;  

 

  


ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 21 de noviembre de 2017
                               
 

Elogio y nostalgia de la mesa camilla

Igual que en Sevilla hay una primavera honda, verdadera, delicada, secreta, no de cornetas y casetas, sino de jacarandas en flor, seises y romero, existe también un deleitoso invierno de alhucema y mesa camilla:

-- ¡Niño, echa una firmita a la copa!

Cómo será de importante la mesa camilla, que usted busca "camilla" en el DRAE y, por aquello de las señoras primero (y la camilla es señora y dueña del invierno sevillano) pasa en las acepciones por delante de su pariente la sanitaria. El DRAE, por una vez y sin que sirva de precedente, no desprecia, sino que exalta y pondera una voz sevillanísima: la mesa camilla. La primera acepción de "camilla" en el DRAE es de badila y cisco picón: "mesa camilla". Y ya la segunda es la de las ambulancias del 061: "Cama estrecha y portátil, que se lleva sobre varas a mano o sobre ruedas, para transportar enfermos, heridos o cadáveres". (Ojú, toca madera: "cadáveres"; tampoco es para ponerse así, señores de la Real Academia...)

Me da el barrunto que la mesa camilla está en retroceso, frente a los radiadores eléctricos de aceite o a los calentadores con forma de platillo volante que ves en la sección de electrodomésticos del Cortinglés. Me da la impresión de que la mesa camilla está pasando a la mejor vida de la que ya goza la en su tiempo famosa "estufa catalítica" de gas butano que anunciaba Rafaela Aparicio en la televisión en blanco y negro antes que mamá cumpliera cien años en la película de Carlos Saura. Y deduzco que la camilla está tan en retroceso como su competidora la difunta catalítica porque, gracias a Dios, cada vez se leen menos sucesos de salidas de los bomberos para apagar un incendio declarado en una vivienda al incendiarse la ropa de una mesa camilla. Una de dos: o tenemos más cuidado con la mesa camilla para que no prenda fuego, o cada vez hay menos maravillosos prodigios del calorcito que apresan sus faldas, que a medio buenas que sean, hasta te pueden servir de bufanda, pues te las puedes llevar hasta el cuello para taparte.

¿Qué te calentaban solamente las piernas y dejaban el resto de la habitación helada? Eso es una calumnia, un infundio que han levantado los enemigos de la mesa camilla, en esta ciudad tan tacaña con las calefacciones centrales y con los radiadores, que ni los mejores edificios "de los millonarios" la tienen y, si la hay, la comunidad de propietarios, que son unos agarrados, ha decidido que no se encienda, porque mantener la caldera cuesta carísimo. La mesa camilla era la calefacción central de los pobres. Estrictamente. Estaba en el mismísimo centro del cuarto de estar, que al mismo tiempo era comedor.

¿Y el olor a infancia que nos evoca la mesa camilla con su tesoro, el brasero que encerraba maternalmente bajo sus faldas? Incensario de la alhucema. Y todo el rito de encender la copa, que es como aquí siempre se le llamó al brasero. El arte de poner color caldera de Pedro Botero las brasas encendidas, a base de echarle aire con el soplillo de palma, y formar luego la copa propiamente dicha, la pirámide del calorcito, con las ramitas de cisco picón. No era sencillo encender la copa. Ni luego, mantener sus rescoldos horas y hora bajo su alambrera, que era como la jaula que encerraba el pájaro del calor. Y ese homenaje eterno a la Cuaresma que eran las cenizas de Miércoles que se formaban cuando se iba consumiendo el cisco, y había que avivarla con la badila; echar una firmita. Coger la badila para avivar la copa era como empuñar el cetro del reinado de la casa, que a veces se cedía a los príncipes herederos:

-- ¡Niño, echa una firmita a la copa!

Luego vinieron los braseros eléctricos y algo que no sé a quién se le ocurriría, si a un decorador o a una señora bien: la mesa camilla rectangular, tenida por más elegante. Pero eso ya no es la camilla de nuestras nostalgias. Las mesas de camilla han de ser redondas como el ruedo de una plaza de toros, para poner banderillas de fuego de cisco picón al toro de estos fríos, de estas humedades traicioneras de Sevilla.

--

 

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio