ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 14 de octubre de 2019
                               
 

El Festival de las Cofradías

En Sevilla hay dos clases de tradiciones: las que se han inventado ayer por la mañana y pasan como si existieran de toda la vida, y las recuperadas. A este último grupo pertenece el Festival Taurino del Día del Pilar, antiguo de la Hispanidad, actual Fiesta Nacional, que ha sido rescatado gracias a la Sociedad Civil Unipersonal de don Joaquín Moeckel, su coordinador, organizándolo a beneficio de la obra asistencial de dos hermandades que son como dos fronteras de la plaza de los toros a ambos lados del río: El Baratillo y la Esperanza de Triana. (¿O es El Baratillo una cofradía de Triana que cayó a este lado del río, como históricamente cayó la de Los Gitanos, fundada en el Arrabal y Guarda?). Yo desde aquí felicito al coordinador Moeckel y a los dos hermandades a cuyo beneficio se dio el festival, por el éxito de poner el cartel de "No hay billetes" en una fecha en la que en los últimos años ni siquiera se abría la plaza.

Pero felicito, sobre todo, a la afición de Sevilla, a esa afición que tiene puestas en Aguado todas sus complacencias y esperanzas, por la recuperación de dos tradiciones: la de los festivales taurinos y la de las fechas que han desaparecido del almanaque de festejos en el coso del Baratillo. Sí, hay fechas que antaño eran grandes en la plaza, que ahora ni se abre ese día; como era la tarde del Día de la Virgen, que en Sevilla no hay siquiera que aclarar que es la de los Reyes. Incluso hemos tenido tardes de Corpus sin toros, o con novilladas como de verano y no corridas de juncia y romero. Y se han recuperado los festivales. Antes, en cuanto terminaba el abono, empezaban los festivales, donde se vieron cosas increíbles. Por ejemplo, aquel festival histórico a beneficio económico de Rafael el Gallo, que estaba tieso en su piso de la calle O´Donnell, en los altos de lo que había sido Kursaal Internacional y luego cine Palacio Central y ahora una tienda de ropa femenina. En aquel festival El Gallo (cuyos beneficios le administró Belmonte para que no los derrochara, dándole el dinero poco a poco cada día en su tertulia de Los Corales); en aquel festival, decía, yo recuerdo que al final los toreros pasearon un capote abierto por el ruedo, donde la gente tiraba puros habanos para el Divino Calvo. O recuerdo otro festival en el que estaba de espectador en el tendido Julio Pérez Vito, y lo invitaron a que bajara a poner un par de banderillas. Vestido de particular, traje y corbata, con unos mocasines de ante (no se me olvidará), fue uno de los mejores pares que recuerdo haber visto poner. Del que, obviamente, el torerísimo Vito salió andando de la cara del toro, como si fuera por la calle Reyes Católicos camino de una tertulia en El Cairo.

Había en el otoño sevillano festivales tradicionales, con gran solera. Como el de la Vejez del Toreo o el de Aviación. Sí, Aviación. El Ejército del Aire organizaba cada año un festival, en el que actuaban de rúbrica todos los toreros que el general Lecea tenía o había tenido enchufados cuando estaban haciendo la mili en Tablada. Los festivales, antes que la ladrillería de los tendidos empezara a criar la verdina del invierno, eran tradición taurina de Sevilla, y no cosa de pueblo y de portátil. Que afortunadamente se ha recuperado con el ambientazo que tuvo el del sábado. El Arenal parecía en tarde de Feria y, si no, que lo digan las cajas registradoras de sus bares y restaurantes.

He oído que ya hay hermandades que ya han pedido que el año que viene, Dios mediante, el Festival del 12 de Octubre sea a beneficio de su Bolsa de Caridad. Ojalá. Ojalá, en esta invariante hispalense de copiar lo que sale bien, el 12 de Octubre se marque en color Nazareno y Oro en el almanaque taurino de Sevilla, y tengamos ya cada año, como una tradición recuperada, el Festival de las Cofradías, como antes el de la Vejez del Toreo o el de Aviación. Ah, que se me olvidaba: y la plaza colgada y adornada, para comérsela de bonita en tan gran ocasión como fue este éxito que unió dos cosas tan nuestras como el Toreo y las Cofradías. Y la Marcha Real sonando antes de romper el paseíllo, ¿por qué no se mantiene como costumbre en todos los festejos, igual que en algunas plazas de Francia cuando actúan toreros españoles?

 

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