Perpetrada la rendición de España ante separatistas, comunistas y filoetarras por obra del ego de Sánchez (que no cabe en el Wanda Metropolitino ni en Las Ventas juntos), estamos ante un PSOE andaluz de época. De "época vergüenza", como dice ese filósofo gaditano que se llama José Guerrero, a quien en la Enciclopedia Británica llaman Yuyu. La postura de Susana Díaz y sus 33 diputados andaluces en el Congreso durante la investidura de quien ya por fin duerme en La Moncloa como titular del colchón famoso, y lo de la última ejecutiva regional del partido es de eso: de poca vergüenza. ¿Quieren que lo diga de un modo cruel y en latín? Susana Díaz ha aceptado un papel ancilar en el besahuevos de Sánchez que ha hecho todo el partido, sin nadie que se atreviera a poner su conciencia y honor y los intereses de España por encima de la seguridad del sueldo y mamelas conexas de que gozan sus señorías. ¿Y quieren les traduzca del latín eso del "papel ancilar" de Susana Díaz? Lo haré, con todos mis respetos para esta señora, pero con mayor aún por la verdad. Esta señora ha quedado de criada de Sánchez y de su proyecto de destruir lo que hasta ahora el propio PSOE constitucional andaluz de González y Guerra entendía por España. Que a los catalanes España les importe un comino es grave. Pero lo es más todavía que les importe un comino a los socialistas andaluces. Sí, a los que levantaron a Andalucía un 4 de diciembre y volvieron a hacerlo un 28 de febrero para exigir ante España que nuestra tierra no fuera menos que nadie.
¿Criada de Sánchez digo? Es lo lógico. Cuando en Madrid hacen una serie de TV como la presente, a la criada suelen ponerla andaluza y con acento de nuestra tierra. Así ha dejado ella misma a su partido y, lo que es más grave, a los andaluces, al aceptar y aplaudir todas las bajadas de pantalones de Sánchez ante los separatistas, desde la constitución de una mesa de igual a igual, de Gobierno de Madrid a Gobierno de la Autonomía Catalana, a la aceptación de un referéndum de autodeterminación. ¿Han perdido la memoria o la vergüenza, o ambas cosas? Por eso, precisamente por eso, nos echamos los andaluces a la calle un 4-D y gracias a eso, al convencimiento de que queríamos ser libres e iguales, logró el PSOE el poder en Andalucía, que acabó convirtiendo en un Régimen clientelar y terminó como el rosario de la Aurora con los ERE y la llegada del Gobierno del Cambio de Moreno Bonilla.
El nombre de Andalucía, los intereses de nuestra tierra, la creación de empleo, y sigan poniendo nuestros verdaderos problemas, nada de eso ha sonado en la investidura. Los diputados socialistas andaluces han estado sumisos, temerosos de perder su mamela. Han tragado con todo. Y la primera, Susana Díaz, que fue la que precisamente por estas cuestiones desbancó a Sánchez y llegó a ser durante un tiempo la esperanza de regeneración del partido. Susana Díaz iba para recambio de La Moncloa en aquel esperanzador planteamiento que le falló y ha terminado en "Petra, criada para todo" de Sánchez, poniendo a sus pies algo que no es suyo, cual nuestra tierra andaluza. Si en algún lugar rechinan las concesiones a los catalanes, la división de los españoles en los de primera y los de segunda, es aquí en Andalucía. Y lejos de recoger este sentir, el PSOE andaluz se ha puesto a las ordenes de lo que mande Ferraz. Ya Espadas dio el cante, cuando aprobó los presupuestos municipales de Sevilla con el apoyo de Podemos, para congraciarse ante lo que seguro sabía que ya había pactado Sánchez. Pero ahora Susana no sólo ha dado el cante, sino el Festival de Cante de las Minas. ¿Qué pensarán los viejos socialistas de la Transición, los que levantaron la autonomía andaluza, los que cogieron la bandera verde y blanca que Escuredo había arrebatado a los andalucistas por el procedimiento del tirón? Por si teníamos poco con lo que está pasando en España, ahora este tristísimo espectáculo del socialismo andaluz. Y lo peor es que hasta son capaces de volver a ganar. Esto es para irse a Somalia, como dice Carlos Herrera.
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