ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 24 de julio de 2018
                               
 

Avellanas verdes

Se me ha puesto en pie la nostalgia, torre fortísima de las esencias de Sevilla, cuando me han dicho que han vuelto a ver puestos de avellanas verdes en la Velá de Sevilla, que es la de Señá Santa Ana, la abuela del Cachorro. No es la Velá de Triana, sino de la ciudad entera. De las poquitas velás que nos van quedado. Han repuesto las velas, pero no las velás. Llegué a conocer de niño la que el Barrio de la Feria celebraba por el día de San Juan. San Juan de la Palma, naturalmente, no va a ser San Juan Nepomuceno, que tenía el virtuoso varón nombre de buque de la batalla de Trafalgar.

Avellanas verdes... Se me abre el mundo de la nostalgia. Cuando aquel verano ya tan lejano llegué al ABC de la calle Cardenal Ilundain como alumno en prácticas de la Escuela Oficial de Periodismo, becario que se dice ahora, el primer trabajo que me encargó el redactor-jefe Paco Otero fue que me fuera a Triana y contara un atardecer de la Velá, cucaña incluida. En la colección de ABC tiene que estar la entrevista que en el reportaje le hice al tío del puesto de las avellanas verdes, símbolo y síntesis de los ritos trianeros de la Velá, como la cucaña. De la que me acordé luego leyendo a Luis Cernuda cuando no lo leía nadie en Sevilla, ¿verdad, Joaquín Caro Romero? Decías "Cernuda" y la gente se creía que hablabas de Neruda, lo que no dejaba de ser una canción desesperada por el desamor de la ciudad por sus hijos. Los torsos desnudos de los muchachos que trepan por el palo ensebado de la cucaña, reflejándose en el espejo del río trianero, me parecieron como escapados de un poema de Cernuda.

¿Y las avellanas verdes? Las avellanas verdes son tan trianeras que en la otra orilla del río quizá no las llamarían así. En Sevilla las avellanas son los cacahuetes. Las que se comen en las sillas de la carrera oficial por Semana Santa son avellanas, no cacahuetes. Más concretamente "arvellanas", que es como se pronuncian en sevillano clásico. Ergo si fueran de Sevilla y no de Triana, las avellanas verdes de la Velá serían cacahuetes verdes. Y no lo son. Son la memoria de Triana encontrándose a sí misma. La Velá de Santa Ana es una proclamación de trianidad pintado con el verde de sus avellanas, que son tales avellanas, no cacahuetes sevillanos. De las que en Sevilla llamaban "arvellanas americanas".

Yo animaría a los trianeros viejos (y me acuerdo de Vicente Flores) a que recuperen otro viejo rito de la Velá; de unas raíces de la romanidad de Trajana tales que merecerían el estudio de un antropólogo o un historiador del Arrabal y Guarda. Cuando los pollos eran todos de campo, preciadas presas para las grandes fiestas y ocasiones, como Nochebuena, Nochevieja o los días de santos familiares, fechas de "arroz y gallos muertos", había en la antigua Triana de la Velá la costumbre de cenar carísimo pollo por las noches, sólo ¿saben ustedes para qué? ¡Para poder tirar los huesos por el balcón y que la gente viera que en aquella casa trianera no se remendaba de viejo, que nadaban en la abundancia y cenaban pollo "en los días señaladitos", como si fuera el menú extraordinario de la Nochebuena! Ya digo que a mí esto de tirar los huesos de pollo por el balcón para presumir de riqueza me huele a raíz de romanidad de la vieja Trajana. Eso de tirar cosas por el balcón en las grandes fiestas es muy de Roma. O de esta Roma que es como un Trastévere con Esperanza de la Capilla de los Marirenos que es Triana. Por cada hueso de pollo que tiraban a la calle aquellas noches, Triana era más Trajana todavía, más cercana en el tiempo a Justa y Rufina, las que se negaron a venerar a Venus, ¿saben ustedes por qué? Pues porque todavía no salía la Esperanza, Capitana celestial de los trianeros y de los que desde la otra orilla, desde El Arenal, nos quitamos el sombrero de admiración ante la voluntad de seguir siendo Arrabal y Guarda que tiene esa Sevilla transguadalquivireña donde parece que Roma queda mucho más cerca que en las columnas de los Hércules de la Alameda. Con razón el torero de la Alameda, Chicuelo, nació en Triana, en la calle Betis. Por lo que tienen de gaditanos, los trianeros nacen donde les sale de... las avellanas verdes de la Velá.

 

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