ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de julio de 2019
                               
 

Con cofradías, ni porfías

Leo, con sorpresa, otro feo asunto de dineros de las cofradías. No de los que reciben del Consejo, herederos de la antigua subvención municipal, ni de los que se queja con toda razón mi querido arzobispo don Juan José Asenjo que las hermandades no aportan para las obras de la Iglesia, a la que muchas se olvidan que pertenecen, con tanto hacer secundario lo fundamental y olvidarse de lo fundamental en la vanidad de vanidades de lo secundario. El asunto de los dineros de las cofradías que leo es de otra hermandad más donde parece que alguien metió la mano en el cajón. No habré de citar, por sabidos por los que están en el ajo cofradiero, cuáles son estas cofradías, donde muchos pasan directamente de la Mesa de la Junta en la función principal de instituto al banquillo de los acusados, que ya es pasar. Esto de meter la mano en el cajón es tan clásico en las cofradías que hay quien dice que si en una cofradía no hay un mayordomo mangón y un prioste parguelón, ni es cofradía no es nada, ¿verdad, don Joaquín Moeckel?

Pero no quiero extenderme en este asunto, tan desagradable como todo lo que se hace en vano en nombre de Dios, porque ya saben que practico la máxima que me enseñó don Santiago Montoto: "Ni fías, ni porfías, ni cuestión con cofradías". Máxima que muchos citamos, y me acuso el primero, creyéndonos que la inventó el propio Montoto, cuando el Patriarca de las Letras Hispalenses no hizo más que referirla en un artículo divulgativo histórico de los suyos en las páginas de huecograbado del viejo ABC de la Huerta de la Salud o de Cardenal Ilundain, y, como verán, es casi "de tiempos de Rege Carolo", como decía Rocío Jurado con toda su gracia.

Nuestro admirado don Santiago Montoto de Sedas, en un articulo publicado en este ABC el 6 de abril de 1955, explicó el sentido de esta frase muy popular, cuyo origen se ignoraba hasta entonces: "Ni fía, ni porfía, ni cuestión con Cofradía".

Todo tiene su origen en algo tan de actualidad como el recorrido de las cofradías. Vamos, como una primera edición del Santo Martes con la Carrera Oficial al revés. Resulta que en el año 1750, el arzobispo administrador de la Diócesis de Sevilla, don Francisco de Solís, en nombre del titular el cardenal Borbón, se empeñó en cambiar la tradición sevillana de que los prelados presenciaran el paso de las cofradías desde dentro de la Catedral, en el Coro, e impuso por las bravas que las hermandades de penitencia pasaran por delante del balcón del Palacio Arzobispal, lo que en aquel tiempo era muy dificultoso por la existencia del Corral de los Olmos y de varios arquillos, alguno de los cuales iban de Palacio a la Giralda, en lo que ahora es la plaza Virgen de los Reyes.

A esta imposición o baculazo se negaron, en 1750, el hermano Mayor de la hermandad de la Soledad, y en 1751 se le unió el hermano mayor de la hermandad de la Exaltación de la Cruz. Ambos fueron requeridos por los alguaciles del arzobispo bajo pena de excomunión para que cumplieran lo que quería Solís, pero mantuvieron su negativa y las respectivas cofradías, en su estación de penitencia, ya de vuelta a sus templos, no pasaron por delante del balcón del Palacio Arzobispal. Y fueron inmediatamente excomulgados, y así fue anunciado así en todas las iglesias sevillanas, ya que en los periódicos de la época no había páginas de Prensa Morada ni se escuchaba "El Llamador", Juan Miguel Vega.

Pero ambas hermandades, con el apoyo de las restantes, acudieron, primero a la Audiencia, que autorizó el recurso ante el Nuncio de Su Santidad y después ante el Rey de España. Y ambos le dieron la razón a las hermandades remisas a hocicar ante el balcón, y se la quitaron al arzobispo, y además el mismo cardenal Borbón le recriminó al administrador Solís haber expuesto su dignidad arzobispal a un desaire público. Y desde entonces, el tal Francisco de Solís decía amargamente a quienes les recordaban el pleito: "Hijo mío, ni fía, ni porfía, ni cuestión con cofradía". "Ni porfía, ni cuestión, ni meter la mano en el cajón", añado yo.

 

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