ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 7 de junio de 2017
                               
 

Días ingleses de plomo

Era justo al día siguiente de la criminal matanza de la furgoneta arrollando peatones sobre el puente de Londres. Almorzábamos un grupo de amigos que solemos comentar durante la comida lo divino y lo humano de los cinco últimos telediarios, los cuatro "Sálvame" más cercanos y los artículos de opinión y noticias más destacados del periódico del día, cuando a la salida y despedirnos ya en la calle, alguien recordó:

-- ¿Os habéis fijado que aunque hemos hablado del Real Madrid, de la Champion, de San Isidro, de la crisis del Popular y de las últimas investigaciones e imputaciones por corrupción tanto a babor como a estribor, nadie en cambio ha dicho ni palabra de la brutal matanza jiyadista de Londres, otra más?

-- Tienes toda la razón. Y te diré algo más a tu favor: acuérdate de cuando Lady Di se mató en aquel túnel de París y a los dos días almorzamos más o menos los de esta misma pandi: no se habló durante toda la comida de otra cosa que de la antigua Princesa de Gales.

¿Qué está pasando aquí, que tras el 11-S y el 11-M, en esta virtual III Guerra Mundial con la que el yijadismo islamista ha abierto frentes en todo el mundo, estamos llegando a considerar las matanzas de inocentes a manos de los exaltados musulmanes como algo que forma parte del paisaje contemporáneo y de las circunstancias de nuestro tiempo, como el teléfono móvil o internet? A mí me está recordando todo demasiado, y desgraciadamente, a los llamados "años de plomo" de la criminal ETA en España. Cuando cada lunes y cada martes los pistoleros asesinos le descerrajaban un tiro en la nuca a un militar, un guardia civil, un policía nacional, un concejal del PP o del PSOE. Cuando tantos asesinatos se cometían, que pasaron de las portadas de los periódicos a las páginas interiores. Cuando ya no se abría el telediario con la foto del pobre servidor de la Patria asesinado en Hernani o en San Sebastián. Cuando aquellos cadáveres de los mártires de nuestras propias libertades llegaban a un aeropuerto de provincias y apenas estaban las autoridades locales para recibir y honrar sus restos antes de darles sepultura en su pueblo natal.

Me temo que, elecciones aparte, con el Reino Unido de la Gran Bretaña empezamos a vivir estos días de plomo en que las matanzas yijadistas están tan a la orden del día que ni se comentan. Más se habló de aquel camión arrasando a la multitud en Niza o del ametrallamiento del Bataclán parisino que de este sufrido Reino Unido, tan orgulloso antes de su alianza de civilizaciones y de sus alcaldes londinenses hijos de conductores pakistaníes de los rojos autobuses de dos pisos por Oxford Street. Y ahora, tan vendido a las locuras de los del cinturón de explosivos, el cuchillo cachicuerno o la furgoneta arrollando peatones por las aceras de los puentes del Támesis, como en una segunda noria de sangre y de terror. Se está llegando a ver como normal, como algo propio del Reino Unido, este criminal "puenting" de los exaltados radicales yijadista de Daesh arrollando inocentes por las aceras. Tres matanzas en 72 días no son como para considerarlas normales.

¿Que exagero? En absoluto. No se puede ser objetivo cuando todos, usted y yo, podemos ser también objetivos a derribar en esta guerra no declarada, pero cruenta como batalla de Marne o desembarco en Normandía. Guerra que empezó no cuando la foto de las Azores, como dice el insensato y chuflón proveedor oficial de anchoas del Reino de España, sino cuando Tarik y Muza desembarcaron en el Estrecho en la primera patera que se recuerda, y que conste que me estoy remontando al año 711. Aquello está olvidado. Es lógico. Lo que desde ningún punto de vista está olvidado es que Gran Bretaña vive sus días de plomo, como podemos vivirlos mañana nosotros, y aquí todo lo más que se nos ocurre es el buenismo de encender velitas y poner sentimentales dedicatorias en ositos de peluche.

 

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