ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de marzo de 2019
                               
 

¿Espacio o tiempo Santa Clara?

Mucho presumir del "Espacio Santa Clara", el centro cultural municipal multiusos creado tras la virtual desamortización del convento, pero ahora se ha visto cómo no el espacio, sino el tiempo, se ha ensañado con el monasterio. A este mal llamado "Espacio" (al que el PP, a pesar de su mayoría, no se atrevió a devolverle su verdadero nombre de Convento de Santa Clara) se entra por la trasera, desde la parte de la Alameda, por una arquitectura degradantemente moderna y se pasa directamente al claustro. Y mientras, ha estado años cerrada la puerta principal de toda la vida, la de la calle Santa Clara, la del compás con tanto sabor y con los jardines de la Torre de Don Fadrique, en un tiempo depósito arqueológico municipal, con su abandonada escultura de Fernando VII. Esa puerta hasta ahora no se ha abierto, para dar entrada a la exposición «Murillo y su estela en Sevilla». Y a pesar de abrir esa puerta y de la exposición, no han arreglado su degradación, que ha denunciado Adepa. Señales de circulación, grafitis, cables colgando, jaramagos, pinturas descascarilladas que dejan a la vista el ladrillo sobre el que está construida es el lamentable estado que presenta la portada barroca del convento.

Al poder entrar por esta parte de Santa Clara hasta ahora cerrada, almas sensibles de Sevilla me han denunciado también su situación. Un gran sevillano me dice: "Hoy, después de muchísimos años, he vuelto a entrar en el Monasterio de Santa Clara por la puerta del compás que da a la calle que lleva su nombre, frente a la casa donde vivía uno de los últimos humanistas que hubo en Sevilla, don Enrique Sánchez Pedrote. Paneles, vallas y mallas no logran contener la visión de los estragos que causan el paso del tiempo y la desidia. ¡Cuántas veces traspasé esa puerta para visitar el taller de mi amigo el escultor y orfebre Manolo Domínguez, discípulo de Cayetano González! Aunque con antelación me propuse firmemente no hacerlo, al final no me pude contener y miré hacia la derecha. ¿Para qué? Sólo quedaban ya parte del muro de la fachada con la abertura de la ventana y cuatro vigas medio podridas donde antes se amontonaron por igual, en inigualable bodegón de "horror vacui", tallas desconchadas, telarañas, tubos de óleo vacíos, figuritas de nacimiento mutiladas, clavos doblados, pez seca sobre la cual se cincelaron coronas y puertas de sagrario, jirones de tela dieciochescos, manuales de Arte, manos de santos que hacía mucho tiempo que dejaron de sostener atributos y hasta mechones de pelo de la más peculiar barbería que jamás hubo en Sevilla. Tempus fugit. El cierre del Convento de Santa Clara daría para varias novelas. Eran Franciscanas Clarisas. Quedaron al final cinco. En vez irse a Santa Inés, pues de Santa Clara salió Doña María Coronel para fundar su monasterio, acabaron en Santa María de Jesús, vulgo San Pancracio. Allí han ido muriendo, aunque creo que queda una. El arzobispo cuyo nombre recordar no quiero le "cedió" el convento al Ayuntamiento, menos la iglesia y los coros. Creo que por algún millón de euros. Antes consiguió que las monjas se lo cedieran, pues no era del Arzobispado, sino de ellas.Lo de Santa Clara se veía venir. La jugada fue de Maquiavelo. El arzobispo logró que las monjas, dueñas del edificio desde el siglo XIII, lo pusieran a nombre de la Mitra. Se reserva la Iglesia de Sevilla el templo y los coros (que están de pena, al menos, lo que ahora se ve por fuera, con tejados y paredes que son chapas metálicas; sabe Dios cómo estará por dentro la cosa), y el resto del conjunto, que se estaba viniendo abajo, lo "cede" al Ayuntamiento a cambio de que éste invierta 349 millones de pesetas en arreglar el Palacio Arzobispal. Las monjas desmontaron todo lo que pudieron (retablos del claustro, de la sala De Profundis, etc.) y se llevaron hasta el último alfiler. La biblioteca y archivo siempre fueron un misterio. Corren leyendas de bibliófilos por ahí. Y se fueron con todos sus bártulos a Santa María de Jesús. Lo demás, ya se sabe. Se fue arreglando muy poco a poco el recinto. Aún queda bastante, pues la sala donde duerme el sueño de los justos Fray Álvaro Peláez, obispo de Silves, aún no está lista. Y aquello se convirtió en "Espacio Cultural". Sin ese sabor monjil que ningún "espacio" podrá tener jamás."

La más noble parte del Convento de Santa Clara quedó cerrada sin hacer nada contra el destructor paso del tiempo. La portada es lo de menos. Lo de más, el abandono de la iglesia, del compás, de los jardines del Convento, que no Espacio, de Santa Clara. Ay...

 

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