ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  Martes Santo 27 de marzo de 2018
                               
 

Estrenos y simultaneidad

Estrenos, estrenos, estrenos, los que se dicen estrenos, no han sido este año el Domingo de Ramos, donde apenas hemos tenido la novedad del cambio de hora, cosa que por otra parte tampoco es la vez primera que ocurre en un Domingo de Ramos.

-- En Sevilla está todo inventado.

Depende. Lo de hoy, lo del Santo Martes, con la Carrera Oficial a contraquerencia o a la suerte contraria, por decirlo en términos taurinos; la estación de penitencia desde la Puerta de los Palos hasta los escaparates (sin veladores, con sillas) de la Confitería La Campana, sí que es un estreno. Si hubiera que declarar en Sevilla un Día de la Novelería, tendría que ser hoy. Día que ojalá salga bien, no me cuento entre los que están deseando ponerse a pegar puñaladas por la espalda a los hermanos mayores del Martes Santo que decidieron, con la mejor de sus intenciones, establecer esta novedad para evitar, entre otras cosas, que no quedara tobillo sano en los alrededores de La Alfalfa por culpa de los cochecitos de niños chicos metidos en las bullas, que una bulla de Semana Santa sin cochecito de niño chico pegando porrazos a la gente, ni es bulla ni es nada.

El sevillano novelero estará hoy en todo lo suyo. ¿No dicen sus enemigos que la Semana Santa es siempre igual, que no saben cómo nos gusta tanto si todo es como fue toda la vida? Pues hoy tienen para hartarse los que tal piensan. Nadie ha visto a La Candelaria por los Jardines de Murillo... pero a la ida a la Catedral, a las 7, aún con luz de día, no a la noche en las tinieblas del gamberreo del Paseo Catalina de Rivera. ¿Y ver volver a Los Estudiantes desde La Campana hasta la Lonja de la Universidad, no será interesante? ¿Y la de cofradías que estrenarán, y con luz hasta ahora desusada, una calle tan cofradiera como Arfe? ¿Y Santa Cruz, teniendo el recorrido largo a la vuelta, que no a la ida a la Catedral, que lo tenía, vamos, que baja la rampa que ponen en la parroquia (como la hermana chica de la histórica y sentimental La Rampla del Salvador) y es que cae directamente en la Puerta de los Palos? ¿Y San Benito bajando la Cuesta del Bacalao en vez de subirla?

A todos nos gustaría verlo todo, de novedoso que es y de noveleros que somos. Pero nos topamos, ay, con una de las grandes servidumbres y grandezas de la Semana Santa: la simultaneidad. Siempre he mantenido que no hay que ir en grupo a ver cofradías, porque cada uno de la pandilla quiere ver una cosa. Incluso dos personas son muchas, porque una, por ejemplo, querrá hoy ver cómo los palios entran en los palcos por el Banco de España y salen por El Laredo, mientras que la otra querrá ver cómo es eso de ver aparecer una cruz de guía por la Puerta de San Miguel, que hoy no hará precisamente honor a su título de "por donde entran las cofradías" cuando se le explica a alguien a qué entrada catedralicia nos estamos refiriendo y no saben sus nombres históricos. Mantengo que hasta una sola persona, uno mismo, es demasiado para ir a ver las cofradías. Hasta en uno mismo se da en estos días, y más hoy, con tantas novedades, la eterna dualidad de Sevilla. Una parte de ti quiere quedarse quieto en el rincón de una acera despejadita y sin sillitas, para ver Santa Cruz de cruz a preste, de pitón a rabo, por Castelar hay cofradías cuyo propio cortejo en sí es ya un gozo supremo que hay que ver en su plenitud. Pero mientras una parte de ti te dice que te quedes viendo pasar esos nazarenos sin edad, tu otro yo te estará diciendo que como ya pasó el Cristo, que recorras la cofradía al revés del sentido de su marcha, si puedes, entre la gente y los nazarenos, para ir a encontrarte con el palio y con la maravilla de la Banda de Tejera "tocando fúnebre", que decían los clásicos.

Todo ocurre al mismo tiempo, y es una lucha continua de dos conceptos, dos gozos, dos mentalidades los que a cada instante produce el prodigio de la simultaneidad en la Semana Santa de Sevilla. Hoy hay donde elegir. Hoy hay donde pelearse hasta con uno mismo, si es que vamos a ver las cofradías sin compañía alguna, más solos que la una o que La Soledad camino de San Lorenzo "por la Luna acompañá", que dijo Rodríguez Buzón.

 

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