ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 3 de mayo de 2018
                               
 

Turistización

Podría ser perfectamente una nueva profesión, como las que promovía Nicolás Valero con Luis Uruñuela en su centro de la calle Sor Angela de la Cruz, cuando la Universidad y la Formación Profesional estaban muy enconsertadas en los títulos clásicos: contador de nuevos hoteles en Sevilla. O podría ser también un juego, al modo del "1,2,3" de la tele de Kiko Ledgard: "Por cien euros, situación de nuevos hoteles en Sevilla..." Y se hacía rico el que respondiera. Todos de lujo, eso sí. ¡Niño, marchando otra de duales de Sevilla! Así que Sevilla se está llenando por un lado de hoteles de cinco estrellas y por el otro de cochambrosos pisos turísticos que nada más que dan problemas a las comunidades de vecinos donde los abren. Pronto inaugurarán otro hotel de lujo en la calle Reyes Católicos, por donde estaba la difunta heladería del Häagen-Dazs.

-- Pues ahora que lo dice usted, contador de nuevas heladerías también puede ser una nueva profesión en Sevilla.

Pues así, así debe de andar la cosa entre heladerías y nuevos hoteles. Cerca de ese nuevo hotel de Reyes Católicos están terminando otro más en lo que era el edificio del Bar Colón, gran precursor de los restaurantes de pescado de Sevilla. Y frente a la difunta Filella, donde estaba el Banco de Andalucía, otro hotel más, de la cadena Marriot. Y en La Encarnación, detrás de Las Setas, casi esquina a Regina, otro hotel de lujerío más. ¿Habrá turistas para tantos hoteles? Sevilla era antes una ciudad con hoteles. Al paso que vamos, serán unos hoteles con una ciudad al lado. A esto le han llamado "turistización". La palabra ha dado en el clavo. Y en el título del "Colectivo-Asamblea Contra la Turistización de Sevilla", plataforma creada para "generar propuestas y discursos alternativos al turismo frenético que erosiona y elimina la vida de nuestros barrios". En todo el bebe. ¿Dónde hay que apuntarse? Porque Sevilla está enturistada. Iba a decir que quién la desenturistará, que el desenturistador que la desenturistare... Pero es que no hay el menor interés en desenturistarla. Al revés. Todo lo contrario. Todo el mundo quiere poner una granja para vivir de los huevos de oro de la gallina del turismo, en forma de hotel, en forma de piso turístico, en forma de tienda de horrorosos y horteras recuerdos de Sevilla, en forma de heladería, en forma de restaurante de paella prefabricada y sangría en tetrabrick, en forma de terraza de veladores al pie mismo de la Giralda. Dice esa plataforma (que clama en este desierto con visitantes "low cost" de chancla y botella de agua mineral) que "los barrios centrales e históricos se están convirtiendo progresivamente en un desierto social, debido a la creciente expulsión de residentes, de actividades y comercios tradicionales o a la regresión del espacio público en beneficio del negocio turístico".

"Turismo frenético"... La expresión es acertadísima. Aunque se puede mejorar: "Turismo desenfrenado". Nadie le quiere echar el freno, Magdaleno, porque es la nueva burbuja de Sevilla. Es la peor herencia de la Expo. Ya toda Sevilla es una inmensa Expo sin 92: un parque temático de sí misma. Tras los derribos de los edificios en los tristes años del PRICA, ahora ha venido algo peor: la demolición del ambiente de la ciudad, entregada al turismo como el moro Axataf le dio las llaves de Sevilla al Rey San Fernando. Abandonada cualquier esperanza de recuperación del tejido industrial (Airbus y Cruzcampo y otras pocas excepciones al margen), fracasadas y cerradas muchas empresas, desechado cualquier otro modelo de desarrollo económico, Sevilla se ha entregado, como mujer fácil, en brazos del turismo. Y está encantada. Vamos camino de ser Venecia con Giralda. En Venecia, en este puente del 1º de Mayo, tuvieron que aforar las calles y cerrar muchas de ellas, como aquí el Cecop en Semana Santa, y desviar a los cruceros que querían atracar: no cabían más turistas. Aquí nadie considera que vamos camino de eso: en 2017 tuvimos 3,5 millones de turistas. El turismo ha echado de Venecia a los veneciamos. Esperemos que no nos eche de Sevilla a los sevillanos.

 

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