ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 24 de diciembre de 2016
                             
 

Popurrí de Nochebuena

Hombre, esto no tiene tanto ingenio como el popurrí de músicas de villancicos clásicos con letras de actualidad que han subido Los Morancos a You Tube y que está teniendo más visitas que el Cautivo de San Ildefonso el primer viernes de marzo. Pero a mí me va a dar el avío para largar antes que pasen "las fiestas", como llaman a la Navidad los que no quieren reconocer su carácter cristiano ni el Nacimiento de Jesús. Aquí van, pues, estas notas, a modo de popurrí para la Nochebuena:

Belén frente a Nacimiento.- Como todo lo clásico va en retroceso, en marea vaciante, y lo moderno en pleamar de mal gusto, no sé si lo han observado, pero los sevillanos cada vez llamamos menos "nacimientos" a los que por ahí son "belenes". Ya no se pone el nacimiento: se pone el belén. Y hasta se ha perdido lo de "portal de Belén". Así que si le preguntan si este año han puesto en su casa de usted el belén, responda a la sevillana, sin rubor: "En esta casa, gracias a Dios, nunca se ha puesto un belén: aquí, generación tras generación, hemos puesto siempre el nacimiento".

Zambombazo a las zambombas.- Anoto en el libro del "haber" de las modas que pasan la remisión de la ola de zambombas a la jerezana que nos invadió en los últimos años. Incluso llegó a celebrarse una en la Universidad, con una candelá gitana ante la portada por la que ese Jesús que ahora nace sale cada Martes Santo dando su lección magistral de Buena Muerte. Y con la caída de la moda de las zambombas ha pasado la palabra horrorosa con que las llamaban en Sevilla: "zambombá". Que sonaba a fiesta gatronómica carnavalesca gaditana, como Pestiñá, Ostioná o Erizá. Así que resuenen con alegría los cánticos de mi tierra, que le hemos pegado un zambombazo bueno a la importada moda de las zambombas.

Hartazgo.- No sé si a usted le pasa como a mi, pero con la ola de laicismo que nos invade y con la conversión de estas fechas en la gran fiesta del consumo que comienza con el llamado Black Friday (no conozco más Black Friday que las negras túnicas de cola y esparto de San Isidoro en el Viernes Santo), la verdad es que llega uno a la Nochebuena harto ya de Navidad. Le está pasando a la Nochebuena lo que a la Semana Santa con tanta Cuaresma: que con tantas vísperas, llega uno ya hartito a la verdadera celebración litúrgica en su fecha y en su momento.

Como el Día de Acción de Gracias.- Un lector nos dice algo que no tiene desperdicio, y que copio y pego textualmente: "Me acuso de ser Objetor de Navidades, pero sobre todo Objetor de la Cena de Nochebuena, porque esto se ha salido completamente de madre consumista, y somos ya muchos los que pertenecemos a esta Santa Cofradía. Cada vez la cena de Nochebuena se parece más al día de Acción de Gracias americastóide. Esto se nos ha ido de las manos, como tantas cosas. Copiamos lo peor de América, pero no lo bueno que lo hay ¡y vaya si lo hay!. El "overbooking" total de regalos inservibles es im-presionante. Por sobrar, sobra hasta el bicarbonato, ahora se toma el almax, que es más fisssno pero no más efectivo. Por no hablar de las comidas de empresas, de peñas, de la promoción, de primas, de cuñados, de amigas de la petanca o de divorciados y divorciadas. Todo salido de madre."

¿Y los regalos?.- ¿Y esta costumbre, también americana, de regalarse cosas en Nochebuena, a lo Papá Noel, y no guardarlos para los Reyes, que es lo nuestro? Los promotores de la Navidad del Consumo han conseguido sus últimos objetivos en el Parte de la Victoria de la Cuenta de Resultados: que compremos regalos para esta noche y los volvamos a comprar para los zapatos que les dejaremos a los Reyes Magos en el balcón, como está mandado.

Y al final, la tristeza.- Lo que nadie reconoce, muchos menos dicen y todo el mundo siente: que ésta es la noche más triste del año. Más vale irse a misa del Gallo en algún un convento que pegarse ese festín de cena donde ya lo menos importante es el pavo, que todo es de "gourmet" carísimo y de Mariscada Modelo Torrijos. Pero donde siempre echamos de menos, ay, a los que ya no están entre nosotros...

 

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