Don Juan Manuel Moreno Bonilla, vulgo Juanma, presidente de la Junta por voluntad de los andaluces que querían cambio, hartos de coles de tantos años de Régimen socialista, es un lince. Me admiró su bote pronto en el debate de investidura. Como me sorprendió que en la entrega de las medallas en el Día de Andalucía pronunciara no una soflama mitinera de partido, como se estilaba hasta entonces por los presidentes socialistas de la Junta cada 28-F en el acto del Teatro de la Maestranza, sino que hizo la "laudatio" de los premiados. La que tenía que haber hecho el meritísimo y predilecto Rey de las Encimeras de Macael, en vez de ponernos el alma en un puño confesando que se arruinó tres veces. Moreno Bonilla se sabía de memoria los nombres y méritos de todos los premiados, y citaba datos como si los estuviera leyendo, teniendo el mérito de que ¡no tenía delante un solo papel!
Y como Moreno Bonilla es un lince, me extraña que haya caído en la costumbre socialista de montar el numerito de la suelta del lince en Doñana. Esto de la suelta del lince tiene mucho de repetido chupinazo en defensa de la política medioambiental de la Junta. Sé las razones que ha dado el presidente. Rechazar la frase que le largaron los anteriores responsables de estas cuestiones en la Junta: «La derecha jamás ha creído en el medio ambiente». "¿Que no ha creído?", se diría Moreno: "Pues, ea, aquí me tienes, vestido de montería o de Candelaria de Triana en El Rocío, que está ahí al lado, soltando mi lince de reglamento en Doñana".
A mí, lo siento, más que de cambio, la suelta del lince me ha dado una imagen lastimosa de continuidad. Ese lince se ha amamantado en los pechos de Susana Díaz, por así decirlo, en el centro de cría de La Olivilla (Jaén). El lince estaba ya muy crecidito como para que hubiera nacido en cautividad durante el mandato del PP y de Ciudadanos en la Junta. El lince no, preciso: la lincesa. Era hembra. La bautizaron con un nombre que más gaditano que no lo hay: la Pepa. Como la Constitución de 1812, promulgada en el día de San José.
-- ¿Y por qué no esperó entonces Juanma para soltar a la Pepa en el día de su santo, el día 19?
Ah, porque todos estamos en campaña, y había que dar la imagen de que el PP está tan preocupado por el medio ambiente y por lince como el PSOE o más. Pero nadie me quita de la cabeza que el lince funcionario (o la linda lincesa) que soltó Juanma en Doñana tiene carné del PSOE. Al fin y al cabo, Moreno Bonilla hacía con el lince lo que su vicepresidente Juan Marín con muchos altos cargos y puestos de confianza de sus consejerías: confirmar a los mismísimos que ya estaban con el PSOE. Ese lince no se ha criado a los pechos del PP ni de Juanma, sino del PSOE que puso en marcha esto de hacer casi funcionarios a los linces, de gastarse millonadas en ellos. Como ese puente-pasarela absurdo que vemos cada vez que vamos a Matalascañas y que hicieron para que los linces cruzaran la carretera sin peligro. ¿Enseñaron antes a los linces que tenían que cruzar por allí? ¿Ha visto a alguien alguna vez a un lince cruzar la carretera por ese puente hecho para ellos solitos? La Junta invirtió dos millones de euros en hacer este puente en la carretera del Rocío a Matalascañas y el otro igual en la de Matalascañas a Mazagón. ¿A cuanto sale cada lince? Sí, ya sé: el lince dejó de estar en 2015 en la lista de especies en «peligro crítico de extinción» en la que se encontraba desde 1960 y ya hay más de 600 ejemplares vivitos y coleando por Doñana y las serranías andaluzas. También están en riesgo de extinción muchos maltratados gatos callejeros que algunos recogemos y nos llevamos a casa, y en ellos no se gastaron un euro. Y si era por Medio Ambiente, Moreno Bonilla, que es un lince, podía haber soltado las limpias aguas de un arroyo sin vertidos de alpechín o un Guadalquivir transparente y no esa cosa marrón y oscura que fluye junto a San Juan de Aznalfarache y que llaman río. Insisto: no me esperaba yo esto de Moreno Bonilla, que es un lince: tener que tirar de los linces socialistas para demostrar que el Medio Ambiente es y debe ser, como la protección a la mujer que ahora manipularán el día 8, una común preocupación sin derechas ni izquierdas.
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