ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de marzo de 2019
                               
 

Vigilia

Hoy me sale ese tabernero que muchos sevillanos llevamos dentro y que algunos, desgraciadamente, han tenido que sacar fuera para poder vivir, poniendo un bar cuando han hecho regulación de empleo en su empresa, se han quedado sin trabajo, y con el dinero del despido han montado el negocio en un local con poquita renta, y se han tenido que poner la mujer en la cocina y él y su hijo, que no le gusta estudiar, en el mostrador. Hoy me sale ese tabernero como a Sevilla esa Cuaresma que ya chorrea vísperas de Semana Santa por las esquinas. En las que, como en la Puerta Carmona, pone de pared a pared el mejor pregón de Semana Santa que nunca se haya escrito, una pancarta con una sola palabra: "Capirotes". Es la más honda y más sevillana pancarta de manifestación que nunca se haya visto. Esa pancarta de los capirotes de la Puerta Carmona es como la manifestación de la fe de la ciudad en la Pasión y Muerte de Cristo. Como esos balcones del cielo que creemos son la vida eterna. El que alquilan Salvador El Penitente y Manolo Santiago, y donde le hacen un sitito a Rafael Franco, y a Vicente Pérez Caro, y a Manolo Bejarano, y a Manolo Adame, y a Alfonso Borrero, y a Ariza el Viejo, y a los Rechi, y a Díaz Palacios, para ver desde allí cómo andan esos palios y esos misterios suben la Cuesta del Bacalao.

-- ¡Menudo balcón! Ni el de Manuel Torre en su saeta a la Esperanza del poema de Juan Sierra.

-- De menudo, nada: que hoy es Vigilia.

Esa pancarta de "Capirotes" forma parte de los signos de la adivinación del gozo. Como mis queridos vencejos toreros del Arenal. Como los naranjos en flor, que este año, con el tardío Domingo de Ramos el 14 de abril, quizá sólo podamos oler en el paso de la Virgen de la Concepción del Silencio. El naranjo callejero de Sevilla, el de los amargos frutos de la mermelada del desayuno de los ingleses da la más insólita cosecha del reino vegetal: versos. No, los naranjos de Sevilla no sólo dan olorosas flores blancas. Dan, sobre todo, versos. El día que el Ayuntamiento saque a concurso la cosecha de versos de los naranjos de Sevilla, ni la SICAV el panadero al que le tocaron los millones va a tener dinero para poder pagarla.

Y mientras sí y mientras no, el Real, Ilustre, Antiguo y Excelentísimo Gremio de Taberneros de Sevilla saca ese cartel y lo cuelga: "Hoy es Vigilia". Óle por los hosteleros que sacan hoy ese cartel y se lo cuelgan al alma de la ciudad. Óle por el viejo cartel clásico y precursor que pone Ochoa en la calle Sierpes. Óle por la pizarra de Casa Ricardo, donde los nervios de la vísperas escriben "Hoy es Vigilia" con la tiza del mejor verso de Ovidio (que es de la casa), y llevan la cuenta atrás de la emoción. Óle por esos nuevos bares de los barrios que al poner el viejo cartel de la Vigilia se colocan en todo el centro, en La Venera del alma de Sevilla.

Vigilia... En sevillano se escribe abstinencia de carne, pero se pronuncia Vigilia. ¿Qué es la mejor cocina sevillana, sino la comida de vigilia? Esas penitenciales y cuaresmales espinacas con garbanzos, donde todavía no hay ningún garbanzo negro, de ruán y esparto, porque aún no sacado la papeleta de sitio. Y ese glorioso bacalao, en sus mil ingeniosas y devotas advocaciones: el pavía, las tortillitas de bacalao, las croquetas de bacalao, el bacalao frito y el latino y lutúrgico Bacalati con Tomati, al que Sevilla hasta le dedicó una muy cofradiera Cuesta y le puso su teleósteo monumento en la esquina de Placentines. Que el Padre Cué dijo que parecía que la había rasgado una saeta, pero se le olvidó añadir que en esa esquina de la Cuesta del Bacalao siempre es Vigilia. Como siempre es Vigilia en El Rinconcillo, todos los días del año yo soy feliz con mi gente de los pavías y las espinacas. Vigilia... Vigilia de abstinencia, pero también vigilia de vigilancia, de "¡atento a lo que se manda". De no quedarse estroncaítos, como los apóstoles de Montensión. De estar bien despiertos en esa continua tercera imaginaria en que Sevilla sueña que ya mismo está viendo al primer nazareno porque ya está aquí esa luz. Porque hasta cuando por las noches refresca es como una Vigilia impaciente de velar las grandezas que se acercan: "Pues aunque durante el día haga esta calor, me parece que este año vamos a tener una Madrugada fresquita".

 

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