ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  27 de enero de 2020
                               
 

Responsabilidades por el Militar

Hasta 1980, "el Militar" no era otro que el Casino Militar de la calle Sierpes, donde está tal centro social de los Ejércitos, como "el Labradores" o "el Mercantil". Desde esa fecha en que se inauguró, "el Militar" fue por antonomasia el Hospital "Vigil de Quiñones", que quienes lo conocieron abierto y en funcionamiento al servicio de los miembros de las FF.AA. y de la Guardia Civil y de sus familiares cuentan que era una maravilla en tecnología y atención médica, con sus doce plantas y sus 750 camas. Pero siendo Trillo ministro de Defensa con el PP, llevó a cabo una absurda política: que los Ejércitos se desprendieran de sus hospitales, lo que le cogió de lleno al Militar de Sevilla, que fue cedido a la Junta en 2004. El Hospital Militar estaba en "perfecto estado de revista y policía", por decirlo en términos castrenses, cuando Defensa del PP le largó el mochuelo a la Junta del PSOE. (Estaba perfecto: como el Equipo Quirúrgico cuando incomprensiblemente lo derribaron.)

¿Y qué hizo la Junta? ¿Sumarlo inmediatamente a su red asistencial, entre el Virgen del Rocío y el Valme? No: cerrarlo, para enmendarle la plana a la política hospitalaria militar. Era Manuel Chaves presidente de la Junta y Francisco Vallejo consejero de Salud, quien tenía como viceconsejera a María Jesús Montero. Sí, la que ahora, degenerando, degenerando como el banderillero de Belmonte, ha llegado a ministra y a portavoz del Gobierno de Sánchez. La Junta de Chaves hizo con el perfecto y utilísimo Hospital Militar lo que mejor sabía: tirar el dinero. Siendo ya consejera de Salud la señora Montero, se invirtieron allí 50 millones de euros no sé para qué, en vez de mantenerlo abierto, que hubiera sido lo lógico, que un día hubieran salido por una puerta los médicos militares y por otra hubieran entrado los del SAS. Y así anduvieron de obras sus buenos años, como leerían ayer en el gran reportaje de Jesús Alvarez, hasta que por suspensión de pagos de la empresa que estaba mejorando lo que era inmejorable, lo abandonó la Junta y lo cerró definitivamente en 2013. ¡Como si en el Virgen del Rocío, en el Macarena y en el Valme no hubiera listas de espera y enfermos en los pasillos de urgencias! ¿Por qué la Junta nunca se hizo cargo del Hospital Militar de Sevilla, como ha actuado con mejor criterio al pasar a sus competencias el Hospital de San Carlos de la Armada en San Fernando, que ha seguido funcionando como un centro del SAS más? Son los misterios insondables de los que quizá un día nos informe el consejo Bendodo, cuando encuentren una cámara acorazada con los papeles secretos del "Vigil de Quiñones" que expliquen lo inexplicable.

El Hospital Militar está ahora que parece que aquello no son los terrenos del Ejército en Pineda, que por cierto en los años 40 se segregaron del término municipal de Dos Hermanas para ser incorporados al de Sevilla. El Hospital Militar está como si fuera en Siria, como bombardeado. Como verían, saqueado, destruido, con todo lo valioso robado. Ojo, que fue la propia Junta, el propio SAS, quien lo tomó primero como objeto de rapiña, llevándose a hospitales de otras ciudades andaluzas los aparatos y medios que necesitaban. Para la Junta fue un tiempo el Hospital Militar como esos desguaces de coches donde va uno a buscar barata una pieza de recambio. Y luego vinieron los saqueadores de chatarra, para arrancar todo cable de cobre, toda pieza metálica, todo lo desvalijable.

Me parece muy bien que el Gobierno del Cambio de la Junta quiera acabar cuanto antes con este abandono del Militar y rehabilitarlo y utilizarlo al menos en parte. Pero no se pueden aceptar sin más los hechos consumados. Ha habido unos responsables de esta pérdida en la anterior Junta que se no se pueden ir de rositas. Hay que pedir responsabilidades por el cierre y abandono de un centro sanitario que funcionaba perfectamente con los militares hasta que pasó a las incompetentes competencias de la Junta. Y esa responsabilidad tiene fundamentalmente un nombre que ahora, encima, como premio, está en el núcleo duro del Gobierno de Sánchez. Se llama María Jesús Montero.

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