ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 13 de septiembre de 2018
                               
 

José y Juan

En Sevilla el máximo de la fama y de la popularidad es que tu nombre, en boca de la gente, borre tu apellido. Y si te ponen el "don" por delante, es que ni te cuento. Decimos "José y Juan", como el nombre de aquella peña taurina de Madrid, y no tenemos que aclarar que nos referimos a Joselito y Belmonte. A José Gómez Ortega y a Juan Belmonte García. El primero murió hace 98 años; el segundo, hace 56. Da igual: el tiempo ha borrado quizá sus apellidos, pero no su nombre a secas como forma de homenaje sevillano.

Esto mismo le pasaba en vida al ahora ya casi olvidado Antonio, que era Ruiz Soler, Antonio el Bailarín. El que aprendió con el maestro Realito en su academia de La Alameda esquina a Trajano donde todavía está el azulejo de su recuerdo. Como Rosario, Rosario a secas, era su pareja de baile, nombre artístico de la sevillana Florencia Pérez Padilla. Cuando Antonio y Rosario se separaron como pareja artística, su primera bailarina fue otra sevillana cuyo nombre borró al apellido: María Rosa. Que era y gracias a Dios sigue siendo Orad. Hija de otro sevillano sin apellido por causa de respeto. María Rosa es hija de "don Urbano", el de la Academia Orad, destacado artillero del bando republicano en la guerra, el que bombardeó el Cuartel de la Montaña en julio de 1936, luego condenado y encarcelado. Y que se buscó la vida, respetadísimo por todos, en la enseñanza de tantos sevillanos y en la preparación de oposiciones de tantísimos otros.

Un generoso lector me anima a que haga memoria de estos ilustres sevillanos de apellido borrado, y me sugiere algunos, a los que añado otros. Usted mismo podría rellenar dos páginas más de ABC con los que recuerda. Si decimos Soledad no hay que precisar que es Becerril, la primera señora que ocupó la Alcaldía de Sevilla. Sin salir de la Alcaldía, Alejandro es Rojas-Marcos; y Alfredo a secas, Sánchez Monteseirín. Como en el anterior régimen, y en ese mismo sillón de alcalde, Félix no era otro que Moreno de la Cova, sin que necesitara tantos apellidos como su sucesor Juan Fernández Rodríguez y García del Busto, resumidos en el nombre de la calle que gracias a Dios no le han quitado estos revanchistas de la Memoria Histórica: "Alcalde Juan Fernández". -

En la clerecía, basta poner un "don" por delante para saber a qué cura te refieres. "Don Isacio" no hay otro que Siguero. Como "don Marcelino" no hay otro que Manzano, el hasta ahora efectivo párroco de San Vicente y nuevo director espiritual de ese Seminario que "don Juan José" (no hay que precisar que el arzobispo Asenjo Peregrina, porque suena a árbitro de Segunda) está poniendo de dulce, con el fomento de vocaciones y la entrada en cintura de situaciones una mijita extrañas que había en tiempos de "don Carlos", que no era otro que Amigo Vallejo. Ah, y no hay más Cura Ignacio que Jiménez Sánchez-Dalp.

De Silvio el rockero genial muchos ni saben sus apellidos: Fernández Melgarejo. Como en el cante, ahora que estamos en la Bienal, Calixto no es otro que Sánchez. En la Historia, no hay más Enriqueta que Vila. En la política, Javier es a la fuerza Arenas. Y al modo de aquella obra del fundador de este ABC, de don Juan Ignacio Luca de Tena, a "Don José, Pepe y Pepito" le añadimos Pepote, que es obviamente Borbolla. No Rodríguez de la Borbolla, no: Borbolla a secas.

¿Y en el toreo? De Curro no hay que decir el apellido para que huela a Romero. Dices Pepe Luis y estás viendo torear a un seise rubio de San Bernando con los pies juntos con el capote. Y si dices Emilio, te metes en Triana, porque es Muñoz. Con Rafa sí puede haber confusión: puede ser Gordillo el del Betis o González-Serna, el poeta y padre de otro torero que no necesita tampoco apellido, Rafita. Como Rogelio puede ser el del Betis o Trifón, más bético que Gordillo y Rogelio juntos. En los ganaderos, Don Eduardo es Miura. Y así podíamos seguir hasta el infinito. O hasta la Junta, imagen bastante aproximada del infinito en cuanto a gente colocada y despilfarro de dinero. Allí no hay que especificar a quién te refieres cuando hablan de Susana a secas. Que ojalá salve las fragatas saudíes para la carga gaditana de trabajo de Navantia.

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