Entre otras, vivimos la dictadura de la televisión. No sólo como altavoz del frente de lo políticamente corrrecto, sino ahora, además, por el aparato en sí. ¿Por qué? Por lo que hay que hacer o no hacer todo el España con nuestro televisor porque lo manda la Unión Europea. La UE nos quitó las bolsas de plástico gratuitas en las tiendas y estamos pagando cinco céntimos por lo que antes era gratis. Antes la había tomado con las bombillas eléctricas de filamento, ya una pieza de museo. Todo lo que no sea LED es un pecado de lesa UE, que no se debe consentir. ¿Y los coches? ¿Qué hacemos con los Diesel, que parecen el próximo objetivo de la Unión? Nosotros entretenidos con la investidura del presidente y con el Gobierno bloqueado, diciendo que España está paralizada, quién la desparalizará y, mientras, la Unión Europea es la que manda aquí de verdad.
Hasta en la televisión de la salita se meten ya. Pero no por lo que aparece en ella, ni por las barbaridades con que nos manipulan, sino con el aparato en sí. Hace nada, ayer como quien dice, tuvimos que comprarnos un televisor nuevo, porque vino la TDT y si no tenías TDT, te quedabas sin poder ver la manipulación progre, ni nada de la Pantoja ni de los que estuvieron en la isla. Y así no se puede vivir, naturalmente. ¿Qué va a ser de nosotros si no sabemos las obras completas de los que salen en "Sálvame" o si no tenemos una visión política de España según el tío de la camiseta negra de La Sexta? Por eso anduvimos unas semanas con aquel cacharro inmanejable adaptador de la televisión de toda la vida al TDT, pero como era un lío, que no sabías si tenías que encender primero la tele y después el adaptador o viceversa, y en cuanto le dabas un golpe se fundía la pantalla a negro, total, que por culpa de la TDT impuesta por la UE yo no sé la cantidad de nuevos aparatos de televisión ya con TDT se vendieron en España.
Aparatos que de nuevo hay que toquetearlos, por culpa también de la Unión Europea, que ahora ha decidido que otra vez tenemos que estar pendientes del televisor. Explican que el espacio radioeléctrico hasta ahora ocupado parcialmente por la TDT debe permitir el desarrollo de futuras redes de telecomunicaciones de quinta generación (5G). Y para cumplir con la puñetera normativa europea del 5G, la banda de 700 megahercios deberá estar completamente disponible antes del 30 de junio de 2020. O sea, que diga al administrador de su comunidad de vecinos que vaya llamando al antenista, porque puede encontrarse con la desagradable sorpresa de que no pueda ver la TV. Pero no dentro de mucho tiempo, por ejemplo cuando el ministro de Economía o el de Industria, o el que sea responsable o irresponsable de estas cuestiones, esté nombrado ya en firme con un presidente no en funciones, sino investido como tal. ¡Qué va! Como este Gobierno viene funcionando como si Pedro Sánchez fuera de hecho el presidente de verdad, ya es obligatoria la nueva televisión digital terrestre (TDT) para los habitantes de algunos municipios de Baleares, Cáceres y Huelva, según ha anunciado el Ministerio de Economía y Empresa (en funciones...de dar por saco). A pesar de que el proceso no implicará la aparición o desaparición de canales, unos 760.000 españoles (cerca de 36.000 comunidades de vecinos) de estas provincias tendrán que adaptar sus antenas a partir del pasado 24 de julio para seguir recibiendo la oferta televisiva completa. Si no, te quedas sin ver a La Pantoja, ¡mecachis! Y esto, además, no va a salir gratis. Ayudas públicas por valor de 145 millones de euros ya han sido aprobadas por el Consejo de Ministros en funciones. Y así los señores de la telefonía 5G tendrán todo el espacio radioeléctrico que quieran. Y nosotros, otra vez pendientes de resintonizar la tele para que nos digan en los informativos no sé qué del presidente del Gobierno que aún no lo es, cuando aquí quien de verdad manda es la Unión Europea, que hace con nosotros perrerías.
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