oficial, frente a lo sevillano, que era lo perteneciente o relativo a la Sevilla real. Pero como la Sevilla oficial ahora es progre de toda progritud, y moderna, igualitaria y todas esas cosas, pues quiere a toda costa largar el muchuelo de hispalense, cuando Híspalis es el principio de todas las grandezas de Sevilla.

Le pasa al gentilicio hispalense como a un nombre de la ciudad que prácticamente ha dejado de usarse y que quizá los lectores más jóvenes lo vean ahora escrito por primera vez: "Serva la Barí". Antes era frecuentìsino llamar a Sevilla como "Serva la Barí". Las coplas, las películas, las obras teatrales, las canciones, estaban llenas de "Serva la Barí" para arriba y "Serva la Barí" para abajo. Ya, como digo, apenas se usa, poco se nombra, menos se escribe, nada se canta. Y pocos saben esto de que Sevilla tenga un nombre en romaní, o sea, en la lengua de los calés, este "Serva la Barí". Serva la Barí pasa por ser el nombre romaní de la ciudad y cuentan que se lo pusieron a Sevilla los primeros gitanos llegaron aquí durante el siglo XV y se establecieron, por ejemplo, en la Cava, canela y clavo, canasta y fragua, que por algo se fundó en Triana la Hermandad de los Gitanos.

"Serva" quiere decir Sevilla en romaní. Y el adjetivo "barí" es una expresión calé para designar algo brillante, de calidad superior, óptimo: una alhaja: "Sevilla la Mejor". Cuando los puretas calorrós quieren resaltar algo que les atrae dicen que "eso tiene barí"; del mismo modo que cuando algo tiene o trae mala suerte aseguran que tiene "mal bají". Pues a "Serva la Barí" le ha debido de entrar el mal bají, porque ha dejado de usarse. Y paradójicamente, cuando más respeto constitucional se le tiene a la etnia gitana, hasta el punto de que todo el mundo la llama así, como si lo de "raza calé" de la tradición fuera algo ofensivo o denigrante. La copla andaluza y el teatro folklórico y la zarzuela llenaron de "Serva la Barí" los escenarios españoles de los años 30 y 40 del siglo pasado. Como el gitanismo todo. ¿Por qué el principal y más conocido libro de García Lorca se titula "Romancero Gitano"? Lo gitano estaba estéticamente de moda. He descubierto que, por ejemplo, las primeras coplas de Rafael de León, de "Manolo Reyes" a "María de la O", las de antes de la guerra, están llenas de gitanismos, de voces procedentes de la lengua romaní. Los que no son clisos son sacais, y las advocaciones son a Undivé, y todo es churumbel, camelar, naquerar, tajelar, endiquelar, garlochí, parné, algarabar. Tenían sangre de reyes en la palma de la mano las letras de aquellas coplas, que con el tiempo se fueron castellanizando, haciéndose payas, vamos, y renunciando a ese léxico que tanto se identificó con Sevilla y con la imagen de Andalucía.

Así que ruego a los amigos de la Fundación Alalá que tanto hacen por la infancia de la etnia gitana en más difíciles condiciones sociales, que les enseñen a los niños calés a proclamar con orgullo que ellos no son de Sevilla, sino de Serva la Barí. Porque, la verdad, no hay ciudad más "barí" en todo el mundo.

 

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