ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 3 de julio de 2017
                               
 

Tiunduf es La Habana con más Tussam

Como el mundo es un pañuelo y cada vez se viaja más, los sevillanos van ya a La Habana como quien se acerca a Isla Canela a pasar el fin de semana en un hotel con una oferta maravillosa. Y tras comprobar que La Habana es Cádiz con más negritos, perdón, con más subsaharianitos, han sido varios los sevillanos que me han mandado desde allí una foto sorprendente. La foto aparentemente sorprendente que varios viajeros, y por diversos conductos (todos ellos de las nuevas tecnologías), me han mandado desde La Habana recoge la escena de un autobús sevillanísimo, de Tussam, de cuando estaban pintados color butano, prestando servicio de transporte urbano por cualquier lugar de la capital cubana, por La Rampa, o por El Malecón, o por La Habana Vieja, con su cola de gente esperando en la parada, como Dios manda. A los autobuses sevillanísimos de La Habana apenas les han quitado los letreros, y de milagro no ponen que siguen yendo a Las Letanías o al Tardón.

Todo esto se debe a la solidaridad, que es la caridad de izquierdas. La caridad cristiana se hace con el dinero propio, sacando los billetes del bolsillo de cada cual, y la solidaridad de los progres se ejerce tirando del dinero público para obras de beneficencia. Todos estos que tienen siempre la palabra "solidaridad" en la boca verá usted las poquísimas veces que se meten la mano en el bolsillo propio para socorrer a alguien o ayudar a alguna buena causa con dificultades económicas. Como dice un amigo:

-- Hijo, a la hora de hacer caridad parece que tienen un higo chumbo en cada bolsillo y por eso tiran del dinero público para hacer lo que ellos llaman "solidaridad" sin que les cueste un euro.

Sin que nos pregunten en referéndum alguno a los sevillanos, porque no se trata de la duración de la Feria ni de cuándo es el festivo con farolillos para darle a San Fernando por el mismísimo armiño, el Ayuntamiento sigue regalando autobuses de Tussam como un rey mago que tira caramelos. Habrán visto que ahora ha tocado al Sáhara. Tussam, que es de todos los sevillanos, sin consultar a nadie, ha donado siete autobuses municipales, siete, a los refugiados saharauis de los campamentos de Tinduf, en argelinas tierras. Que conste que la causa de la independencia del Sáhara me merece no sólo todo respeto, sino todo apoyo. España dejó tirados a los saharauis que cuando la Marcha Verde eran unos españoles con un carné de identidad como el suyo y como el mío, como vecinos de la provincia española del Sáhara. Incumpliendo lo prometido en materia de referéndum para la descolonización e independencia y desoyendo los mandatos de la ONU, España, gobierno tras gobierno, permitió que Marruecos se quedara con el Sáhara del mismo modo que el carterista que le mete mano en el bolsillo al entrar a los toros le afana su cartera. De incumplimientos españoles de las promesas de independencia hechas a los antiguos habitantes de nuestro Sáhara, muchos de los cuales todavía hablan español, podían escribirse páginas y páginas.

Pero no voy a eso. Voy a la costumbre progre de hacer caridades con dinero ajeno y, en este caso, de ayudar al Sáhara con unos autobuses de Tussam que se mandaron a Tinduf tras embarcarlos en Almería con destino al puerto de Orán y desde allí a los campamentos de los refugiados. ¡Viste tanto hacer caridad, perdón, solidaridad con el dinero público! Y suerte hemos tenido con esta donación, que yo sepa no consultada a la oposición, ¿no, Beltrán? Se ha sabido. Pero nadie ha dicho si es verdad o es mentira lo que aún se comenta por los pasillos municipales: que todo el contenido de material sanitario en perfecto estado del absurda e incomprensiblemente derribado Equipo Quirúrgico Municipal del Prado fue derechito a La Habana. Lo dicho: ¡qué les gusta hacer caridad con el dinero ajeno, y más si es dinero público!

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