Esto sí que es tela de clásico sevillano: los palios ya montados en muchas de iglesias; a minutos del Cabildo de Toma de Horas; las papeletas de sitio ya casi todas repartidas; las tiendas de capirotes sin dar abasto; el aroma de los naranjos en flor haciendo la competencia a García Reyes con un como oloroso anticipo de su Pregón...y yo aquí escribiendo ya de la Feria. El no parar. Esto iba a ser en principio un artículo en forma de sofocón o un sofocón en forma de artículo, cuando en la portada de ABC vi la otra Portada: la de la Feria. Por cierto, hay como dos relojes de la proximidad de las grandes fiestas de Sevilla, de la religiosa y de la pagana: el montaje de los palcos en la Plaza es el reloj sentimental de la cercanía de la Semana Santa; el montaje en Los Remedios de la Portada marca con toda exactitud, a lo Jorge Manrique, "cómo se viene la Feria/tan callando".
En esta Sevilla donde tanto gusta celebrar unas Bodas de Plata, de Oro o un Centenario, estamos celebrando, sin ninguna necesidad, los XXV años de la Expo del 92. Y cómo será lo que nos gusta sacar las cosas de quicio en conmemorativa materia, que le dedicamos a esta auténtica chorrada calendaria nada menos que la Portada de la Feria. Que es al festejo lo que el "Meeting Point" a los aeropuertos que desconocemos: el lugar donde se cita la gente. Así que cuando vi en el ABC la Portada de la Feria dedicada a la Expo, menudo sofocón. Pensé que era la más horrorosa de la Historia. Más fea que pegarle a un padre (que se dice en la Macarena), o que aquella otra de los abanicos, como dedicada al grupo Locomía. ¿Qué pinta ese pajarraco que usurpó el venerable nombre de Curro, y además en Sevilla, en la Portada? ¿Qué el logotipo de la Expo, que cada vez que lo miro recuerdo la honradez del profesor Olivencia, "Magister Verecundiae", que viendo lo que quincó en La Cartuja e islas adyacentes del trinconeo dijo eso tan sevillano y tan digno de "ea, señores, pues ya estoy yo en mi casa"?
Pero luego lo pensé mejor y me dije: "Hombre, a esta portada no hay que atacarla; hay que defenderla, por lo representativa que es". Y lo explico. Dicen que la Feria es como una reproducción efímera de la ciudad, con sus calles en forma de paseo de carruajes y caballistas y sus casas en forma de casetas. Aseguran los que saben o los que no ponen un pie en ella como Carlos Herrera (¡tararí, que tu arroz del domingo va a salir!), que la Feria es como un espejo de Sevilla. Como la ciudad sublimada. Y tenemos tal desastre de ciudad que en su idealización ferial no se merece otra portada que este engendro dedicado a la Expo. Si la Feria es un trasunto de Sevilla, la Sevilla de Las Setas, la Sevilla de la Torre Pelli, la Sevilla de la degradada y desnaturalizada Alameda, la Sevilla de la desaparición del comercio tradicional, la Sevilla del carril bici, la Sevilla de los veladores que no te dejan dar un paso, la Sevilla del Secadero de Tabaco de la calle Santander... Si la Feria es un trasunto, representación y símbolo de Sevilla, nada mejor que esa Portada horrorosa como espejo de esta ciudad que está perdiendo su identidad.
Y para no acabar con "Amargura", que esto todavía no es el Pregón, endulcemos el sofocón que se tornó en razonamiento con un brochazo de Historia. La Portada es lo más antiguo de la Feria. La primera, la de 1847, tuvo una portada no efímera, sino de sillares de piedra. Era la puerta de la ciudad que había al final de la calle San Fernando, la llamada Puerta Nueva, por la que se salía al Prado. Como aún no había llegado el alcalde García de Vinuesa con la piqueta, la puerta estaba en pie y sirvió como portada de entrada a la Feria. Derribada, se crearon las efímeras portadas de Feria, quizá como recuerdo de aquella Puerta Nueva o de San Fernando que, como todas las del recinto amurallado, fue demolida. Así que ya saben: Sevilla tiene este año justamente la Portada de Feria que se merece. Un mamarracho para una ciudad que cada vez se parece menos a sí misma.
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