ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de abril de 2019
                               
 

Elec...¿qué?

Pues ya sé yo quién fue el que asó la manteca. Y sin necesidad de haber asistido a clases de nueva cocina para aprender cómo se hace una reducción de castañas pilongas sobre un lecho de arvejones de las palomas del Parque. El que asó la manteca fue Pedro Sánchez. Sólo al que asó la manteca se le ocurre, almanaque en mano, poner las elecciones de modo que la campaña comience el Viernes de Dolores a las 12 de la noche, cuando el Cristo de la Corona estaba a punto de entrar en el Patio de los Naranjos, en una de las estampas más hermosas que nos deparan estos nuevos tiempos de la Semana Santa. Anoche a las 12 comenzó la campaña electoral. Pero eso será por ahí, por donde no hay ni gusto, ni paladar, ni tradición, ni recuerdo de los que se nos fueron a las marismas azules del cielo, ni tambores, ni cornetas, ni "Estrella Sublime", ni costaleros, ni caídas de palio tintineando sobre varales de plata, ni ná de ná. Aquí anoche no comenzó campaña electoral alguna. Aquí anoche las que comenzaron fueron las vísperas de los días del gozo que nos esperan.

Eso de poner la campaña electoral en plena Semana Santa puede que funcione en otras latitudes del Reino de España. Por aquí abajo, já, já, poleá. Aquí en Sevilla, en cuanto oímos el primer tambor y vemos al primer nazareno, no estamos ya para absolutamente nada. Se borra todo cuanto no sea lo que tiene que ser: cofradías y Semana Santa.

En otros lugares han llegado los partidos políticos a un pacto, para que no se haga campaña electoral en estos días santos. Aquí en Sevilla ni siquiera hace falta eso. Aquí no hay más campaña electoral que las de vísperas que salen esta tarde y lo que comienza mañana, Domingo de Ramos. Aquí, de morado de Podemos, nada de nada. Si ve usted hoy a un señor con una cinta morada en la solapa, no es que vaya haciendo la propaganda de Podemos como los separatistas andan dando el coñazo con los lazos amarillos. Aquí, si ve usted a un señor con una cintita morada en la solapa es que viene de besar las manos de Dios. Quiero decir que viene del besamanos del Gran Poder de Dios en San Lorenzo, después de aguardar una cola que para ellos la quisieran los partidos políticos ante las mesas de votación el día de las elecciones. Que ya hasta se nos ha olvidado cuándo son. ¡Que les vayan dando a las elecciones hasta que pase la Semana Santa! Por lo menos, hasta que Alberto García Reyes haya pronunciado su pregón taurino, que hace que cambiemos no la seda por el percal, sino el albero por el ruán.

Lo mejor de esta campaña electoral es que con lo pesadas que se están poniendo todas, inaguantables, aquí gracias a la Semana Santa nos vamos a librar de ella. Citaba antes que en muchos lugares con poca clase han hecho los partidos un pacto para que no se haga ningún acto de campaña durante la Semana Santa. Como las treguas de Navidad en las guerras, vamos. Aquí no ha hecho falta que los partidos lleguen a plantear siquiera esa tregua. Los sevillanos nos la hemos tomado por muestra cuenta. No estamos para nada que no sean cofradías. Cualquiera es el guapo de un partido, ora el guapo Sánchez, ora el guapo Casado, ora el guapo Rivera, que se atreve a poner un mitin el Miércoles Santo cuando San Bernardo esté subiendo el Puente de los Bomberos. Aquí desde anoche mismo nos olvidamos de las elecciones, de la campaña y de la leche que mamaron los políticos. Porque da la pequeña casualidad de que Dios está en la ciudad, a punto de hacer su entrada en esta Nueva Jerusalén bajando por la Rampla (vulgo rampa) del Salvador. Y da la casualidad también de que cada Esperanza está en su paso, perfecta. Eso es lo que nos interesa, y vamos a dejarnos de cuentos de campaña y de elecciones. Por eso digo que el que puso las elecciones de modo que la campaña cayera en plena Semana Santa es el mismísimo inventor del asado de la manteca. ¡Menuda torrija debía de tener en todo lo alto cuando lo hizo!

 

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