ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de abril de 2019
                               
 

Marcha Real el 14 de abril

Nunca me explicaría que los franceses le hubieran puesto el mote de «himno nacional» a La Marsellesa. O que los ingleses llamaran «himno nacional» al «God save the Queen». Pero en esta Monarquía Parlamentaria nuestra más bien rarita y como avergonzada de serlo, casi nadie llama ya Marcha Real al himno nacional. Igual que hay quienes acusan a otros de habérsela apropiado, señalo con el dedo a los que se avergüenzan de nombrarla por su título histórico de Marcha Real Granadera.

--¿Granadera salmantina con divisa verde y oro?

Menos cahondeíto, que esto es muy serio. Tan serio como la identidad sonora del Reino de España. Como nuestra propia esencia constitucional. Que parece despreciada por quienes no dicen Marcha Real ni locos, pero en cambio llaman Himno de Riego, por su nombre, no «himno nacional republicano» al oficial según la Constitución de 1931. Hago estas matizaciones iniciales porque afortunadamente estamos en los días del año en que más suena la Marcha Real. No sé en Castilla, pero en toda Andalucía, todos estos días de la Semana Santa la Marcha Real suena con una profusión que da gloria. Aplicada en sus justos términos: para tributar honores reales a los Cristos y a las Vírgenes de las cofradías. Los andaluces conceden honores de Realeza a todo divino. En muchos pueblos y muchos barrios de las grandes ciudades, a Jesús Sacramentado lo siguen mentando con una denominación barroca de prodigiosa hermosura: Su Divina Majestad. Y a ese mismo Dios, representado como Hombre en su Pasión, o a su Madre la Virgen, los andaluces le tributan honores de Reyes cuando los sacan en los pasos de sus cofradías. De aquí que llame con toda propiedad histórica y hasta litúrgica Marcha Real a la que siempre debería ser mentada así en esta Monarquía Parlamentaria.

Desde hoy, Domingo de Ramos, escucharemos no sé cuántas veces la Marcha Real y, oh maravilla, nadie acusará a nadie de apropiársela. Parece que a algunos les fastidia que suenen los compases sentimentales y queridos del chero, tachero, salvo que sea, claro, en un partido de la selección nacional de fútbol, vulgo "La Roja". Por eso en Andalucía da gloria oírla en estos días, en cien bandas de palio o de cornetas y tambores. Cada vez que de una iglesia de un pueblo andaluz sale una Virgen Dolorosa bajo palio, o un Crucificado, o un Señor con la cruz al hombro, se escucha la Marcha Real en honor de la imagen. Está tan unido ese honor musical a la tradición, que si no sonara la Marcha Real al salir el paso de la iglesia sería tan extraño como si los nazarenos fueran con gorra de béisbol y no con capirote penitente. No sé en otros lugares, pero en Sevilla y en toda hermandad que lleve música, hasta cuatro veces le tocan la Marcha Real al Cristo o a la Virgen: al salir de su templo, al entrar en estación de penitencia en la Catedral por la Puerta de San Miguel, al salir por la Puerta de los Palos y al entrar de recogida en el regreso a su templo.

Tan acostumbrados estamos a esta normalidad gozosa, que no nos damos cuenta de esta grandeza. Y no se han debido de enterar ésos que usted sabe, porque, si no, ya estarían acusando a las cofradías andaluzas de utilización sectaria de la Marcha Real. Vino una vez un dirigente constitucionalista vascongado a Sevilla en los años de plomo y lo llevaron a ver la salida de la cofradía de La Candelaria. La presenció emocionado y al final, cuando le preguntaron qué le había gustado más, si el Cristo o sí la Virgen, respondió:

--No, lo que más me ha gustado es esta bendita normalidad de que los pasos salgan a los sones de la Marcha Real. No sabéis lo que tenéis.

Y si encima el Domingo de Ramos cae como este año precisamente el 14 de abril, pues ni te cuento...

 

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