Al horroroso chaqué color berenjerena que para la polémica boda de Sergio Ramos con Pilar Rubio se hizo Joaquín Sánchez Rodríguez (que se escribe así y se pronuncia "Joaquín el del Betis") le ha pasado como la ocurrió al eminente cirujano neurológico doctor don Francisco Trujillo cuando operó a la Duquesa de Alba. Recordarán que en sus últimos años, doña Cayetana de Alba apenas podía andar, encorvada, casi llevada en volandas por dos amigas, cuando no en silla de ruedas. Hasta que acudió al centro de especialidades neurológicas con cuyo nombre el doctor Trujillo honra la memoria de su maestro, Don Pedro Albert, y le diagnosticó un problema de estenosis del canal medular (¿se dice así, Paco?) que tenía solución quirúrgica. A lo que la sevillanísima Cayetana accedió esperanzada, contra la opinión de algunos de sus hijos, poniéndose en las expertísimas manos del doctor Trujillo y quedando a las pocas semanas no solamente andando sin silla de ruedas, sino más derecha que una vela. Como Cayetana era pasto de revistas del corazón, aquella operación tuvo una amplia repercusión en el cuché, así como en los programas televisivos del corazón, porque aunque quirúrgicamente era perfectamente viable, a los ojos profanamos del gran público parecía curación milagrosa, ver andar tan derecha e incluso bailar en su boda a quien poco antes apenas se podía mover. -
Y ocurrió que al poco tiempo pidió hora para la consulta del doctor Trujillo un señor que entró en su despacho y sacó un recorte del "¡Hola!" y poniéndolo sobre la mesa del ilustre cirujano, le dijo:
-- Mire usted, doctor. Mi mujer está doblada como una alcayata y apenas puede andar. Y yo quiero que me la deje usted así de derecha como a la Duquesa de Alba.
Algo así ha ocurrido con el famoso y extemporáneo chaqué color berenjena de Joaquín en la boda de Sergio Ramos. El clásico sastre sevillano al que fue para que le hiciera un chaqué para boda tan mediática trató por todos los medios de disuadir a Joaquín que, por favor, no se hiciera un chaqué color berenjena. Que fuera tradicional. Un chaqué de toda la vida. En todo caso gris como los que usa el Príncipe de Gales y cortaba y cosía como nadie mi recordado Fernando Ávila, ya para siempre en el probador de buena gente de la Virgen de los Reyes de San Ildefonso, Patrona de los Maestros Sastres.
No hubo forma. Joaquín se empeñó en que su chaqué tenía que ser color berenjena. Y color berenjena se lo tuvo que hacer, a ver, qué remedio, el sastre sevillano, me parece que el titular de la casa Derby me han dicho. Quien, además, trató de quitar de la cabeza a Joaquìn su otra excentricidad: ponerse el chaqué sin calcetines, como si en vez de a la boda de Sergio Ramos fuera con zapatos de barco invitado por unos amigos a un yate en Puerto Banús. Y así apareció en la boda y así salió retratado en todas las revistas y televisado en toda partes. Tres mil euros dicen que le costó a Joaquín el caprichito del chaqué color berenjena sin calcetines. Un número.
Pero aquí viene lo mejor, para que se vea lo imitamonos que somos y cómo los famosos, como en aquel anuncio radiofónico del zapatero don Primitivo Garach, "imponen la moda". Me dicen que como aquel marido de la mujer doblada como una alcayata en la consulta del doctor Trujillo, en la sastrería que le hizo el chaqué a Joaquín se han presentado clientes con un recorte de la prensa del corazón con la foto sin calcetines del prodigioso bético portuense con su chaqué berenjena. Han sido varios novios, padrinos y testigos los que, con el recorte de la revista por delante, le han dicho al sastre que quieren que les haga un chaqué berenjena igualito, igualito que el de Joaquín.
Cinco chaqués creo que lleva ya encargados. Y los cinco sin calcetines, naturalmente. Para que puedan ir hechos unos perfectos mamarrachos. Como iba Joaquín.
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