Rizando el rizo, yo me creía que Pedro Sánchez, con tal de aferrarse al poder, incluso había inventado un nuevo movimiento del ajedrez. Y siento en este punto no tener a mi lado a mi desaparecido amigo Ángel Luis Rodríguez Albariño, organizador del Mundial de Fútbol de Sevilla en 1982, expertísimo en ajedrez, para preguntarle si ya en los textos de Alfonso X sobre ese juego estaba inventado este lance que practica el presidente en funciones. En funciones en mañana, tarde, noche y madrugada; en función continua con programa doble, como en el antiguo cine "Azul" de la Gran Vía.
El movimiento de ajedrez que ha inventado Sánchez es el salto de Rey. Igual que en el ajedrez el caballo anda de frente y come de lado, Sánchez se ha inventado un movimiento en que él anda de frente, y al Rey lo manda a La Habana a por tabaco, para que le deje el "manos libres" para que se dé la circunstancia extrañísima y contradictoria de que para ser investido como presidente tiene que contar con el apoyo de los condenados y encarcelados por intentar dar un golpe de Estado contra la nación española, a los que ahora necesita para gobernar precisamente esa nación que querían destruir, como peones en este lamentable ajedrez de España.
Apenas diez horas después de cerradas las urnas en la que fue el partido más votado, como si Don Felipe VI ya lo hubiera llamado a La Moncloa para encargarle formar Gobierno, y usurpando funciones regias, Sánchez empezó sus negociaciones, consultas, componendas y trapicheos para vender a España como en El Rastro con tal de ser investido presidente. Sin que el Rey le hubiese encargado nada o como si él fuera el Jefe del Estado. Le faltó tiempo para abrazarse con Pablo Iglesias. Con tal premura y falso afecto de pelillos a la mar en el abrazo, que a Iglesias en la fotografía se le quedó el faldón de la camisa fuera, ridiculísimo.
Estamos todos un poco locos, pero menos mal que algunos conservan indicios de cordura. Esto que descrito queda, la preterición del Rey a lo salto de caballo del ajedrez, ha sido calificado por Pablo Casado como "lamentable actitud de Sánchez" al suplantar a la Corona. El PP no sale de su asombro. Ni yo tampoco. Lamentable la marginación del Rey que, de hecho, viene haciendo Sánchez desde la noche misma de las elecciones. Hasta va por ahí dando los nombres de los vicepresidentes y de los posibles ministros de su Gobierno, como si el constitucional encargo regio se hubiera producido en tiempo y forma.
Y para formar ese Gobierno, todo vale. Verán cómo consigue meter dentro del saco para gobernar a España a todos los que quieren destruirla. Lo último es lo de ERC. De lo que sólo digo que ambas delegaciones encargadas de pactar el apoyo para la investidura están encabezadas, respectivamente, por Carmen Calvo y por Gabriel Rufián: ojú. Y casi a la búlgara, los militantes de ERC, en esta moda de ahora de plebiscitar entre las bases lo que las alturas tienen ya más que decidido, han dicho que boicotearán la investidura de Sánchez como no haya una mesa de negociación de gobierno a gobierno y tiro porque me toca. De Gobierno del Reino de España a gobierno de una parte del Reino de España, cual la autonomía catalana, ¿quién me compra este misterio, de poner a una parte a igual altura que el todo? Ah, y además de los dos huevos duros en este camarote separatista de los hermanos Marx, las bases de ERC piden no sólo que haya mesa de negociación, sino autodeterminación de Cataluña (léase independencia) y amnistía para los políticos condenados y presos por sedición y malversación en el referéndum ilegal. Habrá esa mesa. Claro que la habrá. Como se ha saltado al Rey. No sólo habrá esa mesa con Cataluña, sino esa mesa, esa silla y hasta ese sillón de orejas que Sánchez ha tomado como si fuera el Trono, saltándose la función constitucional del Rey.
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