Hay que ver la capacidad de fabulación que tiene la gente. Las cosas que se inventa. Usted lo leería en su tiempo, como lo leí yo, y lo escucharía comentar. Embustes. Trolas. Mentiras. Eso que para quitarle hierro a la cuestión, cuando discuten los diputados en el Congreso dicen: "Está su señoría faltando a la verdad". Por no decir: "Anda que está hecho su señoría un embustero bueno". Digo todo esto por lo de los ERE. ¿Pues no que hay quien dice que hubo en Andalucía una vez una cosa que se llamaba ERE, y que era un escándalo, pues consistía, según ellos, en que todo el mundo metía la mano en el cajón del dinero público? Total, como decía la otra, ¿es acaso de alguien el dinero público? ¿No quedamos en que el dinero público no es de nadie y que aleluya, aleluya, el que la coja es suya?
Y sigue diciendo la gente ese embuste tan gordo que los de la Junta, en esa mentira que mantienen de que hubo ERE, para trincar metían a todos sus paniaguados en las listas de empresas que cerraban, cuando ni eran empleados de esas empresas, ni lo habían sido nunca, ni ná de ná. Pero son mentiras. Como es mentira que Chaves dijera que era cosa de cuatro golfos. Ni siquiera cuatro golfos. Ni tres, ni dos, ni uno. No hubo ningún golfo ni nadie metió la mano en el cajón, por la sencilla razón de que nunca hubo ERE. Eso es un infundio, una calumnia que han levantado contra la Junta los que le tienen manía, de lo fachas que son. Pregunte, pregunte a algún progresista políticamente correctísimo, de los que viven de la mamandurria de la Junta o de sus empresas de la Administración paralela, verá cómo le confirma que cuanto le estoy diciendo es la pura y única verdad: que nunca hubo ERE.
Como es otro embuste gordísimo que Chaves y Griñán, los protectores de Susana Díaz, estuvieran mezclados en nada de eso. No por nada; aparte de porque son excelentes personas, incapaces de nada de eso; es que cómo van a estar implicados en una trama delictiva que nunca existió. Y como ustedes comprenderán, nadie más de la Junta, ningún consejero, ningún director general, ningún chófer de la cocaína, nadie pudo tener relación con algo que no existe, como es ese embuste gordísimo de los ERE que se ha creído la gente, vamos, como si se ponen a mirar al cielo cuando alguien diga que allá va un burro volando.
Como tampoco existió nunca una señora que dicen que se llamaba Mercedes Alaya y que era juez. Y mucho menos que dicha señora acudiera a los Juzgados siempre con una maleta con ruedas, como si fuera camino del Ave o del control de seguridad del aeropuerto de San Pablo. Porque añaden los que se inventaron ese embuste que eran tantos los papeles que tenía que varear en el olivar de la Justicia y que aventar en la era del Código Penal, que no podía llevarlos a mano. Eso de que existió una vez una señora que se llamaba Alaya es otro de los embustes gordos que se ha creído la gente. Se creen todo lo que les dicen.
Y no lo desmiento yo, tirándome de espontáneo, sino que el mentís viene nada menos que de una señoría ilustrísima, de la juez doña María Núñez Bolaños, que es la que ha descubierto la gran mentira de que alguna vez existieran los ERE y que está poniendo los puntos sobre las íes y dejando las cosas en su sitio. ¿Y saben ustedes por qué? Porque esto ha sido todo como una premonición de la dejada en libertad de Puigdemont en Bruselas. ¿No se buscó Puigdemont un juez flamenco, para que declarara en neerlandés y lo dejara en libertad bajo condiciones, sin que lo devolviera detenido a España para que lo llevaran con sus compañeros golpistas catalanes a la cárcel de Estremera? Pues lo de los ERE, lo mismo. La Junta, como Puigdemont, se ha buscado también una juez flamenca, que hable el idioma que más le conviene. Y digo flamenca no porque hable neerlandés, sino porque se ha puesto flamenca y, plas, plas, plas, ha desmontado en un periquete todo lo de la tal Alaya y nos ha hecho ver a todos lo que les estoy diciendo: que los ERE nunca existieron.
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