ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  16 de enero de 2020
                               
 

Primer tubo y palcos

Como todos los años el quinario del Gran Poder inaugura las Sagradas Vísperas de la ciudad, que es una hora canónica en el libro secreto de Sevilla, Vísperas y Completas, completas vísperas, me he acordado del verso de Miguel Hernández que me imagino se le habrá ocurrido antes a muchos citar a este propósito: "Temprano madrugó la Madrugada". Y sin verso de Miguel Hernández de que acordarse, en todo caso de una sevillana de Aurelio Verde o de Pascual González, se ha celebrado lo que ya pasa por una tradición de la ciudad, aunque la inventó ayer por la mañana Rafael Carretero, cuando era el jefe técnico de Fiestas Mayores: la ceremonia de colocación del primer tubo de la portada de la Feria. Ese ceremonial que, como tantas cosas en Sevilla, según ha subrayado Juan Ruesga en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, siempre es igual, pero siempre distinto. No acaba de pasar la trasera de la carroza del Rey Baltasar con el detalle del Ateneo de dar las gracias a Sevilla (cuando tendría que ser justamente a la inversa), cuando la Delegación de Fiestas organiza rodeos los años la ceremonia de colocación del primer tubo de la portada de la Feria, que es lástima que, como en Valencia los "ninots" mejores, no indultaran la del año pasado, de hermosa que era, y la hubiésemos dejado ya para siempre.

En esa ceremonia del primer tubo, mi estimado y respetado don Juan Carlos Cabrera me ha recordado a Ricardo, el dueño de la vieja Casa Ovidio que ahora lleva su nombre. En una pizarra, en esa ceremonia escribió Cabrera los días naturales y los laborables que faltan para la Feria. Como en Casa Ricardo, entre croquetas celestiales por la cercanía del Gran Poder de su Divino Vecino, ya está puesta la pizarra donde vienen apuntados en tiza cotidianamente los días que faltan parta la gloria, esto es, para el Domingo de Ramos.

Curiosa ciudad Sevilla. Nos hemos inventado la tradición del primer tubo de la portada de Feria y no existe parangón de algo parecido con la Semana Santa. Y eso que a la Semana Santa, como se ha repetido, le sobra la literatura, la poesía y la tradición que le faltan a la Feria. Igual que la ceremonia del primer tubo, hay otra que no le ha dado a nadie por celebrar, y que es mucho más nuestra que la portada de la Feria. O al menos nos emociona bastante más y nos detiene el tiempo y aviva la nostalgia: el montaje de los palcos en la Plaza. ¿En qué Plaza va a ser? ¡En la de San Francisco! Cada sevillano, por su cuenta, celebra a su manera esta ceremonia secreta y tradicional, comentándolo a la familia y a los amigos, gozándose él mismo de la cercanía de los días grandes:

-- ¡Ya están montando los palcos en la Plaza!

Por eso, ya puestos con el primer tubo, podía organizarse algo parecido especial para señalar este momento cumbre del comienzo del montaje de los palcos en las largas vísperas de esta ciudad de eternas vísperas. ¿Que digo yo? Traer una banda, con lo que nos gusta un tambor y una corneta, para ponerle sonido armónico al ruido metálico de los camiones descargando el enorme rompecabezas de los palcos. ¿Se imaginan a esa banda de la Centuria Macarena tocando una marcha de paso ordinario, "Abelardo" mismo, mientras van descargando los camiones para que los sevillanos tengamos la certeza de que todo es como siempre, y que ya están montando los palcos? Y quien dice los palcos dice la Rampla del Salvador, vulgo Rampa. Si me perdonan los militantes de la Feria (que haberlos haylos), el montaje de la Rampla del Salvador sí que requería una ceremonia íntima, una exaltación de lo nuestro, y no eso impersonal y casi industrial del primer tubo de la Feria. El primer tubo de la Feria se aprieta con una llave inglesa y la Rampla del Salvador es la llave sevillanísima que nos abre los días grandes y que nos vuelve a todos a ser niños, deseosos de corretear por ella. Esa sería la ceremonia, ni pizarra con número de los días que faltan escritos con tiza de Casa Ricardo ni nada: todos los niños que los sevillanos seguimos llevando dentro correteando a nuestras anchas por la Rampla recién puesta. El caso es gozarse de que siga madrugando la Madrugada, como en la temprana fecha de almanaque del quinario del Señor de Sevilla.

 

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