ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de enero de 2019
                               
 

Un patio comercial en La Venera

La Cámara de Comercio ha elegido 16 comercios tradicionales como "emblemáticos", palabra espantosa, de Sevilla. Ojalá sirva de algo, que por lo menos no los frían a impuestos y les subvencionen algo. O que por lo menos el Ayuntamiento no les hagan cambiar los rótulos de las muestras de sus fachadas con sus nombres de siempre, según unas normas que dejó Zoido y Espadas aplica y que han hecho desaparecer en la Avenida letreros de toda la vida y ahora dicen van a por Sierpes. Ojalá no le toquen a los relojes del Cronómetro, que capaces son si así lo dice la fría norma que no contempla, en cambio, cómo están consintiendo que cambie la piel comercial del centro con las decoraciones que autorizan y cómo, entre las grandes superficies, las ventas por Internet y las franquicias, mantener en Sevilla un comercio tradicional es una tarea heroica, que muchas veces le cuesta el dinero a sus propietarios, que en muchos casos, haciendo de tripas corazón, sucumben ante la tentación de los millones que pasan ante sus ojos en ofertas de traspasos o de venta de los locales.

Asunto de los establecimientos "emblemáticos" en el que tengo mi dolorosa queja personal contra la Cámara de Comercio. Ni siquiera en el listado de los 33 establecimientos inicialmente seleccionados para quedarse luego sólo en 16 se han acordado de Calzados Catedral, la tienda que en 1947 (ayer por la mañana) fundó en la Avenida la muy trabajadora zapatera que me trajo al mundo, doña Pilar Belinchón Olivares, una de las primeras mujeres empresarias que hubo en Sevilla. ¿No merecía Calzados Catedral esa selección de la Cámara y esas posibles ayudas, por estar vendiendo zapatitos de niños desde 1947 y aguantando temporales de crisis y peatonalizaciones? Guardadlo para mejor ocasión, hijos míos...

En esa lista de comercios tradicionales elegidos por la Cámara está, y con toda justicia, un establecimiento del que nunca he hablado, y debí hacerlo, por su antigüedad, su singularidad y su emplazamiento: en la languideciente Venera, la calle José Gestoso, donde cada vez van cerrando más comercios tradicionales y hasta ha perdido su medieval olor a especias. Me refiero a la tienda del número 13 de esa calle, a los Almacenes Pérez Cuadrado, especializados en ropa interior, corsetería, hogar y perfumería. Tienen una antigüedad de 74 años, ya que abrieron en enero de 1944. Fundaron el establecimiento los hermanos Luis y Rafael Pérez Cuadrado, así como Francisco Ledesma Prieto. Al fallecer Luis y no tener descendencia ninguno de los otros dos socios, el hijo de Luis, Rafael Pérez Castrillo, se hizo cargo del negocio en 1970, hasta la fecha. En el negocio trabaja ya la tercera generación. Y la madre del propietario y gerente, doña Pepita Castrillo, aunque nonagenaria, "sigue ayudándonos en todo lo que puede", como ha señalado su hijo. Aprovechando el 75 aniversario de Almacenes Pérez Cuadrado, la hija de don Rafael, Ángela Pérez Picón, se hará cargo del establecimiento.

Lo más peculiar de los Almacenes Pérez Cuadrado es que pasas por la puerta y como no ves escaparates al uso, ni grandes reclamos, no sabes que te vas a encontrar dentro este tesoro de un tipo de comercio al que en Sevilla se le llamaba "paquetería", como sigue proclamando su rótulo de "Pérez Cuadrado Hnos. y Cía." Y que te lo vas a encontrar en una casa de patio sevillana clásica. Que la parte principal del comercio es precisamente ese intacto patio clásico, con sus arcos y sus columnas de capiteles de la moña. A mí este patio comercial de Almacenes Pérez Cuadrado en La Venera me recuerda los de Peyré en los antiguos Caminos de la calle Francos, donde hasta había uno aparte, no abierto al público, "el Patio de los Cosarios". Y antes todavía, me evoca el gran patio de los Almacenes del Duque, de Fernández y Compañía, en la Casa de los Guzmanes, que derribaron para hacer el Cortinglés. Qué clásico, un patio con sus piezas de telas, sus mostradores, sus dependientes, nostalgia de unos usos comerciales ya desaparecidos. Como hijo del cuerpo, de la Real Maestranza del Comercio de Sevilla, mi felicitación, pues, a la familia Pérez Cuadrado por aguantar los temporales económicos para mantener este tesoro comercial en La Venera de toda la vida.

 

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