ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  20 de marzo de 2019
                               
 

Todos agencias de viajes

Se han cumplido treinta años desde la invención de Internet, la World Wide Web. Nuestras ya familiarísimas tres uves dobles, sin las que parece que la vida no es posible. Me tengo por socio fundador de Internet en España, cuando la conexión sólo podía hacerse a través de un nudo que existía en Madrid y que mantenía una compañía americana, Compuserve me parece que se llamaba. Para que tu módem pudiera conectarse a Internet, tenías que hacer una llamada a Madrid, a precio de las que entonces se llamaban "conferencias", nada de tarifa plana. Un dineral cada conexión. Me estoy refiriendo a 1991, poco antes que en la Expo de Sevilla, portento de los portentos, fueran presentadas la fibra óptica y los balbuceos de la WWW, que permitieron que en la capital andaluza se estableciera una empresa precursora de servicios de Internet, Arrakis, luego absorbida por las grandes multinacionales. Con Arrakis ya no tenías que llamar a Madrid para conectarte con Internet, era llamada local; pero no había, como ahora, periódicos en versión digital, sino solamente una versión como de fax del "The New York Times", de diez o doce páginas, con un formato que semejaba el papel. Eran los años iniciales de los primeros navegadores, donde no podìas buscar los temas, sino que te ofrecían como un índice temático de las pocas paginas que existían. Años de Altavista, del primer Yahoo, o de los buscadores españoles Terra (el de la burbuja informática luego), Olé y Ozú. Google ni estaba ni se le esperaba.

De lo que hemos avanzado en estos treinta años, en que si no tienes Internet eres un extraterrestre, me han dado idea los anuncios de las agencias de viajes en estos días en que se acercan las vacaciones. Los anuncios de las grandes agencias de viajes ofrecen cruceros por el Mediterráneo o los países nórdicos, escapadas con los niños a Disneyland, destinos exóticos de playas del Caribe. Pero ya no tienes cerca de tu casa la agencia de viajes de toda la vida en la que comprabas el billete de avión o de tren y reservabas el hotel. Internet nos ha convertido en agencias de viajes de nosotros mismos para sacarnos el billete del Ave, para reservarnos habitación, para encontrar vuelos baratitos en las ofertas de Iberia o en el "low cost" de Ryanair. No sé de nadie que vaya a una agencia de viajes a una ordinariez tan fuera de lugar ya como sacar un billete de Ave. Para eso está Internet. Y para buscar habitaciones de hotel, lo mismo.

Al cabo de estos treinta años de existencia de la red hay como una penalización para quien no utilice Internet. Las compañías aéreas te penalizan y cobran un extra si no llevas tu tarjeta de embarque impresa por Internet. Hay relaciones con la Administración que ya sólo pueden hacerse a través de Internet. Allá te las avíes, pero hay documentos de Hacienda que sólo puede un autónomo enviar a la Administración a través de la ventanilla de la red. ¿Y si no tiene Internet? Ah, ese es su problema. Como los sustos que te pega el Servicio de Notificaciones de la AETA cada vez que te manda un correo electrónico diciéndote que en tu buzón tienes un documento que te manda Hacienda y que te vas a enterar, se te va a caer el pelo... Y nada te digo, porque a mí me ha sucedido, como tengas caducado el Certificado de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para identificarte ante la Administración. Un lío. Que no sé por qué todos pintan como maravilla:

-- Mira, eso entras en Internet y...

Y la gente, ¡da con una alegría los números de su tarjeta de crédito para comprar por Internet, sin saber quién la puede manipular y dejarte sin blanca! Ay, aquellos tiempos en que íbamos a la Renfe a sacar el billete del Ave. En papel del bueno, naturalmente, nada de un código de barras en el teléfono móvil.

 

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